Por Agroempresario.com
En el extremo norte de la provincia de Neuquén, se alza imponente el Domuyo, la montaña más alta de la Patagonia y guardiana de uno de los rincones más impactantes del país. Su entorno da nombre al Área Natural Protegida Domuyo, un destino que combina aventura, espiritualidad, aguas termales y formaciones volcánicas únicas. En esta geografía de contrastes y energía natural, la ruta hacia la cumbre se convierte en un viaje transformador.
La experiencia comienza en la pequeña localidad de Varvarco, donde el visitante puede abastecerse, conocer la historia local y emprender camino hacia un itinerario marcado por la inmensidad. Desde allí, el recorrido por la Ruta Provincial 43 atraviesa un paisaje de cornisa, flanqueado por imponentes paredes de basalto y curvas que revelan postales de otro mundo.
A apenas 20 kilómetros, se encuentra uno de los sitios más enigmáticos: Los Bolillos. Se trata de formaciones rocosas de origen volcánico que alcanzan los 15 metros de altura y parecen esculturas naturales, verdaderos tótems de piedra modelados por siglos de erosión y viento. Su extraña belleza convierte al lugar en uno de los más fotografiados de la región.
El camino continúa por el cajón del Atreuco, donde el río homónimo ha tallado su propio curso en la roca, creando un estrecho pasaje digno de postal. Es el preludio perfecto para llegar a uno de los sitios más reconocidos del circuito: Aguas Calientes, un oasis termal a más de 30 kilómetros de Varvarco, que ofrece un escenario agreste y silencioso, ideal para el descanso y la contemplación.
Estas aguas fueron objeto de estudio del reconocido Dr. Gregorio Álvarez, pionero de la medicina rural patagónica, quien investigó las propiedades terapéuticas de las algas y aplicó tratamientos dermatológicos innovadores. Hoy, muchas personas llegan al lugar no solo por su belleza, sino también en busca de bienestar.
Pero el verdadero espectáculo natural espera un poco más adelante: Las Olletas, el único sitio en la Argentina donde se pueden observar géiseres activos cumpliendo todos los requisitos definidos por el área protegida. Respiraderos y pozas termales emanan vapor y burbujean a temperaturas elevadas, creando un paisaje tan cautivante como frágil. Es por eso que la visita exige respeto y precaución: los senderos están señalizados y se recomienda seguir las indicaciones de los guías locales.
Para quienes llegan en Semana Santa o durante el mes de febrero, el viaje también puede ser espiritual. A pocos kilómetros de Las Olletas se encuentra la capilla de Ailinco, dedicada a la Virgen de Lourdes, patrona de los crianceros. Cada año, cientos de jinetes se reúnen en una cabalgata de fe para rendir homenaje a la virgen, en una de las manifestaciones culturales más sentidas del norte neuquino.
Además de su riqueza natural y espiritual, la zona avanza en términos de infraestructura. Aguas Calientes cuenta con conectividad a internet gracias a una antena satelital gestionada por el Ente Provincial de Termas. Las piletas termales fueron adaptadas con criterios de accesibilidad para asegurar una experiencia inclusiva, y se están construyendo nuevas unidades de alojamiento con materiales resistentes, doble vidrio, calefacción, baño privado y desayunador, que se integran al paisaje sin alterar su esencia.
Los interesados pueden obtener más información y realizar reservas a través del número 2942-684785, difundido por la comisión de fomento de Varvarco-Invernada Vieja.
Caminar hacia el Domuyo es mucho más que un viaje: es una vivencia íntima con la Patagonia más pura, donde el fuego de la tierra se mezcla con el silencio de las alturas y la calidez de su gente. Un destino que cautiva, energiza y deja huella.