Por Agroempresario.com
En pleno corazón de Santa Fe, una ciudad donde la cerveza es más que una bebida, funciona un sistema inédito en toda Latinoamérica: un cervezoducto que conecta directamente los tanques de producción de la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU) con las canillas del Patio de la Cervecería, un espacio gastronómico que recibe a cientos de personas por día. Esta ingeniería no solo es única en su tipo, sino que también preserva la frescura, el sabor y la tradición cervecera de más de un siglo de historia. Esta innovación marca un antes y un después en la forma de consumir cerveza en la región y refuerza el vínculo cultural con una de las bebidas más populares del país.
Inaugurado en junio de 2011, a días de comenzar la Copa América en Argentina, el cervezoducto de Santa Fe sorprendió por su propuesta revolucionaria: llevar cerveza fresca sin pasteurizar desde la planta productora a un bar contiguo, cruzando por el aire una calle entera a través de cañerías especiales. El sistema recorre 300 metros desde los tanques de la CCU hasta el Patio de la Cervecería, utilizando una tecnología de aislación y refrigeración que mantiene el líquido a 1°C constante, garantizando una calidad única.
La cerveza que circula por este ducto no es cualquier cerveza: es el tradicional “liso” santafesino, servido en un vaso de 255 cm³ de vidrio fino sin tallar. Esta bebida, con su color rubio claro y sabor liviano, no es pasteurizada y tiene una vida útil de apenas unas semanas, lo que la hace exclusiva del lugar.
Con 80 litros anuales per cápita, Santa Fe duplica la media nacional de consumo de cerveza en Argentina. “Esto tiene mucho que ver con el calor constante de la región y la tradición cervecera forjada por inmigrantes europeos”, señala Mariana Nadalich, guía del Museo Paseo de la Cervecería, ubicado dentro de la planta. Otro dato revelador: se estima que en la ciudad hay una chopera cada 340 habitantes, ya sea hogareña o comercial.
Esa conexión cultural con la cerveza se refleja también en el éxito del Patio de la Cervecería, el restaurante anexo que recibe más de 800 visitantes diarios en temporada. Allí, la gastronomía local —desde pescados de río hasta carnes asadas y pizzas— se marida con 16 variedades de cervezas producidas por la fábrica, aunque el liso sigue siendo el rey.
El nacimiento de esta tradición se remonta a comienzos del siglo XX. Otto Schneider, descendiente de cerveceros centroeuropeos, fue uno de los pioneros. Tras trabajar en la Cervecería San Carlos, a 50 km de la capital provincial, se instaló como maestro cervecero en la flamante Cervecería Santa Fe en 1912. Su elección no fue casual: el agua del río Paraná tenía características similares a la de Pilsen o Munich, fundamentales para la elaboración de una buena cerveza.
Según Juan Bauer, artesano local y descendiente de inmigrantes, “mi bisabuelo Guillermo vino con Otto desde Europa. Mientras él armó un molino harinero en San Carlos, Otto insistió con la cerveza. Y vaya si acertó”. Esa persistencia se consolidó con el paso del tiempo, y hoy la fábrica es una de las más importantes del país.
Aunque la cervecería nació hace más de un siglo, no ha quedado anclada en el pasado. Luego de una crisis en los años 90, fue adquirida en 1995 por un grupo empresario formado por capitales chilenos y holandeses, que integraron la planta a CCU Argentina junto a otras dos fábricas en Salta y Luján. Se modernizó el equipamiento con tecnología alemana y neerlandesa, convirtiéndose en una de las más avanzadas del continente.
Actualmente, la planta produce más de un millón de litros diarios. Además de la marca Santa Fe, elabora Schneider, Córdoba, Imperial, Bieckert, Palermo, Salta, Isenbeck, Norte e Iguana, y produce bajo licencia cervezas internacionales como Warsteiner, Amstel, Grolsch, Heineken, Miller y Blue Moon.
Visitar la Cervecería Santa Fe no es solo un paseo por una fábrica: es un viaje en el tiempo. El Museo Paseo de la Cervecería ofrece un recorrido guiado por las antiguas maquinarias de cobre y bronce, barriles artesanales de roble, envases históricos y documentos que narran más de 112 años de historia. Desde 2002, el ingreso es gratuito como parte de un acuerdo con el municipio y enmarcado dentro de la responsabilidad social empresarial.
“Comenzamos con visitas para escuelas, pero hoy recibimos turistas de todo el país y del exterior. El circuito incluye videos interactivos, una muestra de materias primas, la evolución de los envases y hasta el ingreso a la planta para ver el proceso de envasado en vivo”, detalla Nadalich.
El recorrido comienza en una casona centenaria que perteneció al primer gerente de la empresa, con pisos de madera y techos altos que remiten a otra época. Este espacio incluso fue usado como set para publicidades y realities europeos.
La obra del cervezoducto fue ideada por el entonces Director General de CCU, Fernando Sanchís, y demandó una inversión de 250 mil dólares. “El terreno del Patio siempre fue de la empresa, aunque antes fue una fábrica de hielo o un depósito. Hacia 2010 decidimos darle valor para recuperar la costumbre de los patios de barrio”, explica Juan Pablo Barrale, Gerente de Asuntos Corporativos.
La instalación fue un desafío técnico: las cañerías deban cruzar la calle Calchines por el aire, soportar el peso del líquido y mantener la temperatura. El resultado fue exitoso y desde entonces el ducto entrega diariamente 600 litros de liso en condiciones óptimas.
Este modelo ha despertado interés en otras partes del país, aunque hasta ahora no ha sido replicado. El motivo principal es que la cerveza sin pasteurizar exige un consumo inmediato, lo que limita su distribución a distancias muy cortas. Por eso, este sistema sigue siendo exclusivo de Santa Fe.
El vaso de liso no es un detalle menor. Fue el propio Schneider quien eligió el formato: sin relieves ni tallados, de vidrio fino, para mantener la temperatura y evitar la pérdida de espuma. “El liso es más que una bebida, es un símbolo de identidad santafesina. Compartirlo en el Patio es la forma perfecta de cerrar la visita”, sostiene Nadalich.
Al final del tour, cada visitante recibe un vale por un liso gratis, que se canjea en el restaurante. “Es una experiencia completa: aprendés sobre el proceso, conocés la historia y terminás disfrutando la mejor cerveza tirada, directo desde la fábrica”, afirman desde la empresa.
El impacto de la Cervecería Santa Fe va más allá de su producción. La planta emplea a cientos de trabajadores, genera actividad económica en la región y promueve un modelo de industria sustentable con fuerte anclaje comunitario. Además, sirve de inspiración para otras provincias que buscan posicionarse en el mapa cervecero nacional.
La ciudad también ha desarrollado eventos temáticos, como festivales de cerveza, ferias gastronómicas y circuitos turísticos que tienen al liso como protagonista. En este contexto, el cervezoducto funciona como emblema de una cultura cervecera que se renueva sin perder su esencia.
Web oficial: www.paseodelacerveceria.com.ar