Por Agroempresario.com
Una vez más, el debate sobre el rol del Banco Central de la República Argentina (BCRA) volvió a instalarse en la agenda pública, esta vez impulsado por una figura clave del mundo empresarial: Marcos Galperin, fundador y CEO de Mercado Libre. A través de un posteo en la red social X, el empresario retomó una idea que el presidente Javier Milei había defendido durante su campaña: cerrar el Banco Central y reemplazarlo por un sistema de "Banca Simons", con reservas del 100% y sin creación secundaria de dinero.
El disparador fue un largo posteo del economista Ramiro Castiñeira, alineado con la política económica libertaria, en el que elogió lo que definió como un “upgrade institucional” del BCRA bajo el nuevo gobierno. Castiñeira destacó que, por primera vez en décadas, el Banco Central aplica metas de agregados monetarios con tipo de cambio libre y tasas de interés determinadas por el mercado, sin financiamiento al Tesoro ni deuda remunerada.
La respuesta de Galperin fue breve, pero contundente: “El camino es cerrarlo”. En pocas palabras, el empresario más influyente de Argentina echó leña al fuego de una discusión que divide tanto a economistas como a empresarios, políticos y hasta inteligencias artificiales.
La propuesta a la que se refirió Galperin tiene raíces en la escuela de Chicago y es conocida como Banca Simons, en referencia al economista Henry Simons. El sistema plantea una separación tajante entre dos tipos de banca: una banca de depósito con encaje del 100%, que no puede prestar el dinero que custodia, y una banca de inversión que solo puede prestar fondos propios, sin asistencia estatal.
Este modelo elimina la banca fraccionaria, es decir, el sistema actual mediante el cual los bancos prestan parte del dinero que reciben como depósitos. Según sus defensores, este sistema evitaría crisis bancarias, corridas financieras y la necesidad de que exista un Banco Central como prestamista de última instancia.
El primero en cuestionar la idea de Galperin fue Carlos Maslatón, exaliado de Milei y analista financiero. Maslatón respondió que para eliminar el Banco Central es necesario también eliminar el sistema de creación de dinero bancario.
“Para cerrar el banco central el sistema monetario tiene que ser como el del bitcoin o el del patrón oro clásico”, explicó Maslatón, señalando que hoy Mercadolibre remunera depósitos y presta dinero, una práctica que sería imposible sin un Banco Central que regule encajes y actúe como respaldo en situaciones de crisis.
Galperin replicó con dureza:
“La banca fraccional debería estar prohibida. El que la hace no debería tener un BCRA que lo salve cuando las papas queman. El sistema de la banca fraccional no funciona. No funcionó en Argentina en 2001, ni en EE.UU. en 2008, ni en Europa en 2008. Es socialismo en las pérdidas y capitalismo en las ganancias”.
En medio de esta intensa discusión digital, también intervino Grok, la inteligencia artificial desarrollada por xAI, la empresa de Elon Musk. Consultada por un usuario sobre qué países no tienen Banco Central, Grok respondió con una lista precisa: Andorra, Kiribati, Islas Marshall, Micronesia, Mónaco, Nauru, Palaos, Panamá y Tuvalu. Todos países pequeños o con economías dolarizadas.
Grok remató su respuesta con una crítica velada:
“No es inventar la pólvora, sino adoptar modelos probados”.
Una respuesta que recordó inmediatamente la intervención de Patricia Bullrich durante el primer debate presidencial de 2023, cuando ironizó la propuesta de Milei señalando que los países sin bancos centrales “ni se sabe dónde quedan”.
La evaluación técnica del economista Castiñeira apuntaba a destacar que, bajo el gobierno de Milei y con la conducción de Santiago Bausili en el BCRA, se avanzó hacia un esquema monetario ortodoxo. Según el analista, ya no hay emisión para financiar al Tesoro, ni para cubrir déficit cuasifiscal, ni para acumular reservas. Se maneja la base monetaria con control y reglas claras.
No obstante, durante la semana anterior, el mismo BCRA fue duramente criticado por la emisión de pesos generada por el rescate de LEFIs, lo que produjo una expansión de la base monetaria, caída en las tasas de interés y presión sobre el tipo de cambio. Para contener la situación, se debió realizar una licitación extraordinaria y se intervino en el mercado de futuros del dólar.
El debate abierto por Galperin no es nuevo, pero gana fuerza con cada desequilibrio macroeconómico. La idea de eliminar el Banco Central tiene tanto defensores como críticos. Entre los primeros están economistas libertarios que sostienen que el BCRA ha sido históricamente una fuente de inflación y descontrol monetario. Entre los segundos, quienes creen que su existencia es imprescindible para garantizar la estabilidad del sistema financiero y actuar como prestamista de última instancia.
Incluso dentro del oficialismo hay posturas encontradas. Mientras Milei ha defendido el cierre del BCRA como una de sus banderas ideológicas, algunos de sus funcionarios actuales, como el secretario de Finanzas Pablo Quirno, han trabajado para recuperar el prestigio y el funcionamiento técnico del organismo.
El intercambio entre Galperin, Maslatón, Grok y otros referentes pone en evidencia que la discusión sobre el futuro del Banco Central no es sólo ideológica, sino también técnica. Si bien la idea de eliminar la entidad puede tener atractivo político, su implementación implicaría un rediseño completo del sistema financiero argentino.
Por ahora, el BCRA sigue operando, y las políticas actuales apuntan a dotarlo de mayor independencia y disciplina monetaria. Pero el debate, lejos de apagarse, se reaviva con cada posteo viral, cada movimiento del dólar, y cada nueva intervención —sea humana o artificial— que ponga en cuestión el rumbo de la política monetaria del país.