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Por Agroempresario.com
En un contexto global atravesado por la incertidumbre política, económica y climática, Finlandia vuelve a destacarse como un faro de estabilidad, desarrollo humano y bienestar social. Por octavo año consecutivo, encabeza el World Happiness Report 2025, un ranking respaldado por las Naciones Unidas que mide aspectos como el PIB per cápita, el apoyo social, la libertad para tomar decisiones de vida, la generosidad y la corrupción percibida. ¿Cuál es el secreto de este país nórdico de apenas 5,5 millones de habitantes?
La respuesta, según explicó en diálogo exclusivo con Infobae la embajadora de Finlandia en Argentina, Nicola Lindertz, no reside en una alegría efusiva o en expresiones exuberantes de felicidad, sino en un estilo de vida marcado por la previsibilidad, las oportunidades equitativas, la confianza institucional y un fuerte compromiso con el bien común. “En Finlandia, la felicidad tiene que ver con avanzar tranquilamente en la vida, sin grandes sobresaltos”, afirmó.
En la sede diplomática en Buenos Aires, Lindertz detalló que Finlandia ha construido lo que denominan una “infraestructura de la felicidad”: un entramado de instituciones sólidas, políticas estables y sistemas de contención social que permiten a sus ciudadanos planificar su futuro con certeza. “Cuando una persona pierde su trabajo, sabe que tiene una red de apoyo detrás. Eso genera una tranquilidad enorme”, explicó.
Este enfoque se traduce en una sociedad con una de las menores desigualdades de ingresos del mundo. “No hay tantas diferencias salariales, y eso hace que todos sientan que pueden avanzar”, dijo. A su vez, el sistema educativo gratuito, igualitario y de excelencia cumple un rol clave como motor de oportunidades reales.
El sistema educativo finlandés es admirado internacionalmente por su enfoque integral y equitativo. Según Lindertz, la educación es uno de los pilares más fuertes del bienestar nacional: “Es una política de Estado que trasciende gobiernos. Todos los partidos le dan valor y trabajan para mejorarla”.
Las estadísticas respaldan esta visión. El 91% de los adultos entre 25 y 64 años en Finlandia ha completado la educación secundaria superior, frente al promedio del 79% en los países de la OCDE. Además, los docentes gozan de una alta valoración social, y los programas escolares priorizan el pensamiento crítico, la empatía y la creatividad, más allá del rendimiento académico.
Otro de los secretos del éxito finlandés es su sistema político moderado y orientado al consenso. Los gobiernos de coalición, según Lindertz, evitan los vaivenes ideológicos extremos: “Eso permite sostener políticas públicas más allá de los ciclos electorales y mejora la cohesión social”.
Este modelo se refleja también en la gestión de la salud mental. A fines de los años 80 y principios de los 90, Finlandia tenía una de las tasas de suicidio más altas del mundo. Sin embargo, gracias a un programa nacional de salud mental, con énfasis en la prevención, la formación de profesionales y la apertura del debate social, las cifras se redujeron más de un 50%.
“La felicidad también implica saber que los problemas son tomados en serio y que hay respuestas desde el Estado”, puntualizó Lindertz.
Para la embajadora, los finlandeses han desarrollado una resiliencia cultural basada en la confianza en las instituciones, la transparencia pública y la libertad personal. “Incluso en contextos internacionales volátiles, la gente siente que puede construir su vida sin miedo”, indicó.
Esta resiliencia no solo tiene un componente emocional, sino también práctico. Finlandia se prepara activamente para responder a amenazas externas como guerras o catástrofes naturales, fortaleciendo su infraestructura y su sistema de defensa civil.
Finlandia lidera varios de los indicadores que se correlacionan con altos niveles de satisfacción de vida. Según el Fondo Monetario Internacional, su PIB per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo supera los USD 67.000. La esperanza de vida es de 82 años y más del 97% de la población está satisfecha con la calidad del agua. Además, la tasa de empleo alcanza el 72%.
Estos datos refuerzan la idea de que el bienestar no es solo un concepto subjetivo, sino que está sustentado por políticas públicas eficaces y sostenidas.
Finlandia no está sola en esta estrategia. Otros países nórdicos como Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia también ocupan los primeros puestos del ranking de felicidad. Para Lindertz, esto se debe a una historia de cooperación regional profunda: “La cooperación nórdica es una de las más antiguas del mundo moderno y ha permitido que compartamos buenas prácticas y principios comunes”.
Esta sinergia se extiende también a América Latina, especialmente en el ámbito educativo. Delegaciones latinoamericanas visitan frecuentemente Finlandia para estudiar su sistema y buscar adaptaciones posibles en sus propios contextos. “Estamos siempre dispuestos a compartir experiencias, aunque los desafíos sociales sean distintos”, señaló la diplomática.
La imagen de Finlandia como país feliz se ha convertido también en una marca turística. Los visitantes son atraídos por la posibilidad de alojarse en iglús transparentes para ver auroras boreales, recorrer los bosques boreales o visitar la casa de Papá Noel en Rovaniemi.
Pero además de sus paisajes y particularidades, Finlandia tiene un lazo cultural inesperado con América Latina: el tango. “Hay un interés muy genuino en nuestra sociedad por la cultura hispanoamericana, y el tango finlandés es una muestra clara de esa conexión”, expresó Lindertz.
También crece el interés por atraer talento y científicos extranjeros, en parte para enfrentar el desafío demográfico de una población que envejece rápidamente.
Para Jeffrey Sachs, académico y presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU, la felicidad no solo debe medirse, sino traducirse en políticas públicas: “Nos corresponde, como ciudadanos, convertir esta verdad en acciones positivas”, señaló.
El modelo finlandés, lejos de ser utópico, muestra que es posible construir sociedades en las que la felicidad sea una prioridad legítima de gobierno. Con previsibilidad, educación de calidad, equidad, y compromiso institucional, Finlandia demuestra que el bienestar no es una casualidad, sino una decisión política sostenida en el tiempo.
En palabras de Nicola Lindertz, “la felicidad no es una emoción pasajera, sino una forma de vivir en comunidad, con la seguridad de que uno tiene un lugar, una voz y un futuro”.
