El éxodo ganadero en Santa Fe: la sequía obliga a los productores a vender su hacienda

Por falta de lluvias, productores del norte santafesino liquidar su stock ganadero sin retorno

El éxodo ganadero en Santa Fe: la sequía obliga a los productores a vender su hacienda
jueves 12 de junio de 2025

Por Agroempresario.com 

En el corazón del norte santafesino, el departamento 9 de Julio se convierte en un reflejo palpable de una crisis agropecuaria que no da tregua. Las rutas se ven surcadas por camiones que transportan ganado, una postal que en otros contextos podría representar movimiento comercial. Pero aquí es diferente. Es la señal inequívoca de un éxodo forzado. Los productores rurales se ven obligados a deshacerse de su hacienda, no por estrategia, sino por desesperación: no hay pasto, no hay agua, y mantener el rodeo en estas condiciones se volvió imposible.

El dirigente rural Gerónimo Senn, presidente de la Sociedad Rural de Tostado, lo resume con preocupación: “Eso es hacienda que se va”. No se trata de ventas planificadas ni de decisiones voluntarias. Es una huida hacia la subsistencia económica. La sequía —persistente, extrema y prolongada— golpea sin distinción y convierte cada campo vacío en una herida abierta para el tejido productivo de la región.

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Una sequía sin fin

En lo que va del año, las lluvias en el norte de Santa Fe han sido insignificantes. Muchas localidades del departamento 9 de Julio no superaron los 200 milímetros de agua acumulada. Esta falta de humedad no permite sembrar pasturas ni verdeos, lo que deja al ganado sin alimento. Peor aún, el agua para consumo animal escasea o es de mala calidad. “Hay zonas donde directamente no hay agua. Están haciendo perforaciones a 75 metros y no sacan agua buena. Otros saben que después de los nueve metros, el agua es salobre”, comenta Senn.

Las soluciones que se intentan aplicar apenas alcanzan. Algunos productores profundizan represas, mientras otros deben transportar agua desde puntos distantes —hasta 40 kilómetros— con camiones cisterna. La Sociedad Rural local incluso instaló bombas para extraer agua del río, pero la infraestructura y logística son limitadas frente a la magnitud de la crisis.

Liquidar capital para sobrevivir

El panorama obliga a tomar decisiones drásticas. Reducir el stock ganadero, vender animales anticipadamente o incluso abandonar la actividad ganadera por completo. “Ya veo camiones con hacienda por la ruta. En los remates hay mucha cantidad. La gente ya aprendió y empieza a achicar los campos, porque se vienen meses durísimos”, advierte Senn.

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Esta realidad remite a lo ocurrido durante la sequía entre 2006 y 2009, cuando el cierre de exportaciones impulsado por el kirchnerismo y la falta de agua causaron la pérdida de entre el 35% y el 40% del stock ganadero en la región. En aquel entonces, el departamento 9 de Julio tenía casi 980.000 cabezas. Hoy, la cifra apenas supera las 600.000. Y todo indica que seguirá cayendo.

Si bien los precios actuales de la hacienda permiten cierta amortiguación económica, el escenario sigue siendo crítico. “El productor está vendiendo capital para mantener capital. Ya no es producción lo que vende: eso ya se vendió”, sentencia Senn, dejando entrever la magnitud del daño estructural.

Reconversión forzada: del ganado al algodón

Frente al descalabro ganadero, algunos productores optan por cambiar de rubro. El algodón, históricamente asociado al Chaco, avanza sobre los campos de Santa Fe como una opción más rentable y viable en este clima. “Nuestra región del norte santafesino es ahora la que más algodón siembra en el país”, destaca Senn. En lotes donde antes se necesitaban tres o cuatro hectáreas para mantener una vaca, ahora se cosecha algodón con buenos márgenes económicos.

Por el contrario, cultivos como soja o maíz presentan rindes extremadamente bajos por la falta de agua, complicando aún más la sostenibilidad de muchas explotaciones. A eso se suma una falta estructural de herramientas financieras adecuadas. Los productores reclaman líneas de crédito específicas para afrontar la emergencia y sostener la producción o, en muchos casos, evitar el cierre definitivo.

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El costo emocional y productivo del abandono

Más allá de lo económico, el éxodo ganadero tiene un alto costo emocional. “Lo que más duele es que esos campos que hoy se vacían difícilmente vuelvan a poblarse de animales”, lamenta Senn. Porque no solo se pierden animales, sino también saberes, tradiciones, identidad territorial. La ganadería extensiva, que forma parte del ADN productivo del norte santafesino, se ve desplazada por necesidad.

La falta de políticas públicas adecuadas, la ausencia de infraestructura hídrica sustentable y la reiteración de ciclos secos extremos sin previsión configuran un combo devastador. Los campos se desarman, los productores se resignan y las comunidades rurales ven menguar su entramado económico.



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