Por Agroempresario.com
El peronismo formoseño volvió a reafirmar su dominio electoral de más de cuatro décadas, con una victoria arrolladora del gobernador Gildo Insfrán, quien obtuvo más del 67% de los votos en las elecciones legislativas y para convencionales constituyentes del pasado domingo. Con este resultado, el mandatario no sólo mantendrá el control absoluto de la Legislatura de Formosa, sino que también allanará el camino para una reforma constitucional que podría habilitarlo a competir nuevamente por la gobernación en 2027, desafiando los límites republicanos y generando fuerte controversia a nivel nacional.
Este contundente resultado legítima, al menos desde las urnas, el “modelo formoseño” que Insfrán defiende como herramienta de desarrollo y justicia social. Sin embargo, las críticas sobre autoritarismo, clientelismo y falta de alternancia se intensifican. El paso por la Legislatura para declarar la necesidad de reforma constitucional fue sencillo, gracias a la mayoría calificada del PJ. Ahora, el gobernador se encamina a controlar la Convención Constituyente que derogará la cláusula que impedía una nueva reelección, asegurando su continuidad en el poder.
Gildo Insfrán, que asumió la gobernación en 1995, argumenta que el actual mandato sería el “primero” bajo una nueva constitución, lo que legalizaría una futura candidatura. La Corte Suprema de Justicia intentó intervenir, advirtiendo sobre la inconstitucionalidad de la reelección indefinida, pero la ley que inicia el proceso de reforma ya estaba sancionada.
Desde su entorno sostienen que no se trata de perpetuidad sino de “dar continuidad a un modelo que garantiza estabilidad, inversión social y desarrollo provincial”. Pero para la oposición, el gobernador busca “blindarse con una constitución a medida”, como expresó la diputada provincial Gabriela Neme, del Frente Amplio Formoseño.
La oposición formoseña sufrió una nueva frustración. El Frente Amplio Formoseño, que aglutina a sectores del radicalismo y otras fuerzas republicanas, quedó en un lejano segundo lugar con poco más del 20%. Ni siquiera la suma de todos sus espacios logró poner en jaque la hegemonía del PJ.
La candidata Gabriela Neme afirmó: “No se puede construir un proyecto solo denunciando el aparato; necesitamos un mensaje propositivo”. En efecto, gran parte de la estrategia opositora sigue centrada en denunciar prácticas clientelares y presuntas irregularidades, sin lograr conexión real con el electorado.
El dato más novedoso fue el debut de La Libertad Avanza (LLA) en el escenario político formoseño. Con el 11% de los votos, el partido del presidente Javier Milei logró consolidarse como tercera fuerza, sin estructuras previas ni el apoyo de figuras nacionales. El candidato Esteban López Tozzi fue una de las caras visibles del crecimiento libertario en un territorio adverso.
A diferencia de otras provincias donde LLA capitalizó el descontento, en Formosa construyó un proyecto más autónomo y con fuerte contenido identitario, marcando distancia tanto del oficialismo como de la oposición tradicional. La boleta violeta comienza a representar, para muchos, una opción genuina de cambio.
Este crecimiento del espacio libertario no solo obliga a los partidos tradicionales a replantearse estrategias, sino que también proyecta un futuro escenario de polarización directa entre el PJ y LLA, marginando a otras fuerzas que no logran superar la crítica testimonial.
La continuidad del “modelo formoseño” es leída de forma ambivalente: por un lado, se pondera la gestión sostenida, obras públicas y políticas sociales; por otro, se cuestiona el escaso margen de disidencia, la dependencia económica de Nación y la nula alternancia.
Formosa es una de las provincias con menor índice de rotación política y mayor dependencia de transferencias federales. Insfrán defiende su proyecto como garantía de inclusión, pero los opositores lo ven como una maquinaria electoral basada en el asistencialismo.
La falta de alternancia genera inquietud también en el ámbito empresarial, que observa con atención los movimientos institucionales en la provincia, en especial si se cristaliza la reforma constitucional. Para muchos inversores, la falta de seguridad jurídica derivada de una carta magna modificada a medida de una persona, puede ser una señal negativa.
Desde la Casa Rosada, los resultados de Formosa y Santa Fe se interpretan como signos de consolidación territorial. La performance de LLA en una provincia históricamente impenetrable es un indicador de que la “marca Milei” empieza a tener proyección real en el norte argentino.
En este sentido, el avance de los libertarios no se detiene y se convierte en una amenaza tangible al poder tradicional, tanto peronista como radical. Si logran capitalizar estos votos en una estructura electoral consolidada, el mapa político formoseño podría verse alterado en las próximas elecciones.
La posibilidad de que Gildo Insfrán busque otra reelección genera tensiones institucionales. Si la Convención Constituyente, como se prevé, elimina la cláusula que limita los mandatos, el gobernador podrá presentarse nuevamente. Sus detractores aseguran que esto transformaría la provincia en un “feudo”.
Del otro lado, los defensores del modelo replican que “si la gente lo elige, no hay argumento válido para impedirle continuar”. Esa dicotomía definirá, una vez más, el futuro político de una provincia donde las urnas reflejan lo que la política no logra interpretar del todo.