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Por Agroempresario.com
La campaña de siembra de trigo 2025 enfrenta desafíos importantes, marcados por demoras en la implantación debido a condiciones climáticas adversas. Un informe reciente de Nidera Semillas destaca que la fecha de siembra y la elección de la variedad de trigo son factores que deben analizarse en conjunto, ya que ambos impactan directamente en los rindes y en la rentabilidad final de los productores.
Este año, la superficie sembrada apenas alcanza un 25% del total proyectado, y en muchas regiones la siembra se ha retrasado con respecto al promedio histórico de los últimos cinco años. Entre las causas se encuentran la cosecha gruesa demorada y problemas en los lotes debido al exceso de lluvias, que dificultan el ingreso para la implantación.
Según Otto Goedelmann, gerente de ventas de autógamas de Nidera Semillas, “fecha de siembra y variedad van de la mano”. Para cada ciclo de madurez del trigo existe una ventana de siembra recomendada que maximiza el rendimiento. La demora en ingresar a los lotes obliga a los productores a ajustar sus decisiones, evaluando qué variedad se adapta mejor a la nueva fecha disponible.
El informe indica que por cada día de retraso en la siembra se puede perder entre 18 y 20 kilos de trigo por hectárea, mientras que un aumento de un grado en la temperatura máxima media puede reducir la producción hasta en 330 kilos por hectárea. Esto significa que la siembra tardía puede afectar significativamente la productividad y, por ende, la rentabilidad del cultivo.
Goedelmann explica que la selección de la variedad no solo depende de la fecha de siembra, sino también del tipo de estrategia productiva que se quiera llevar adelante. “La elección de un producto también depende de si se busca un planteo ofensivo o defensivo, acorde al ambiente productivo”, señala.
En un planteo ofensivo, el productor puede optar por variedades de ciclo intermedio o largo, que demandan mejores condiciones y mayores insumos para maximizar el rendimiento. En cambio, un planteo defensivo prioriza materiales más resistentes a enfermedades o tolerantes a condiciones adversas, con un manejo más conservador.
Además, la variedad elegida puede responder a necesidades específicas, como el control de malezas o la prevención de enfermedades fungosas, especialmente royas y manchas, que son las principales amenazas para el cultivo de trigo en Argentina.
Nidera ofrece un portfolio de variedades adaptadas a distintos ciclos y fechas de siembra. Entre las novedades, destaca el 610 Baguette, un material de ciclo intermedio con bajo requerimiento de vernalización y un perfil sanitario elevado que promete superar en popularidad al tradicional Baguette 620, el trigo más sembrado en el país.
“El 610 Baguette es muy plástico y se adapta mejor a distintas regiones, ofreciendo mayor flexibilidad para enfrentar ventanas de siembra variables”, explica Goedelmann.
Una vez definida la variedad y fecha de siembra, el siguiente paso es ajustar la nutrición en función de análisis de suelo y la proyección de rendimiento esperada. Nidera destaca la importancia del fósforo, potasio y especialmente del nitrógeno, un nutriente clave para el desarrollo del trigo.
Goedelmann señala que “nutrientes y agua van de la mano” y que la proyección climática para la primavera indica un año normal en términos hídricos, lo que permitiría al cultivo alcanzar su máximo potencial productivo si se acompaña con una nutrición adecuada.
El especialista recomienda comenzar la siembra con lotes libres de malezas y mantener un seguimiento riguroso hasta el cierre de surco para evitar futuros problemas. “Si llegamos a esa etapa con el lote limpio, es muy probable que no enfrentemos inconvenientes mayores después”, asegura.
Respecto a los insectos, es fundamental monitorear y aplicar controles solo cuando se superen los umbrales establecidos. En cuanto a enfermedades, Nidera utiliza un sistema de puntuación (“Scores”) para evaluar el comportamiento sanitario de sus variedades frente a patógenos críticos, principalmente royas y manchas foliares.
Para que un producto llegue al mercado, debe demostrar un perfil sanitario sobresaliente, superando las variedades que actualmente emplean los productores, lo cual es clave para garantizar la estabilidad de la producción en ambientes de alta presión sanitaria.
La siembra de trigo en Argentina, uno de los cultivos clave para la rotación agrícola y la economía del sector, enfrenta este año un contexto complejo. Las lluvias tardías y las demoras en la cosecha gruesa han obligado a los productores a ser flexibles y tomar decisiones ajustadas a las condiciones concretas de cada región y lote.
El informe de Nidera refleja la necesidad de adaptarse rápidamente a estas circunstancias, eligiendo materiales que optimicen el rendimiento dentro de la ventana de siembra disponible y con un manejo nutricional y sanitario que maximice la productividad.
