Por Agroempresario.com
En el marco del Día Mundial de la Biodiversidad, Argentina se posiciona como referente regional en la restauración ecológica mediante la reintroducción de especies amenazadas. Gracias a un conjunto de proyectos impulsados por la Fundación Rewilding Argentina, el CONICET, Temaikèn y otras instituciones, cuatro especies emblemáticas están recuperando su lugar en ecosistemas claves del país: el yaguareté, el guacamayo rojo, el ocelote y el oso hormiguero gigante. Esta nota recorre los avances, desafíos y perspectivas de una cruzada ambiental que ya está dando frutos tangibles.
En las últimas décadas, la pérdida de biodiversidad se aceleró en forma alarmante. La actividad humana, desde la deforestación hasta el avance urbano y la caza ilegal, despojó a muchas regiones de su fauna nativa. Pero en medio de este panorama, surgen historias de recuperación. En Argentina, diversas organizaciones han tomado la delantera en proyectos de reintroducción de fauna, apostando a devolverle al ecosistema no solo sus especies, sino sus funciones ecológicas clave.
El Gran Parque Iberá, con sus 1,3 millones de hectáreas en Corrientes, fue durante décadas un ambiente despojado. Como señala Sebastián Di Martino, director de conservación de Rewilding Argentina, "desde el aire parecía intacto, pero estaba defaunado". Hoy, tras años de trabajo, se ha convertido en epicentro de uno de los mayores esfuerzos de restauración activa del continente.
El yaguareté (Panthera onca), el mayor felino de América, fue reintroducido en Corrientes tras más de 70 años de extinción local. Desde 2012, el Centro de Reintroducción de Yaguareté (CRY) liberó ejemplares provenientes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En 2018 nacieron Arami y Mbarete, primeros cachorros nacidos en la provincia en medio siglo. Le siguieron Mariua y sus crías Karai y Porã. Hoy, 13 ejemplares viven en libertad, monitoreados con collares GPS.
El Parque Iberá ofrece presas abundantes y un entorno seguro. Estudios del CONICET identificaron 650 mil hectáreas aptas para sostener poblaciones viables. Además, el 95% de la población local apoya el regreso de la especie, considerándola un símbolo cultural y atractivo turístico.
Extinto en Argentina hace más de un siglo, el guacamayo rojo (Ara chloropterus) está regresando gracias a un programa liderado por Rewilding, Temaikèn y el Ecoparque. Desde 2015 se liberan ejemplares entrenados en vuelo, reconocimiento de frutos nativos y evasión de depredadores en el Portal Cambyretá y la Reserva Yerbalito. Algunas parejas ya criaron pichones en libertad.
Alicia De La Colina, doctora en Ciencias Biológicas, destacó que "la pérdida de una especie impacta en cadena". El guacamayo rojo, por su dieta frugívora, es clave en la dispersión de semillas de especies arbóreas nativas.
El ocelote (Leopardus pardalis), un felino de tamaño mediano, está siendo reintroducido en Iberá desde 2022. Estos animales cumplen un rol central en el control de poblaciones de roedores y otros mamíferos menores. La reintroducción se realiza con ejemplares rehabilitados de centros de rescate y nacidos en cautiverio.
Con su peculiar apariencia y rol único como controlador de termitas y hormigas, el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) regresó a Iberá en 2007. Fue la primera especie en introducirse como parte del plan de restauración. Hoy hay una población estable que se reproduce en libertad.
Como explicó Sofía Heinonen, directora ejecutiva de Rewilding Argentina, "no se trata sólo de traer animales, sino de recuperar las funciones ecológicas que garantizan la salud de un ecosistema". Cada especie cumple una tarea: desde dispersar semillas, controlar plagas o mantener la fertilidad del suelo. Su ausencia debilita al sistema entero.
Restaurar un ecosistema no es sencillo. Uno de los principales desafíos es encontrar hábitats viables. Los desmontes, especies invasoras, contaminación y el cambio climático son obstáculos constantes. A esto se suma la necesidad de financiamiento sostenido y apoyo político.
También es crucial la aceptación de las comunidades locales. En Corrientes, la educación ambiental y la promoción del ecoturismo jugaron un rol clave. "Hoy la gente entiende que el regreso del yaguareté puede traer trabajo y desarrollo", explica Di Martino.
La restauración de fauna genera beneficios que exceden la conservación. La biodiversidad refuerza la seguridad alimentaria, reduce riesgos de enfermedades zoonóticas y fortalece la resiliencia al cambio climático. Además, el ecoturismo basado en avistaje de fauna se convierte en una fuente sustentable de ingresos para las regiones.
Estos proyectos también destacan por la cooperación internacional. El intercambio de ejemplares con Brasil, Paraguay y Uruguay permitió aumentar la diversidad genética del yaguareté. Organismos como el CONICET, universidades y fundaciones globales también aportan conocimientos y fondos.
La experiencia argentina ya sirve como modelo para otros países. Rewilding Chile y proyectos en Brasil, Colombia y Ecuador están replicando metodologías desarrolladas en Iberá. La clave está en el enfoque integral: ciencia, territorio, comunidad y política.