Por Agroempresario.com
Entre rutas escénicas, valles imponentes, pueblos con historia y una naturaleza tan vasta como diversa, se despliega la Ruta de las Sierras Centrales, uno de los roadtrips más encantadores de la Argentina. Este itinerario atraviesa las provincias de Córdoba, San Luis y La Rioja, y combina aventura, relax, tradiciones y un contacto directo con las raíces culturales y paisajísticas del país. Ideal para recorrer en familia, en pareja o en soledad, este circuito es mucho más que un trayecto turístico: es una invitación a redescubrir la esencia del interior profundo.
El punto de partida sugerido es Córdoba capital, una ciudad con vida universitaria, patrimonio colonial y una oferta cultural vibrante. Desde allí, la ruta se abre hacia múltiples destinos. Uno de los primeros clásicos es el Valle de Punilla, un corredor turístico que incluye localidades como Villa Carlos Paz, Cosquín, Capilla del Monte, La Falda y Huerta Grande. Cada una con su impronta: desde festivales folclóricos y eventos rockeros hasta excursiones de senderismo, parapente y visitas a cerros místicos como el Uritorco.
Hacia el este, las Sierras Chicas ofrecen una experiencia más intimista. Pueblos como Unquillo, Salsipuedes, Agua de Oro o Villa Allende atraen a artistas, bohemios y amantes de la vida tranquila, rodeados de naturaleza y arquitectura colonial. Esta zona también propone propuestas gastronómicas innovadoras, arte local y hospedajes boutique en antiguas casonas restauradas.
Otro eje imperdible es el Valle de Calamuchita, al sur de la provincia, donde la impronta centroeuropea se hace sentir en pueblos como Villa General Belgrano, con su célebre Oktoberfest, y La Cumbrecita, un pueblo peatonal de estética alpina. Los lagos de Embalse, Los Molinos y el cerro Champaquí, el más alto de Córdoba, completan una postal ideal para el turismo activo: trekking, kayak, pesca y mountain bike, entre otras actividades.
Siguiendo por la Ruta Provincial 34, el viaje se interna en las Altas Cumbres, un tramo de gran belleza escénica. El Parque Nacional Quebrada del Condorito sorprende con sus miradores y la posibilidad de observar al majestuoso cóndor andino en vuelo. Esta ruta conecta con el Valle de Traslasierra, donde los ritmos son más pausados y el contacto con la naturaleza es protagonista. San Javier, Yacanto, Villa de Las Rosas y Nono son ejemplos de pueblos que conjugan turismo sustentable, espiritualidad, vida rural y una creciente oferta de gastronomía orgánica.
Más allá, se pueden explorar rincones únicos como los volcanes de Pocho, los túneles de Taninga y el área natural protegida de Chancaní, con sus bosques chaqueños y quebradas profundas. Para los amantes de lo desconocido, el norte cordobés también ofrece una experiencia distinta: salinas, tradiciones criollas y pequeños pueblos alejados del circuito tradicional.
En San Luis, el camino se diversifica aún más. Desde la capital provincial se accede fácilmente al Potrero de los Funes, un lago artificial rodeado de sierras donde es común ver deportes náuticos, cicloturismo y carreras automovilísticas. Villa de Merlo, al pie de los Comechingones, es reconocida por su microclima saludable y sus actividades de montaña, como parapente, cabalgatas y senderismo.
Un punto destacado es el Parque Nacional Sierra de las Quijadas, donde formaciones rocosas rojizas configuran un paisaje semidesértico que remite a escenarios de película. La fauna autóctona y los restos arqueológicos completan el atractivo de esta región única, ideal para el ecoturismo y la observación de aves.
Finalmente, en La Rioja, la llamada "ruta de los caudillos" invita a conocer los Llanos, una región marcada por la historia de líderes populares como Facundo Quiroga. Los paisajes áridos y la identidad cultural del noroeste se funden en parajes como Sanagasta, Malanzán o Chepes, donde se pueden visitar museos, mercados de artesanías y antiguos caminos de adobe.
Una de las virtudes de esta travesía es la amplia gama de alojamientos disponibles: desde hosterías familiares hasta glampings, refugios de montaña y casas rurales. Además, la ruta se puede recorrer durante todo el año. En verano, los ríos y balnearios son la estrella; en invierno, las nieblas y nevadas en zonas altas le dan un aire mágico a cada curva del camino.
La Ruta de las Sierras Centrales no solo es un destino turístico: es una experiencia transformadora. En cada pueblo hay una historia, una receta, una fiesta. En cada cerro, una leyenda. En cada rincón, una conexión genuina con el paisaje y con quienes lo habitan. Para los viajeros que buscan algo más que postales, esta ruta representa un viaje hacia lo auténtico.