Por Agroempresario.com
Si se dan las condiciones adecuadas, el agro argentino podría vivir una verdadera revolución productiva en los próximos 10 años. Así lo sostiene un reciente estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que proyecta una producción de más de 250 millones de toneladas y exportaciones superiores a los USD 50.000 millones anuales hasta 2035, en un escenario de mejoras logísticas, tecnológicas y eliminación de trabas impositivas como las retenciones.
El informe fue elaborado aplicando el modelo econométrico AGMEMOD —desarrollado en Europa para análisis agroalimentarios— adaptado a las características productivas locales. El trabajo se realizó en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos) y el Instituto Thünen (Alemania).
El "escenario ideal" planteado por la BCR supone un conjunto de cambios estructurales: modernización del transporte, inversiones en tecnología de punta, mejores prácticas agronómicas, y un marco de incentivos fiscales que elimine la brecha cambiaria y los derechos de exportación.
En estas condiciones, el agro argentino pasaría de una producción base de 159 millones de toneladas en 2024 a un impresionante volumen de 251,4 millones en 2035. El incremento estaría impulsado principalmente por el maíz —que pasaría de 57,5 a 135,7 millones de toneladas (+136%)— y el trigo —de 15,8 a 32,5 millones (+105,7%)—, con un crecimiento más moderado para la soja, que subiría de 48,2 a 71 millones (+47,5%).
La mejora logística sería un factor clave. Hoy gran parte de la producción se transporta por camión, lo que encarece costos y genera ineficiencias. El cambio hacia el transporte ferroviario y fluvial, junto con la profundización de la vía navegable del Paraná, permitiría reducir costos de manera significativa y aumentar la competitividad de los productos argentinos en los mercados internacionales.
El salto productivo tendría un correlato directo en las ventas externas. Bajo este escenario ideal, la Argentina exportará 174 millones de toneladas de productos agroindustriales, generando ingresos por USD 50.430 millones al año, un 50% más que en el escenario de tendencia actual.
La Bolsa de Rosario destacó que esta expansión equivaldría a sumar un "nuevo complejo sojero" en términos de valor exportado. Para ponerlo en perspectiva, en 2024 las exportaciones totales del complejo de soja y derivados alcanzaron unos USD 19.000 millones.
En términos agregados, el agro no solo consolidar su rol como motor de la economía nacional, sino que también duplicaría su aporte de divisas, reforzando la estabilidad macroeconómica y la capacidad de inversión del país.
Además del escenario ideal, el estudio planteó dos escenarios intermedios:
En ambos casos, el avance sería significativo respecto de las tendencias actuales, pero quedaría por debajo del máximo potencial identificado en el escenario ideal.
La proyección de la Bolsa rosarina se basó también en la idea de cerrar la "brecha de rendimiento" que existe entre los actuales niveles de productividad y los máximos posibles bajo buenas prácticas. A partir del "Atlas de Rendimientos Globales" de las universidades de Nebraska y Wageningen, se determinó que con innovación, agricultura de precisión, mejores semillas y un uso más eficiente de agua y nutrientes, el campo argentino podría alcanzar el 80% de su rendimiento óptimo.
En un contexto donde los límites climáticos, agronómicos y económicos son respetados, este salto en productividad sería viable, siempre que haya voluntad política e inversión privada suficiente para sostener el cambio.
El estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario pone en números una idea que muchos en el sector agropecuario repiten: Argentina tiene todo para ser una potencia agroindustrial de escala mundial. Sin embargo, alcanzar ese futuro dependerá de decisiones estratégicas en infraestructura, política fiscal, apertura tecnológica y generación de incentivos adecuados.
En un mundo cada vez más demandante de alimentos y biocombustibles, perder esta oportunidad sería un error histórico. El potencial está latente; transformarlo en realidad requerirá visión, consenso y compromiso de largo plazo.