Por Agroempresario
En la antesala de la reunión de gobernadores prevista para esta mañana, La Rioja se presenta como el caso más crítico del ajuste implementado por el Gobierno nacional. En ese aspecto, la Provincia se consolida -tristemente- como una de las más perjudicadas por el brutal ajuste que lleva adelante el presidente Javier Milei. Con una caída del 4,2% en las transferencias automáticas, el recorte de fondos que deben enviarse desde Nación no solo afecta las cuentas públicas, sino que amenaza directamente al federalismo y la equidad territorial.
En medio de un clima de creciente tensión entre el gobierno libertario y las provincias, La Rioja vuelve a ocupar el centro de la escena, no solo por ser una de las jurisdicciones más afectadas por la reducción de fondos coparticipables, sino por haber sido la primera en alzar la voz con claridad frente al modelo de ajuste fiscal que aplica Nación, que está desfinanciando a las jurisdicciones. Hoy, muchas provincias comienzan también a levantar su voz para denunciar una política que, bajo el pretexto del equilibrio financiero, ignora la realidad de los territorios y rompe los pactos federales que sostienen el funcionamiento del país.
A la fecha, el Gobierno nacional mantiene una deuda millonaria con La Rioja, producto del incumplimiento sistemático del envío de los fondos que por ley le corresponden. No se trata de una ayuda, ni de aportes discrecionales: son recursos que forman parte de un régimen especial reconocido históricamente a la Provincia por su condición federal y que han sido desconocidos por la actual gestión nacional. La deuda, lejos de ser saldada, se sigue acumulando mes a mes con una indiferencia que vulnera los principios de equidad y justicia distributiva, tal como lo alertó en varias oportunidades el gobernador Ricardo Quintela.
Sin embargo, y pese a este escenario de brutal asfixia financiera, La Rioja ha sostenido con recursos propios el pago de salarios, la continuidad de la obra pública, las políticas sociales y el acompañamiento a los sectores productivos. Lo ha hecho con esfuerzo, con gestión, y con una determinación política que contrasta con el desinterés que reina en la Casa Rosada.
Lo cierto y concreto es que el mapa de transferencias automáticas entre 2024 y 2025 muestra el impacto generalizado del ajuste. Pero la situación de La Rioja no es solo un número: es la expresión de una decisión política que castiga a las provincias que se animan a cuestionar el relato de un supuesto “orden” que se construye sobre el desfinanciamiento sistemático del interior y que, actualmente, pone en jaque a las administraciones provinciales, muchas de las cuales ya advirtieron sobre la imposibilidad de cumplir con los compromisos asumidos.
Mientras otras provincias intentan aún negociar en silencio o se alinean sin condiciones al discurso libertario, tal el caso de Catamarca, La Rioja ha sido coherente y contundente en su posición: sin federalismo real, no hay desarrollo posible. Por eso, desde el inicio de esta gestión nacional, la Provincia encabezó los planteos ante la Justicia y en el plano institucional para exigir lo que le corresponde por derecho.
El deterioro de los recursos nacionales transferidos a las provincias, sumado a la inflación y a la eliminación de fondos compensadores, pone en jaque la sustentabilidad de los servicios esenciales en el interior del país. Pero La Rioja ha elegido un camino distinto: el de la defensa de los intereses de su pueblo, con hechos y con firmeza política.