Por Agroempresario.com
Informa sobre un estudio académico presentado en el Congreso Maizar 2025 que propone un modelo innovador para transformar la cadena de valor del maíz en Argentina y crear más de 20.000 nuevos empleos. El proyecto plantea que, en lugar de cobrar retenciones, esos fondos se reinviertan en la industrialización y agregación de valor al maíz, potenciando su impacto económico y social.
El estudio fue desarrollado por un equipo de expertos encabezado por el economista Roberto Bisang, de la Universidad de Buenos Aires (UBA), junto con los investigadores del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) Ricardo Negri, Juan Cardini y Felipe Galia. Mediante una simulación avanzada, que considera múltiples escenarios industriales y logísticos, los especialistas demostraron el potencial de la cadena maicera para incrementar su facturación un 17% y generar más de 700 millones de dólares adicionales en rentabilidad.
Bisang explicó que actualmente el 62% del maíz argentino se exporta sin procesar, y solo entre un 35 y 38% se utiliza localmente, muchas veces por default. “La transformación del maíz es incompleta. Queremos proyectar un modelo de desarrollo industrial competitivo y sostenible para los próximos 70 años”, sostuvo el economista.
El equipo utilizó un sistema modular de simulación para mapear el flujo del maíz en diferentes usos: producción de grano, biomasa, proteína animal, etanol y otros derivados industriales. Felipe Galia señaló que esta herramienta no solo permite anticipar resultados, sino que ayuda a reducir el riesgo en la toma de decisiones estratégicas para toda la cadena productiva.
Juan Cardini, encargado de los resultados económicos, destacó que la cadena actual genera más de 28.000 millones de dólares en facturación, sostiene 160.000 empleos y moviliza más de dos millones de viajes en camión anuales. Sin embargo, si se simula un escenario inverso, con más exportación de grano sin valor agregado, la facturación podría caer un 42%, con la pérdida de casi 73.000 empleos.
La propuesta de replicar el modelo estadounidense, que industrializa el 50% del maíz y exporta solo el 14%, indicaría un crecimiento del 38% en facturación y más de 80.000 empleos adicionales, equivalente a toda la población activa de una ciudad como Villa María, Córdoba.
“El cambio implica repensar infraestructura, logística y políticas de incentivos, para combinar cadenas productivas como las de maíz y soja”, remarcó Cardini. La inversión necesaria sería de unos 13.300 millones de dólares, pero con resultados claros y sostenibles en el tiempo.
Un escenario concreto analizado fue la suspensión de las retenciones por cuatro años, destinando esos recursos a inversión en industrialización. Los resultados proyectan un aumento del 17% en facturación, más de 20.000 nuevos empleos, un incremento del 9,5% en el tránsito de camiones y un alza del 28% en el valor dólar por tonelada.
Bisang enfatizó que la clave está en monetizar toda la planta del maíz, no solo el grano, considerando la biomasa, el rastrojo, servicios ecosistémicos y captura de carbono dentro de un enfoque de bioeconomía productiva. “Hacer etanol no afecta el costo de los alimentos; bien explotado, puede abaratar productos como la polenta”, añadió.
Ricardo Negri destacó la importancia de estos modelos como guías para la toma de decisiones, pero subrayó que la implementación requiere un compromiso federal: “Hay que anclar estructura productiva en el interior para no depender de ayudas externas.”
El estudio concluye que la transformación de la cadena maicera no solo suma valor económico, sino que representa una oportunidad para desarrollar un modelo agroindustrial sustentable, competitivo y federal, capaz de crear empleo genuino y aprovechar el potencial productivo argentino.