Por Agroempresario.com
La Unión Europea elevó el tono frente a China al exigir avances concretos para corregir el creciente desequilibrio comercial entre ambas potencias. En un discurso contundente ante el Parlamento Europeo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que Bruselas solo aceptará una relación económica con Beijing basada en condiciones equitativas y progresos reales en temas que, según sus palabras, “llevan demasiado tiempo bloqueados”.
La funcionaria remarcó que la actual balanza comercial favorece ampliamente al gigante asiático, con un superávit que supera los 300.000 millones de euros, una cifra que definió como “el mayor superávit comercial de la historia de la humanidad”. Este fenómeno, explicó, responde a un modelo económico chino que restringe la competencia europea a través de barreras sistemáticas, falta de reciprocidad y subsidios encubiertos que distorsionan el comercio.
“La ventaja del 20% que tienen los bienes y servicios chinos en licitaciones públicas no es casual. Es el resultado de un sistema explícitamente amañado”, denunció Von der Leyen desde Estrasburgo, subrayando que la UE no busca el desacoplamiento económico, pero sí exige reglas claras y un terreno nivelado para el comercio internacional.
La preocupación de Bruselas no es nueva, pero se vuelve más urgente en el contexto actual. El desequilibrio comercial estructural con China ha provocado tensiones crecientes, tanto por sus implicancias económicas como geopolíticas. La Comisión Europea considera que este superávit refleja un acceso desigual a los mercados y prácticas comerciales desleales.
“Europa sigue abierta a los actores comerciales chinos. Pero esperamos reciprocidad”, reiteró Von der Leyen, dejando claro que la apertura del mercado europeo no puede seguir siendo unilateral.
Las declaraciones de Von der Leyen anticipan el tono firme que adoptará la UE en la cumbre bilateral prevista para fines de julio, donde se espera la presencia del presidente chino, Xi Jinping. Si bien la fecha exacta no ha sido confirmada, fuentes diplomáticas apuntan al 24 y 25 de julio como días clave para definir el futuro de la relación económica entre ambos bloques.
Bruselas buscará usar esta instancia para insistir en la eliminación de barreras al comercio europeo, especialmente en sectores estratégicos como energía renovable, minerales críticos y tecnología industrial, donde China mantiene una presencia dominante.
La relación entre la UE y China no se limita a lo estrictamente económico. Bruselas también expresó su preocupación por el papel de China en la guerra de Ucrania, al no condenar la invasión rusa ni limitar su cooperación con el régimen de Vladimir Putin. “China no puede actuar como salvavidas de la economía rusa mientras aspira a una relación sólida con Europa”, sostuvo Von der Leyen.
Otro punto de fricción es la sobrecapacidad industrial china, que genera un exceso de producción orientado a la exportación. Según la presidenta de la Comisión Europea, estos excedentes “inundan el mercado europeo”, desplazando a la industria local y amenazando el desarrollo de una autonomía estratégica europea.
En su intervención, Von der Leyen recordó que la UE ha aprendido de forma dura durante la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania. “Reducir riesgos no es proteccionismo, es independencia”, afirmó. La diversificación de fuentes y socios estratégicos se convirtió en una prioridad para Bruselas, y reducir la dependencia de China en sectores críticos es parte de ese esfuerzo.
“Queremos una relación sólida con China, pero no a cualquier costo. Debe estar basada en la equidad, la fiabilidad y el respeto mutuo”, expresó la líder europea. Este enfoque implica avanzar hacia una coexistencia regulada, donde el acceso mutuo a los mercados no sea una concesión unilateral, sino una norma compartida.
La próxima cumbre entre la Unión Europea y China será una prueba de fuego para la relación bilateral. Europa llega con una agenda clara: reducción del superávit, mayor acceso a los mercados chinos, transparencia regulatoria, y garantías de que el comercio se desarrolle en condiciones justas.
Por su parte, China enfrenta no solo el escrutinio europeo, sino también una creciente presión internacional sobre su modelo económico, su rol en la guerra de Ucrania y su manejo de la política industrial. La posibilidad de acuerdos dependerá de la disposición de Beijing a implementar cambios tangibles.
“Hay mucho horizonte de cooperación si China está dispuesta a colaborar en un espíritu de previsibilidad y fiabilidad. Pero Europa defenderá sus intereses”, concluyó Von der Leyen, anticipando una postura firme pero abierta al diálogo.