Por Agroempresario.com
El Gobierno nacional ha desplegado en las últimas semanas una defensa firme de su política económica, marcando distancia con la gestión de Mauricio Macri. A través de presentaciones técnicas y declaraciones públicas, tanto el Banco Central como el Ministerio de Economía afirman que el actual plan de estabilización liderado por Javier Milei no solo es diferente, sino directamente opuesto al implementado entre 2016 y 2017.
En un encuentro reciente en El Salvador, el vicepresidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Vladimir Werning, detalló ante autoridades monetarias de América Latina por qué el programa libertario está logrando resultados más rápidos y sólidos, especialmente en la lucha contra la inflación y la reducción del déficit externo. Paralelamente, el viceministro de Economía, José Luis Daza, remarcó ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el enfoque actual evita las vulnerabilidades del pasado, especialmente la dependencia del carry trade y la emisión de deuda en moneda extranjera.
Uno de los puntos que Werning destacó en su presentación ante la CXVIII Reunión de Gobernadores de Bancos Centrales del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) fue la marcada caída de la inflación desde diciembre de 2023. Según el BCRA, la tasa mensual del índice de precios al consumidor se redujo más rápidamente que durante la primera etapa del gobierno de Cambiemos.
A esta desaceleración inflacionaria se sumó una baja considerable en los niveles de pobreza. La relación entre estabilidad de precios y mejora en el poder adquisitivo fue señalada como una de las ventajas más visibles del nuevo esquema macroeconómico.
Una de las diferencias estructurales más importantes que el Gobierno subraya tiene que ver con la estrategia monetaria. En lugar de mantener altos niveles de pasivos remunerados, como las Lebacs durante el gobierno anterior, el BCRA actual eliminó estos instrumentos del balance y los transfirió al Tesoro Nacional.
Esto permitió, según Werning, reducir la emisión asociada al pago de intereses y mejorar la solidez de la hoja de balance de la entidad monetaria. En contraste, durante la gestión de Federico Sturzenegger como presidente del Central, los pasivos remunerados crecieron de forma sostenida y terminaron por alimentar la inestabilidad financiera.
Otro punto destacado en el informe presentado en El Salvador es la recuperación del crédito bancario al sector privado. Medido como porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI), el stock de préstamos en pesos y dólares supera los niveles observados en 2016-2017.
Mientras en el período macrista el crédito rondaba el 13% del PBI, en la actualidad supera el 15%. Este repunte es interpretado como una señal de mayor confianza y dinamismo dentro del sistema financiero local, sin necesidad de recurrir a endeudamiento externo.
Aunque el inicio de la gestión libertaria estuvo marcado por un ajuste fiscal profundo y un shock de precios relativos, el BCRA sostiene que la recuperación económica comenzó más rápido que en la experiencia anterior.
Según los datos oficiales, la actividad mostró signos de repunte a partir del tercer mes de mandato, mientras que en el caso de Macri el crecimiento se demoró hasta el séptimo u octavo mes. Esta mayor velocidad de recuperación es atribuida, en parte, a una menor vulnerabilidad externa y a la menor exposición a shocks financieros internacionales.
En el plano externo, Werning señaló que la cuenta corriente de 2024 cerró con un superávit equivalente al 1% del PBI. En cambio, durante los dos primeros años del macrismo, la balanza de pagos registró déficits significativos que llegaron al 5% del PBI, generando presiones sobre el tipo de cambio y las reservas internacionales.
Un dato revelador es la acumulación neta de divisas por parte del BCRA: más de USD 22.000 millones entre diciembre de 2023 y septiembre de 2024, frente a los USD 4.700 millones en igual período durante la gestión anterior. Este mayor excedente de dólares proviene, principalmente, del sector privado y es leído como una señal de fortaleza del esquema actual.
La reducción de la exposición de inversores extranjeros a instrumentos en pesos también es central en el diagnóstico oficial. Mientras que a fines de 2017 los no residentes tenían activos locales por más de USD 30.000 millones, hoy esa cifra ronda los USD 1.500 millones.
Esta menor participación extranjera implica, según el BCRA, un menor riesgo asociado al carry trade, que fue una de las causas del colapso financiero entre 2018 y 2019. Las Lebac, ampliamente utilizadas en aquel momento, eran instrumentos disponibles tanto para inversores locales como extranjeros, lo que facilitaba la entrada y salida veloz de capitales especulativos.
En una entrevista con el canal Neura, el viceministro Daza ofreció una síntesis contundente de la posición del Gobierno. “En mi primera reunión con las autoridades del Fondo Monetario, lo que me dijeron fue: ‘wait a minute, esto ya lo vimos’. Lo que respondí es que no fue distinto a lo que hizo Macri, es lo opuesto”, relató.
Daza remarcó que la primera medida del Gobierno fue cerrar el déficit fiscal y evitar los errores del pasado. En su visón, el nuevo enfoque se basa en principios de equilibrio presupuestario, saneamiento monetario y acumulación genuina de reservas, sin recurrir a estrategias de endeudamiento o anabólicos financieros.
Si bien desde el Gobierno muestran confianza en los resultados del programa, algunos analistas advierten que ciertos riesgos persisten. El tipo de cambio oficial sigue apreciado, lo que genera tensiones sobre la competitividad externa, y la inflación, si bien está en baja, aún no ha perforado el 2% mensual.
Además, la persistencia del riesgo país por encima de los 1.200 puntos básicos refleja cierta desconfianza por parte de los inversores. La memoria reciente del ciclo 2016-2019 aún pesa sobre la percepción externa, por más que las autoridades insistan en que el camino actual no es comparable.