Por Agroempresario.com
La historia de Avícola Santa Bárbara es un ejemplo de desarrollo industrial en el interior argentino. Fundada en 1992 por Marcela Saraceni y Edgardo Navone en el pequeño pueblo de Pinzón, comenzó con una producción artesanal de pollo y hoy es una de las compañías más avanzadas del sector avícola en la región. Con sede operativa en Saforcada, la firma no solo abastece a la provincia de Buenos Aires, sino también a Córdoba, La Pampa y San Luis.
El crecimiento de Santa Bárbara no fue casual ni inmediato. “Nacimos haciendo milanesas de pollo en un garaje, con procesos caseros. Hoy tenemos una planta de faena completa, producción integrada y una de las incubadoras más tecnológicas del país”, cuenta Adrián Pugliesso, actual gerente de la firma.
El despegue real llegó en el año 2000, cuando se construyó la primera planta de procesamiento en Saforcada. Desde entonces, la estrategia fue clara: apostar por la integración vertical para controlar todos los eslabones de la cadena productiva. Hoy cuentan con:
“El proceso está 100% bajo nuestro control: desde la genética del huevo hasta la entrega del pollo envasado. Eso garantiza calidad, trazabilidad y eficiencia”, afirma Pugliesso.
La producción avícola en Argentina atraviesa un momento de crecimiento. Por primera vez en la historia, el consumo de pollo superó al de carne vacuna, alcanzando 47 kilos per cápita. Esta tendencia no solo responde a cuestiones económicas, sino también a cambios en los hábitos de consumo.
“Nuestra planta de faena está al 100% de su capacidad. Hay más pollos en crianza, pero no nos da la infraestructura para faenar más, por eso también vendemos pollo vivo”, explica el gerente. Además, el crecimiento de la demanda por cortes específicos, como pechugas, pata muslo y alitas, obliga a adaptar los procesos productivos.
En Santa Bárbara nada se tira. Lo que no se vende como corte se transforma en harina de carne para alimento balanceado de mascotas. Esta lógica de aprovechamiento integral del animal es parte del enfoque sustentable que impulsa la empresa.
“Todo se transforma. Y esa eficiencia también es parte de la estrategia de crecimiento”, agrega Pugliesso.
Además, en un contexto internacional cambiante, la detección de gripe aviar en Brasil —el principal exportador mundial— abre nuevas oportunidades para Argentina, aunque también exige máxima precaución. “El sector es muy sensible: un día puede cambiar todo”, advierte.
El secreto del éxito de Santa Bárbara combina tecnología, inversión y compromiso humano. “Nuestra incubadora es una de las más modernas del país. Estamos preparados para seguir creciendo, pero siempre con la misma filosofía: calidad, control y trabajo local”, señala Pugliesso.
Con distribución en Buenos Aires, Córdoba, San Luis y La Pampa, la empresa es hoy un modelo de desarrollo regional. Su historia demuestra que desde los pueblos también se puede generar industria de punta, arraigo territorial y empleo genuino.
“Vamos a seguir invirtiendo en integrar procesos y ser más eficientes. Ese es nuestro norte”, concluye el gerente. La historia de Avícola Santa Bárbara es la historia de una familia que soñó en pequeño y que, paso a paso, fue construyendo un gigante desde el corazón del campo argentino.