Por Agroempresario.com
En una decisión que marca un punto de inflexión en la prolongada disputa comercial entre las dos mayores economías del mundo, China anunció la suspensión temporal de ciertas contramedidas no arancelarias dirigidas a entidades estadounidenses. La medida, que tendrá una duración inicial de 90 días, fue anunciada tras un acuerdo bilateral alcanzado con Estados Unidos para reducir los aranceles recíprocos, una acción que ha sido recibida con alivio por los mercados globales y las cadenas internacionales de suministro.
El anuncio fue realizado por un portavoz del Ministerio de Comercio chino, quien señaló que el objetivo es “implementar el consenso alcanzado en las conversaciones económicas y comerciales de alto nivel entre China y Estados Unidos”. Según el comunicado, la suspensión incluye el congelamiento de controles de exportación y la retirada temporal de entidades estadounidenses de la llamada “lista de entidades no confiables”, medidas que Beijing había impuesto como respuesta directa a las acciones comerciales iniciadas por Washington.
Esta pausa regulatoria se alinea con la entrada en vigor, ese mismo miércoles, de una importante reducción de aranceles entre ambos países. Estados Unidos y China acordaron rebajar los gravámenes a los productos importados del otro país durante el mismo periodo de 90 días, resultado de negociaciones clave celebradas recientemente en Ginebra.
Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos se han intensificado desde 2018, cuando el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, impuso aranceles a cientos de productos chinos con el argumento de proteger la industria nacional y frenar prácticas comerciales desleales. Beijing respondió con medidas similares, lo que provocó un efecto dominó que sacudió los mercados financieros y alteró profundamente las cadenas de suministro globales.
El nuevo acuerdo implica que Estados Unidos reducirá los aranceles sobre productos chinos al 30%, mientras que China disminuirá los suyos al 10%. Esto representa una drástica reducción en comparación con los gravámenes que habían llegado a superar el 100% durante los picos más altos del conflicto. Algunos productos incluso estaban gravados con aranceles del 145% o más.
Donald Trump, en una entrevista con Fox News durante su gira por el Golfo, celebró el nuevo entendimiento como un paso decisivo para abrir la economía china a las empresas estadounidenses. “Tenemos los contornos de un acuerdo muy, muy fuerte con China”, expresó. Aunque evitó ofrecer detalles concretos, subrayó que uno de los logros clave sería facilitar el acceso al mercado chino para firmas de tecnología, agricultura y manufactura de EE.UU.
Además, Washington anunció la reducción de aranceles sobre productos de bajo valor procedentes de China, lo que impacta directamente en plataformas de comercio electrónico como Shein y Temu. Estas pequeñas importaciones, que antes enfrentaban aranceles de hasta el 120% o pagos fijos de 100 dólares, ahora estarán sujetas a tarifas reducidas del 54%.
Mientras Estados Unidos enfatiza los beneficios comerciales y económicos, China ha adoptado un tono más reservado. En una cumbre con líderes latinoamericanos celebrada esta semana en Beijing, el presidente Xi Jinping reafirmó el compromiso de su país con el multilateralismo y la cooperación internacional. “No hay ganadores en las guerras arancelarias o las guerras comerciales”, afirmó Xi, en una declaración que también puede interpretarse como un mensaje diplomático dirigido a Washington.
Durante el mismo evento, el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, criticó implícitamente a Estados Unidos al referirse a una “gran potencia” que actúa bajo la lógica de que “la fuerza hace el derecho”. Estas declaraciones reflejan que, a pesar del acercamiento comercial, las diferencias estratégicas entre ambos países persisten.
Uno de los puntos de fricción que sigue tensando la relación bilateral es el comercio ilegal de fentanilo. Estados Unidos ha acusado a China de permitir, de forma indirecta, la exportación de precursores químicos utilizados en la fabricación de esta droga sintética. En respuesta, China ha rechazado estas acusaciones y ha instado a Washington a dejar de “difamar y trasladar la culpa”.
Como parte del nuevo acuerdo, Estados Unidos mantendrá un arancel adicional del 20% sobre productos químicos específicos, justificado por esta disputa. Esto evidencia que, aunque hay avances en la distensión comercial, los desafíos estructurales no han desaparecido.
Los próximos tres meses serán decisivos para determinar si la tregua comercial entre China y Estados Unidos puede transformarse en un acuerdo de largo plazo. Analistas destacan que el éxito del proceso dependerá de la voluntad política de ambas partes para continuar las negociaciones y resolver diferencias más allá del ámbito arancelario, incluyendo temas como propiedad intelectual, subsidios industriales y seguridad tecnológica.
Empresas multinacionales, inversores y productores agrícolas observan con atención cada paso. Una desescalada permanente podría traducirse en mayor estabilidad para los mercados, menores costos logísticos y una recuperación más sólida de las cadenas de producción globales.
En este contexto, sectores clave como el agroindustrial podrían beneficiarse especialmente si se restablecen los niveles previos de exportación e importación entre ambos países. Estados Unidos es uno de los principales exportadores de soya, carne y maíz a China, y la eliminación de barreras comerciales puede reactivar estos flujos.
Aunque la suspensión es temporal, representa un gesto significativo de buena voluntad por parte de Beijing, y podría allanar el camino hacia una reconfiguración más estable y equitativa del comercio global.