Por Agroempresario.com
En el corazón del norte canadiense, cuando las temperaturas bajan a extremos polares, aparece una arteria vital que sostiene la economía de una de las regiones más inhóspitas del planeta: la Tibbitt to Contwoyto Winter Road, la carretera de hielo más larga del mundo, con 400 kilómetros de longitud, construida cada año sobre 64 lagos congelados. Más que una proeza de ingeniería, esta vía temporal representa una hazaña logística y un motor estratégico para la industria del diamante canadiense.
Ubicada en los Territorios del Noroeste de Canadá, esta carretera opera únicamente durante febrero y marzo, el corto período en que el hielo alcanza un grosor mínimo de 74 centímetros, capaz de soportar el tránsito de miles de camiones pesados. El camino parte de Tibbitt Lake, cerca de Yellowknife, y se extiende hasta el área de exploración minera de Contwoyto Lake.
Con una anchura promedio de 49 metros, la ruta es construida cada invierno desde cero, gracias a maquinaria especializada y tecnología de punta, como vehículos anfibios Hägglund que escanean el espesor del hielo con sonares. El proceso demanda semanas de trabajo y un seguimiento constante para garantizar la seguridad.
Desde el descubrimiento de diamantes en la década de 1990, la zona norte de Canadá ha emergido como uno de los principales polos productores a nivel global. Actualmente, las minas Ekati, Diavik y Gahcho Kué operan activamente en la región. Debido a su aislamiento, estas instalaciones dependen exclusivamente de la Tibbitt to Contwoyto Winter Road para recibir equipos, suministros y alimentos.
Durante las seis a ocho semanas de funcionamiento de la vía, se transportan hasta 10.000 cargas que garantizan el abastecimiento anual de estas minas. El resto del año, el acceso aéreo es la única alternativa, mucho más costosa y limitada.
La industria del diamante representa aproximadamente el 25% del producto bruto regional, generando empleo directo e indirecto y contrataciones a empresas locales e indígenas. Desde 1996, las inversiones acumuladas por las compañías mineras superan los 23.000 millones de dólares, según datos de Natural Diamonds.
La operación de esta carretera helada no está exenta de desafíos. Las temperaturas pueden descender a -40 °C, y los riesgos por grietas, fisuras o deshielos súbitos obligan a medidas extremas. Una de las particularidades más llamativas es la prohibición del cinturón de seguridad: en caso de ruptura del hielo, los conductores deben poder salir del vehículo en segundos.
Además, los camiones deben mantener un límite de velocidad de 24 km/h, evitando vibraciones que podrían debilitar la superficie. El trayecto, que suele durar entre 14 y 16 horas, se realiza con estrictas reglas de circulación, y siempre cediendo el paso a la fauna ártica, como caribúes o lobos.
La notoriedad de esta ruta creció internacionalmente tras el estreno de la película “The Ice Road”, protagonizada por Liam Neeson. En ella, un grupo de camioneros intenta rescatar a mineros atrapados tras un colapso subterráneo. Aunque entretenida, la cinta se aleja de la realidad.
En la vida real, jamás se ha producido un accidente de esa magnitud en las minas canadienses. De hecho, la Tibbitt to Contwoyto Road es considerada la carretera más segura de Norteamérica, gracias a protocolos que priorizan la prevención, los monitoreos constantes y la profesionalización de los conductores.
El impacto ambiental es una de las grandes preocupaciones de las empresas operadoras. Las compañías mineras mantienen políticas de protección ambiental que incluyen reservas naturales equivalentes a tres veces la superficie explotada, programas de restauración de suelos y monitoreo de la biodiversidad.
En paralelo, existe un fuerte vínculo con las comunidades indígenas, tanto en empleabilidad como en decisiones de desarrollo. El abastecimiento local, la contratación de servicios de pueblos originarios y la formación de trabajadores son pilares fundamentales para garantizar un legado sostenible una vez que las minas dejen de operar.
Más allá de su función minera, la Tibbitt to Contwoyto Winter Road plantea interrogantes clave sobre el futuro del transporte en regiones extremas. El cambio climático representa un desafío creciente: los períodos de congelamiento se acortan, los deshielos llegan antes y el espesor del hielo se vuelve más inestable.
Por eso, investigadores y autoridades analizan alternativas logísticas permanentes o híbridas, como rutas de verano parcialmente pavimentadas, o incluso sistemas de transporte aéreo más eficientes. Sin embargo, por ahora, la carretera helada sigue siendo insustituible.