Por Agroempresario.com
La región del río Uruguay enfrenta un desafío creciente en su producción frutícola debido a distintas especies de moscas de la fruta que afectan tanto la calidad como el rendimiento de los cultivos. Ante esta situación, el Senasa declaró alerta fitosanitaria hasta julio de 2025 en Concordia, Federación —Entre Ríos— y Monte Caseros —Corrientes—, por los altos niveles de Ceratitis capitata, también conocida como mosca del Mediterráneo.
Sin embargo, esta especie no actúa sola. También se detectan la mosca sudamericana (Anastrepha fraterculus) y la mosca de alas manchadas (Drosophila suzukii), todas capaces de causar daños directos y limitar el acceso de los productos a mercados internacionales. Para abordar este problema, un equipo del INTA Concordia inició un estudio orientado a comprender la interacción y competencia entre estas plagas, con el objetivo de desarrollar estrategias de manejo integrado más eficaces y sostenibles.
Valeria Viana, investigadora del INTA Entre Ríos, explicó que estas especies no solo dañan directamente los frutos, sino que también generan pérdidas económicas al limitar la llegada de productos a ciertos mercados internacionales. “Nuestro objetivo es estudiar cómo interactúan entre sí y con el ambiente para reducir su impacto y proteger la producción frutícola regional”, indicó Viana.
El trabajo combina observaciones a campo y experimentos en laboratorio, centrándose en la competencia interespecífica y la selección de frutos para oviposición. De esta manera, se busca determinar cuáles son los hospederos preferidos por cada especie y cómo aprovechar estos patrones para concentrar las acciones de control.
En relevamientos realizados sobre 32 especies frutales, se identificaron ocho hospederos donde las tres moscas plaga pueden coexistir, aunque con preferencias específicas: la mosca sudamericana predomina en níspero, ubajay y ciruela; la mosca del Mediterráneo se concentra en guayaba, mburucuyá y durazno; y la mosca de alas manchadas se encuentra principalmente en zarzamora y arándano.
Este patrón proporciona información clave para el manejo, ya que permite focalizar las medidas de control en los frutos que atraen más a cada especie y reducir la presión sobre cultivos sensibles.
Los ensayos de laboratorio demostraron que el aumento de larvas de Drosophila suzukii reduce la supervivencia de Ceratitis capitata y Anastrepha fraterculus en un rango del 20-35 %. Además, las hembras de las tres especies prefieren ovipositar en frutos no infestados, lo que explica por qué en campo raramente se encuentran frutos con infestación simultánea. “Las hembras detectan la presencia de otras especies y evitan competir directamente”, agregó Viana.
Estos hallazgos permiten desarrollar estrategias de manejo sostenible que aprovechen los mecanismos naturales de competencia y selección de frutos. Entre las medidas recomendadas se encuentran:
El enfoque integral considera el entorno productivo completo, incluyendo hospederos alternativos y variabilidad climática, asegurando que las poblaciones se mantengan por debajo del umbral de daño económico.
Con este tipo de investigaciones, el INTA Entre Ríos busca proteger la producción de frutales en toda la región, garantizar la calidad de los productos y abrir mayores oportunidades para exportaciones nacionales, asegurando la sostenibilidad y competitividad del sector a largo plazo.