Por Agroempresario.com
En un contexto de sostenida apreciación del peso uruguayo y caída del dólar, el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone, reafirmó que el gobierno no intervendrá en el mercado cambiario. Mientras sectores exportadores alertan sobre una pérdida de competitividad y posibles fugas de empresas, las autoridades económicas insisten en que el fenómeno tiene raíces internacionales y que la solución no pasa por controlar el tipo de cambio, sino por mantener una inflación baja y promover el ahorro en moneda nacional.
La cotización del dólar en Uruguay acumula una baja cercana al 10% en lo que va de 2025, sumando ocho meses consecutivos de retroceso. Esta tendencia ha generado fuerte preocupación en el sector exportador, ya que sus ingresos, medidos en dólares, pierden valor al convertirse en pesos, afectando su capacidad de cubrir costos internos como salarios, tarifas e impuestos.
Según explicó la economista María Laura Rodríguez, de la Unión de Exportadores del Uruguay, muchas empresas —especialmente las de servicios que no requieren infraestructura física— evalúan su continuidad en el país. “Están teniendo cada vez menos elementos por un tema básicamente de competitividad. Les preguntan desde el exterior: ‘Defendeme por qué Uruguay’”, advirtió Rodríguez en declaraciones a Canal 5.
El gobierno sostiene que la baja del dólar responde principalmente a factores externos. “Lo que está ocurriendo hoy con el peso uruguayo va en línea con lo que está ocurriendo a nivel global”, declaró Oddone durante una conferencia de prensa en el interior del país, citada por Telemundo de Canal 12. Como ejemplo, señaló a Brasil, principal socio comercial de Uruguay, donde la divisa estadounidense también tuvo una fuerte caída durante septiembre.
Oddone comparó la situación actual con lo ocurrido en los últimos años, donde la apreciación del peso era un fenómeno aislado de Uruguay. En cambio, hoy el fortalecimiento del peso forma parte de una tendencia global. “La diferencia es que ahora no es un evento espurio, es una dinámica internacional”, enfatizó.
El foco de la política económica, según explicó el ministro, está puesto en garantizar una inflación baja como mecanismo para sostener la competitividad. Además, mencionó medidas como la eliminación de tasas para exportadores como parte de una estrategia más amplia para apoyar al sector sin intervenir en el tipo de cambio.
En sintonía con este enfoque, el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Guillermo Tolosa, sugirió recientemente que los uruguayos reconsideren su preferencia por el dólar a la hora de invertir. “Si invertís en dólares tu poder adquisitivo va a ser muy volátil. Es una especie de timba de casino donde podés ganar o perder en el corto plazo, pero a largo plazo perdés siempre”, dijo Tolosa.
Oddone respaldó estas declaraciones, señalando que con una inflación controlada, el ahorro en pesos uruguayos o en unidades indexadas (UI) ofrece mayor estabilidad. “Cualquiera que haga los números puede encontrar que es muchísimo más rentable ahorrar en pesos que en dólares”, afirmó el ministro. Añadió que si bien siempre existe el riesgo de una eventual devaluación, en Uruguay no se produce una devaluación abrupta desde hace dos décadas.
El equipo económico del presidente Yamandú Orsi busca avanzar en un proceso de desdolarización de la economía uruguaya. “El gobierno no tiene vocación por fijar el precio del dólar. En Uruguay no hay control de precios”, enfatizó Oddone, marcando una línea clara respecto al rumbo de la política económica.
Este mensaje representa un giro cultural en un país donde históricamente el dólar ha sido visto como refugio seguro. Desde el gobierno se plantea un cambio de paradigma: vincular la competitividad más con la eficiencia interna y la estabilidad macroeconómica que con la mera cotización del dólar.
Mientras tanto, el desafío es mantener el equilibrio entre los objetivos de estabilidad económica y el reclamo de los sectores productivos que enfrentan mayores dificultades con un tipo de cambio que no los favorece. La apuesta oficial está clara: no tocar el mercado cambiario y reforzar las bases estructurales que permitan a las empresas competir con eficiencia.