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El rey del whisky: la historia del argentino que superó a Escocia y rechazó 30 millones de dólares por su colección

Miguel Ángel Reigosa tiene la mayor colección de whisky del mundo con 5900 botellas únicas, fundó un museo en Villa Urquiza y fue distinguido por la reina Isabel II

El rey del whisky: la historia del argentino que superó a Escocia y rechazó 30 millones de dólares por su colección
jueves 22 de mayo de 2025

Por Agroempresario.com

Desde el corazón de Villa Urquiza, en Buenos Aires, un hombre transformó una pasión de juventud en un legado cultural sin precedentes. Miguel Ángel Reigosa no solo fundó el Museo del Whisky más grande del mundo, sino que también fue distinguido por la mismísima reina Isabel II como “Embajador del Whisky para Latinoamérica” y forma parte del selecto grupo de los Keepers of the Quaich, una distinción reservada para quienes contribuyen de manera significativa a la cultura del whisky escocés.

La historia de Reigosa combina memoria familiar, espíritu emprendedor, obsesión por la calidad y un profundo amor por el whisky. Su colección de 5900 botellas —que incluye piezas históricas como un bourbon de 1870 o un Macallan valuado en 70.000 dólares— ya supera al legendario Museo de Edimburgo en número y, según él mismo, también en calidad.

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Un consejo paterno que cambió su vida

Todo comenzó cuando tenía 14 años, en la parte más humilde de Villa Urquiza, conocida como “la Siberia”. Una noche de excesos con sus amigos lo llevó a recibir una inesperada lección de su padre. Lejos de retarlo, les sirvió un vaso de Old Parr y les dijo: “Tomá poco, pero bueno”. Ese fue el comienzo de una vida dedicada a la excelencia en el beber y en el coleccionar.

“Mi abuelo era numismático y mi papá, filatelista. A mí me agarró la locura por el whisky”, recuerda Reigosa. En sus primeros pasos, recorría panaderías de barrio junto a su padre para comprar botellitas miniatura. Esa curiosidad inicial pronto se transformó en una búsqueda incesante.

De maestro mayor de obras a tornero: el camino hacia el whisky

La vida laboral de Miguel Ángel fue tan variada como sus etiquetas: estudió maestro mayor de obras, trabajó en una casa de deportes, se recibió de tornero y matricero, y luego entró en el mundo del comercio internacional, importando productos de relojería y perfumería. Los viajes de negocios se convirtieron en oportunidades para adquirir nuevas botellas: una para probar y otra para conservar.

La colección creció rápidamente. A los 23 años ya acumulaba piezas raras. Tras la muerte de su padre, su dolor encontró alivio en el ritual del coleccionismo y en la camaradería del Café de los Incas, un bar icónico de Avenida de los Incas y Tronador, considerado por muchos como el templo del whisky en Latinoamérica. Allí pasó de cliente habitual a propietario, al comprar la parte de los socios cuando el bar enfrentaba deudas.

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Europa, Escocia y el inicio de una revolución

En 1994, Diageo —la gigante internacional de bebidas— lo invitó a recorrer Escocia, la cuna del whisky. Visitó Blair Athol, una de las destilerías más antiguas, y conoció en profundidad los métodos de producción artesanal. Desde entonces, viajó 36 veces a Escocia, recorriendo todas sus destilerías en múltiples ocasiones.

“Cada viaje fue una forma de seguir aprendiendo. Compraba botellas, iba a subastas, encargaba a amigos que viajaban. Nunca lo hice con fines comerciales, era un disfrute personal”, afirma.

En el Museo del Whisky de Edimburgo, que entonces tenía 3384 botellas, prometió superar esa cifra. No solo cumplió: la duplicó con creces. “Me largué a llorar en cámara. Les prometí a los argentinos que íbamos a ser los número uno. Hoy tenemos 5900 botellas”, celebra.

El Museo del Whisky: un templo en Villa Urquiza

Con la colección desbordando las paredes de la casa familiar —donde incluso las botellas se almacenaban en el piso y se giraban mensualmente para evitar que los corchos se secaran—, Reigosa soñó con algo más grande. Así nació el Museo del Whisky, que no es un bar cualquiera: es un lugar de culto.

“El Café de los Incas fue el lugar que más quise, pero no dejaba de ser un bar. Quise hacer algo distinto. En el museo se cierra a las dos de la mañana. En 11 años jamás vi a alguien alcoholizado. La gente respeta este espacio”, explica.

Hoy el museo es un punto de encuentro para conocedores, turistas y entusiastas. Tiene visitas guiadas, catas, piezas históricas y una oferta inigualable. Incluso hay botellas conmemorativas como la Royal Salute 62 Gun, la misma que Isabel II ofreció en su cumpleaños en 2010.

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El whisky y el cambio cultural en Argentina

Según Reigosa, parte del desafío fue cultural. “Durante años, el whisky estuvo asociado a lo prohibido. La palabra ‘whiskería’ tenía connotaciones negativas. A las mujeres no se las veía tomando whisky. Por suerte, eso cambió. Hoy ellas son protagonistas en este mundo”, señala.

También destaca el cambio en la percepción del whisky de calidad. “Traía un single malt y me pedían ‘un whisky de verdad’. Me costó mucho imponerlo. Pero hoy el argentino busca lo bueno, lo genuino”, afirma.

Un legado que no tiene precio

Recientemente, Reigosa recibió una oferta que hizo ruido en todo el ambiente: 30 millones de dólares por su colección, además de una casa en Dubái y un Lamborghini a elección. La rechazó.

“No soy millonario, pero no me falta nada. Mi hijo, mi historia, eso es lo que vale. No me llena una casa más grande ni un auto más rápido. Si hubiera pensado así, nunca habría hecho esto”, afirma con firmeza.

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De Villa Urquiza al mundo: distinciones reales

El 12 de junio de 2010, Miguel Ángel fue invitado al Palacio de Buckingham para celebrar el cumpleaños 84 de la Reina Madre. En ese acto, la reina Isabel II lo distinguió como Embajador del Whisky para Latinoamérica. Años después, recibió otro honor: fue incorporado al selecto grupo de los Keepers of the Quaich, un reconocimiento que se entrega solo en Escocia.

Para un porteño de barrio, criado entre casas bajas y calles de tierra, esos reconocimientos tienen un sabor particular. “Mi papá estaría orgulloso. El whisky me dio amistades, respeto y un camino propio. Y eso no tiene precio”, resume.

El futuro: de la colección al single malt argentino

Reigosa no detiene su marcha. Actualmente, trabaja en el lanzamiento de su propio single malt argentino, fruto de décadas de conocimiento, viajes y encuentros con los mejores productores del mundo. Con su hijo Lorenzo empezando a mostrar interés por el coleccionismo, sueña con que el legado continúe.

Mientras tanto, el Museo del Whisky en Villa Urquiza sigue siendo un faro para los amantes del buen beber, y su creador, un símbolo de pasión, esfuerzo y coherencia.

Miguel Ángel Reigosa no solo cambió la historia del whisky en Argentina: la desafió a nivel mundial y la superó. Desde “la Siberia” de Villa Urquiza al trono del whisky global, sin perder nunca de vista su origen.

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