Por Agroempresario.com
En el centro de la provincia de Buenos Aires, Azul se presenta como un partido singular que combina el encanto del campo bonaerense con un entorno natural privilegiado, caracterizado por sierras, arroyos, lagunas y una intensa vida cultural. Esta combinación lo ha convertido en un polo turístico, económico y cultural que crece año a año, atrayendo visitantes de toda la Argentina y del extranjero.
Azul se sitúa a unos 300 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en una ubicación estratégica que facilita su conexión con la capital nacional, la costa atlántica, Bahía Blanca y la región patagónica. Limita con los partidos de Tapalqué, Las Flores, Rauch, Tandil, Benito Juárez y Olavarría, y se encuentra atravesado por importantes rutas como la Nacional 3, la Nacional 226 y la Provincial 51.
Su relieve está marcado por dos paisajes diferenciados: las amplias llanuras del norte, con bañados y lagunas formadas por la acumulación de agua de lluvia, y el sector sur, donde se alzan las sierras del sistema Tandilia. Allí destacan cumbres como el Cerro Peregrino, La Plata, Colorado, Chico y Águila. Además, el partido está recorrido por las cuencas de los arroyos Azul y de los Huesos, que aportan fertilidad al suelo y embellecen el paisaje.
El clima en Azul es templado, con una temperatura media anual entre 13 y 15 °C. Los veranos rondan los 20 °C, mientras que en invierno las mínimas pueden llegar a los 10 °C. Con un promedio de humedad del 73% y precipitaciones anuales de aproximadamente 960 milímetros, la región goza de una vegetación pampeana que sostiene la fauna autóctona, el avistaje de aves y el turismo rural.
Estas condiciones han favorecido históricamente la producción agropecuaria, base de la economía local, y también han permitido el desarrollo de actividades como la pesca deportiva y el ecoturismo.
El partido cuenta con más de 55.000 habitantes distribuidos en 29 barrios y en localidades como Ariel, Cacharí y Chillar, muchas de las cuales surgieron como estaciones del Ferrocarril del Sud.
Azul ofrece una combinación única de atractivos naturales, históricos y culturales. En 2007, la UNESCO la declaró “Ciudad Cervantina” en reconocimiento a su patrimonio vinculado con Miguel de Cervantes y su extraordinaria colección de ediciones de Don Quijote de la Mancha en la Biblioteca Popular Bartolomé J. Ronco.
Cada año, el Festival Cervantino convoca a artistas y turistas de todo el país y el mundo, potenciando el intercambio cultural y fortaleciendo la identidad local.
Además, las lagunas de La Barrancosa, Burgos, San Luis, Los Ranqueles y Chillar son muy visitadas por aficionados a la pesca y al turismo rural.
Azul nació en 1832, cuando el gobernador Juan Manuel de Rosas ordenó construir el Fuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul para proteger la frontera sur de los ataques indígenas. El nombre del partido proviene del color del arroyo que atraviesa la zona, aunque documentos indígenas mencionan el topónimo original Callvú Leovú.
Con la asignación de tierras bajo condiciones de defensa, comenzaron a instalarse familias dedicadas a la agricultura y la ganadería. En 1895, Azul fue declarada ciudad, consolidándose como un polo agroindustrial con industrias de cuero, carne, cerveza y jabones, así como un importante centro financiero local.
Durante el siglo XX, vivió episodios significativos:
Actualmente, Azul mantiene viva su identidad rural, pero con una fuerte impronta cultural y turística que la diferencia de otros municipios bonaerenses.
El acceso más directo es por la Ruta Nacional 3, que conecta CABA con Azul en unos 300 kilómetros. También se puede llegar por la Ruta Nacional 226 desde Olavarría o Mar del Plata, y por la Ruta Provincial 51 desde Las Flores o Tapalqué.
Esta red vial convierte a Azul en un nodo logístico para el transporte de cargas y un punto clave para el turismo interno.
En los últimos años, la articulación entre turismo, cultura y producción agropecuaria ha impulsado la economía local. La realización de eventos culturales como el Festival Cervantino, ferias artesanales y competencias deportivas ha generado un flujo constante de visitantes.
El sector gastronómico se ha adaptado a este movimiento, con propuestas que incluyen desde parrillas y restaurantes gourmet hasta bares temáticos. La producción de quesos, embutidos y cervezas artesanales se ha convertido en un atractivo más para los visitantes.
Además, la cercanía a destinos serranos como Tandil y a corredores turísticos costeros amplía las posibilidades para desarrollar circuitos integrados que beneficien a toda la región.