Por Agroempresario.com
Las recientes lluvias intensas que azotaron el centro del país desataron una emergencia en el sector avícola argentino. La magnitud del temporal provocó inundaciones severas en zonas estratégicas para la producción de pollos como Salto, Capitán Sarmiento, San Antonio de Areco y otras localidades del norte bonaerense y Entre Ríos, con un saldo devastador: más de 600.000 aves muertas, camiones varados, plantas evacuadas y pérdidas económicas que se estiman en alrededor de $3000 millones.
El impacto fue inmediato y masivo. Granjas anegadas, plantas procesadoras paralizadas por el agua, rutas cortadas que impidieron el acceso del alimento para los animales y la imposibilidad de faenar los pollos listos para ser procesados, generaron una tormenta perfecta en una industria que venía en proceso de recuperación luego de años de restricciones sanitarias para exportar.
Las zonas más afectadas por las lluvias fueron Salto, Capitán Sarmiento y San Antonio de Areco, donde se concentran gran parte de las granjas que abastecen al mercado interno y exportador. La empresa Soychú fue una de las más golpeadas, teniendo que evacuar su planta en Salto mientras cerca de 40.000 pollos quedaban atrapados en camiones sin posibilidad de ingresar o regresar a las granjas.
Según fuentes del sector, “había una parte que estaba seca, pero no todo. Los camiones que no pudieron llegar eran los que teníamos cargados con pollos: teníamos cinco camiones, y cada uno carga 5000 pollos. Los guardamos bajo techo, porque no podíamos faenarlos, ya que la gente tuvo que evacuar la planta. Cuando los quisimos devolver a alguna granja, no pudimos porque las rutas estaban inundadas".
Además de la pérdida masiva de aves, las inundaciones afectaron infraestructura clave de las empresas. Granja Tres Arroyos, otro de los gigantes del rubro, sufrió daños importantes por la entrada de agua en sus instalaciones. Un compresor industrial, fundamental para la operación, resultó severamente dañado y deberá ser reparado, lo que incrementa los costos del parate forzado.
En Capitán Sarmiento, el arroyo Cahuané se desbordó, mientras que en Salto, fue el río del mismo nombre el que generó las inundaciones. En San Antonio de Areco aún no se determina con precisión qué causó el desastre, pero la acumulación de agua sorprendió por su velocidad y extensión.
“No todos murieron por ahogamiento”, explicaron desde la industria, “sino que parte de los animales estaban en tránsito, en camiones, cuando las rutas quedaron cortadas. Quedaron varados sin poder cruzar. Cuando intentaron volver a las granjas, no se pudo porque los accesos estaban bloqueados”.
La región afectada es uno de los núcleos productivos avícolas más importantes del país. Las localidades de Campana, Zárate, Pilar, Exaltación de la Cruz, Capitán Sarmiento, Pergamino y Arrecifes, concentran una alta densidad de granjas que integran la cadena avícola.
“Allí hay muchísima población de pollos”, detalló un empresario del sector, “y todas las empresas tenemos presencia. Fue una zona enormemente impactada. Problemas para mandar alimento, falta de transitabilidad en los caminos, plantas paradas. Es lo que hemos tenido todos”.
La emergencia climática sorprendió al sector en plena fase de recomposición productiva y comercial, tras la reciente reapertura del mercado chino. Hace apenas un mes, Argentina retomó los embarques de carne aviar hacia el gigante asiático, luego de dos años de veda por la influenza aviar.
La expectativa por ampliar las exportaciones se vio seriamente afectada por la tragedia logística y sanitaria de los últimos días. En medio del desastre, también surgieron nuevas alertas: Brasil confirmó un brote de Influenza Aviar de Alta Patogenicidad (IAAP) en el estado de Río Grande do Sul, lo que podría modificar el mapa comercial global.
“No es para que nadie se ponga contento, pero esto empuja mucho las exportaciones argentinas hacia destinos que Brasil ya tiene cerrados y Argentina no”, explicó una fuente empresaria. “Estamos rogando que ese virus no vuelva a la Argentina, cuidando todo con muchas recomendaciones de bioseguridad para evitarlo”.
La industria avícola enfrenta ahora un escenario complejo. Por un lado, las pérdidas materiales y sanitarias deberán ser evaluadas y, en muchos casos, asumidas sin respaldo del Estado. Por otro, las rutas cortadas, el daño en los sistemas logísticos, el desgaste de la infraestructura y el impacto emocional en el personal marcan un antes y un después en la planificación de contingencias.
Además, el desajuste en la oferta interna de carne aviar puede derivar en aumentos de precios para los consumidores, en un contexto ya golpeado por la inflación y la caída del consumo.
A pesar de que en Capitán Sarmiento el agua bajó rápidamente y algunas plantas lograron reactivar operaciones, otras como la de Soychú en Salto o instalaciones en Entre Ríos aún enfrentan serias dificultades para volver a funcionar a pleno.