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Trigo: ROSARIO
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Por Agroempresario.com
El comercio exterior argentino registró en la primera mitad de 2025 un hito histórico: las exportaciones de energía crecieron a un ritmo acelerado y lograron consolidarse como el segundo complejo exportador del país, restándole espacio a la soja, producto insignia de las últimas décadas. El dato surge del informe de complejos exportadores publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que detalla el desempeño de las cadenas productivas más relevantes de la economía argentina.
En total, los principales complejos exportadores alcanzaron USD 39.742 millones entre enero y junio, lo que representó un aumento del 4% respecto al mismo período de 2024. Este incremento estuvo impulsado principalmente por mayores cantidades vendidas al exterior (4,9%), ya que los precios promedio se mantuvieron relativamente estables con una baja de 0,8%.
Dentro de este panorama, el complejo petrolero-petroquímico se destacó con una suba del 9,7% interanual. En términos absolutos, la facturación del sector llegó a USD 5.560 millones, un récord histórico desde el inicio de la serie en 2002. La participación de la energía en el total exportado alcanzó así el 14,2%, superando al 13,5% del año anterior.
Por contraste, el complejo sojero sufrió una caída del 12% en sus ventas externas, que se redujeron a USD 8.593 millones. Su peso dentro de la canasta exportadora pasó de 25,6% en 2024 a 21,6% en 2025, lo que marca un retroceso significativo frente al avance energético.
El crecimiento del sector energético argentino está estrechamente vinculado a la explotación de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén. El subcomplejo petróleo explicó el 80% de las exportaciones del sector, con envíos por USD 4.520 millones y un incremento interanual de 12,3%.
Dentro de este rubro, el producto más relevante fueron los aceites crudos de petróleo, que alcanzaron USD 3.177 millones, duplicando los valores del año anterior con un salto del 100,9%. También se destacaron el aprovisionamiento de combustibles y lubricantes a buques y aeronaves, con USD 716 millones (+8,3%), y las naftas (excluidas para uso petroquímico), que alcanzaron USD 245 millones aunque con una leve baja de 3,4%.
En cuanto a destinos, el 65,9% de las exportaciones energéticas se concentraron en tres mercados: Estados Unidos (USD 1.579 millones), países del bloque “Resto de ALADI” como Chile y Perú (USD 1.645 millones), y el Mercosur, principalmente Brasil, que absorbió USD 1.000 millones.
No todos los segmentos de la energía tuvieron el mismo comportamiento. El subcomplejo gas experimentó una baja del 4,5%, con exportaciones por USD 723 millones. Los envíos de gas natural en estado gaseoso retrocedieron 31,3%, aunque el impacto se moderó gracias a mayores ventas de butanos y propanos licuados.
Por su parte, el segmento petroquímico totalizó USD 407 millones, con un alza del 10,5% interanual. En conjunto, el superávit comercial del complejo energético alcanzó USD 3.280 millones, un 23,8% más que en 2024, confirmando su creciente peso en la balanza comercial.
El avance de la energía no parece ser coyuntural. El Gobierno argentino proyecta que este sector se convertirá en uno de los pilares del comercio exterior en la próxima década. Según estimaciones oficiales, las exportaciones de energía y minería aportarían un superávit de USD 46.000 millones en 2033.
La visión de largo plazo incluye la consolidación de la producción no convencional en la cuenca neuquina, el desarrollo de infraestructura clave como gasoductos y plantas de licuefacción de gas natural (GNL), así como el impulso a proyectos mineros, en particular los vinculados al litio en provincias del norte como Jujuy, Salta y Catamarca.
Un informe del Ministerio de Economía publicado en julio subraya que Argentina podría alcanzar un escenario de superávit energético sostenido, algo inédito en las últimas décadas. Este giro estructural sería un cambio fundamental para la estabilidad macroeconómica del país.
Mientras tanto, la soja muestra signos de estancamiento. Las exportaciones del complejo sojero sumaron USD 8.593 millones en el primer semestre, con una baja del 12% interanual. La mayor parte correspondió a harina y pellets de soja (USD 4.138 millones, 48,2% del total), seguidos por el aceite de soja (USD 3.297 millones, 38,4%) y los porotos de soja (USD 949 millones, 11%).
Los principales destinos fueron China, con compras por USD 832 millones en porotos, e India, que lideró la adquisición de aceite de soja con USD 1.748 millones.
La balanza comercial del complejo sojero se mantuvo positiva en USD 7.016 millones, aunque registró una baja del 12,3% respecto a 2024. El retroceso responde tanto a precios internacionales menos favorables como a menores volúmenes despachados.
El informe del Indec también destacó el desempeño de otros sectores. El complejo maicero exportó USD 3.967 millones (+6,5%), con una participación del 10% en el total. El automotriz alcanzó USD 3.981 millones (+5,9%), con Brasil como destino principal de casi el 68% de los envíos.
El complejo de oro y plata sorprendió con un salto del 45,8%, hasta USD 2.234 millones, mientras que carne y cuero bovinos crecieron 11% hasta USD 1.975 millones. El girasol también mostró dinamismo, con exportaciones por USD 907 millones y un incremento interanual del 42,6%.
En conjunto, los diez principales complejos concentraron el 77,7% del total exportado por Argentina en el primer semestre.
Los datos de 2025 reflejan una transformación estructural: la energía emerge como protagonista del comercio exterior argentino. Aunque la soja sigue siendo el principal complejo exportador, su peso relativo se reduce frente al avance del petróleo y sus derivados, así como de la minería y otros cultivos.
La consolidación de Vaca Muerta y el potencial del litio marcan el inicio de una nueva etapa en la matriz productiva del país. Argentina comienza a diversificar sus fuentes de divisas y a proyectar un futuro en el que la energía y la minería tengan un papel central, desplazando lentamente al histórico reinado de la soja.
