Por Agroempresario.com
En medio de un déficit turístico récord en la Argentina, con 8,4 millones de argentinos viajando al exterior y apenas 3,2 millones de turistas extranjeros ingresando al país en el primer cuatrimestre, algunos destinos tradicionales como Neuquén atraviesan un momento crítico. Sin embargo, esta crisis en el turismo cordillerano también podría abrir una oportunidad estratégica: construir desde la base un modelo de turismo sostenible.
Las imágenes de la Plaza Pagano en El Bolsón vacía y los pronósticos sin nieve en cerros neuquinos y rionegrinos reflejan una temporada inusualmente floja. Mientras tanto, ciudades como Barcelona intentan contener la saturación de turistas con protestas, en la Patagonia hay un vacío que preocupa a los prestadores locales.
En este contexto, Neuquén redobla su estrategia. La provincia considera al turismo como su segunda actividad económica y apuesta a una ventaja irremplazable: su riqueza natural. Frente a destinos internacionales sobreexplotados, sus bosques patagónicos aún permanecen casi vírgenes.
Más allá de su belleza, Neuquén necesita mejorar en conectividad, servicios e infraestructura. La inversión privada y estatal aún no alcanza para que los destinos neuquinos compitan en igualdad de condiciones con lugares del extranjero.
Sin embargo, en ese “mucho por hacer” también está la gran posibilidad de construir una oferta turística distinta: una que no dependa de los vaivenes del tipo de cambio, ni de modas globales, sino que priorice la preservación del entorno, la identidad local y la calidad de vida de las comunidades.
Hoy, mientras algunos destinos del mundo colapsan, Neuquén puede liderar una nueva era. Con inversión paciente y objetivos claros, es posible consolidar un modelo turístico que genere empleo, conserve el ambiente y construya un valor diferencial real.
No será fácil, y no habrá retornos inmediatos. Pero apostar hoy por el turismo sostenible puede convertirse en el verdadero tesoro de la cordillera neuquina.