Por Agroempresario.com
La inflación en Estados Unidos volvió a ganar fuerza en junio de 2025, alcanzando el 2,7 % interanual, según datos oficiales del Departamento de Trabajo. Este aumento, que representa tres décimas más que el registrado en mayo (2,4 %), reaviva los temores sobre una posible tendencia inflacionaria en ascenso, justo en un año electoral marcado por la presión política, la incertidumbre económica y un debate reavivado sobre los efectos de los aranceles impuestos por Donald Trump.
En términos mensuales, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 0,3 % entre mayo y junio, superando el 0,1 % del mes anterior. Por su parte, la inflación subyacente —que excluye alimentos y energía por su alta volatilidad— subió al 2,9 % interanual, desde el 2,8 % de mayo, y aumentó un 0,2 % mensual. Estos datos refuerzan las preocupaciones de los analistas y de la Reserva Federal (Fed), que se enfrenta a una economía tensa y a decisiones complejas respecto a los tipos de interés.
Una de las principales razones detrás de este repunte es el efecto acumulado de los aranceles generalizados impuestos por el expresidente Donald Trump durante su segundo mandato. Actualmente, todas las importaciones pagan un arancel del 10 %, además de tributos específicos como el 50 % al acero y aluminio, el 30 % a los productos provenientes de China, y el 25 % a los automóviles importados. A esto se suma una reciente amenaza de imponer un nuevo arancel del 30 % a productos de la Unión Europea, con vigencia a partir del 1 de agosto.
Estos aranceles han comenzado a reflejarse de forma concreta en los precios al consumidor. El informe del Departamento de Trabajo destaca que los precios de los electrodomésticos subieron por tercer mes consecutivo, mientras que el costo de la gasolina aumentó un 1 % y los alimentos subieron un 0,35 % mensual. Asimismo, el rubro vestimenta y muebles mostró incrementos notables, presionando el gasto familiar promedio.
Ante estos incrementos, varias compañías han comenzado a ajustar sus estrategias de precios. Walmart, el mayor minorista del mundo, reconoció que parte de sus productos verán aumentos debido a los aranceles. Nike, por su parte, anunció ajustes de precios "quirúrgicos", mientras que el fabricante japonés Mitsubishi elevó los precios de sus vehículos en un promedio del 2,1 %.
Sin embargo, otras empresas han logrado retrasar estos incrementos. Algunas lo hicieron mediante acumulación de inventario en meses anteriores, anticipándose a los aranceles. Otras optaron por esperar en la esperanza de que se firmen acuerdos comerciales que alivien las cargas arancelarias en el corto plazo.
Este escenario de inflación al alza complica el trabajo de la Reserva Federal, presidida por Jerome Powell, que ha sido blanco de críticas reiteradas por parte del expresidente Trump. Este último insiste en que "no hay inflación" y ha exigido públicamente una reducción urgente de las tasas de interés, que actualmente se sitúan en el 4,3 %. Trump sugiere un recorte hasta el 3 % como forma de estimular el consumo, especialmente en el sector inmobiliario.
No obstante, la Fed ha mostrado prudencia. Powell ha reiterado que los efectos de los aranceles deben ser observados cuidadosamente, ya que estos pueden elevar los precios al consumidor y, al mismo tiempo, ralentizar el crecimiento económico. Esta situación genera un dilema para la política monetaria: subir las tasas podría frenar la inflación, pero también agravar la desaceleración económica.
En respuesta a las presiones políticas, Trump arremetió esta semana contra Powell, calificándolo de “terrible” y acusándolo de “no saber lo que está haciendo”. Desde la Casa Blanca, también se criticó el alto costo de las renovaciones de las oficinas centrales de la Fed, lo que ha encendido especulaciones sobre posibles intentos de destitución. Aunque legalmente el presidente no puede remover al titular de la Fed por discrepar con sus decisiones, sí podría iniciar un proceso si se prueba “mala gestión”.
Este incremento de la inflación se produce en un momento crítico para la economía estadounidense, con indicadores mixtos que dificultan la toma de decisiones en todos los frentes. Por un lado, el mercado laboral se mantiene sólido, con bajo desempleo y creación de empleo sostenida. Por otro lado, el poder adquisitivo de las familias vuelve a resentirse, reavivando recuerdos del fuerte repunte inflacionario de 2022-2023, considerado el peor en más de 40 años.
Desde el punto de vista político, la inflación es una arma de doble filo. Trump la usó en su momento como argumento contra Joe Biden, pero ahora enfrenta sus propios desafíos. La confianza del consumidor, medida por diversos índices, ha mostrado signos de deterioro. Además, sectores clave como la construcción, la manufactura y el retail ya están reportando efectos negativos por el alza de precios y la incertidumbre sobre el futuro de los aranceles.
Los analistas económicos advierten que si esta tendencia se mantiene, será improbable que la Fed recorte las tasas de interés en el corto plazo. De hecho, algunos no descartan una postura aún más restrictiva si la inflación supera el umbral del 3 %.
Por ahora, la expectativa de crecimiento económico para la segunda mitad del año se ha reducido ligeramente, con previsiones que sitúan el PIB anual en torno al 1,9 %, según estimaciones del FMI. La combinación de presión inflacionaria, política monetaria tensa y volatilidad comercial podría frenar la recuperación y afectar la posición de Estados Unidos en los mercados globales.