Por Agroempresario.com
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta una campaña agrícola 2025/26 histórica, con una producción total estimada de 143 millones de toneladas, lo que representaría un récord absoluto para el sector. También anticipa exportaciones por 32.000 millones de dólares y un incremento del 9% respecto a la cosecha anterior.
Sin embargo, el economista jefe de la Bolsa de Cereales porteña, Ramiro Costa, advierte que detrás de esa cifra positiva se esconde una preocupante realidad: el agro argentino lleva siete años estancado, sin crecimiento estructural.
“Lo que parece un logro, en realidad evidencia una falencia. Hace 7 años que no crecemos, estamos estancados”, afirmó Costa durante el foro Amcham Agribusiness, poniendo paños fríos al entusiasmo por el nuevo récord proyectado.
El récord de producción se debe principalmente al impulso en cultivos como maíz y girasol, que tendrán un desempeño destacado. Sin embargo, Costa remarcó que los márgenes para los productores seguirán siendo bajos debido a los precios internacionales deprimidos y costos internos elevados.
A nivel global, la situación es aún más desafiante para la Argentina. “La producción mundial crece sostenidamente, récord tras récord, mientras Argentina pierde participación en el mercado internacional”, dijo Costa. Según sus datos, el market share nacional cayó del 20% al 12% en los últimos años, mientras Brasil avanza a paso firme.
“En el Mercosur, la postal se vuelve incómoda”, expresó el economista, señalando cómo el país vecino logra mayor productividad e influencia global campaña tras campaña.
Costa sostiene que la Argentina tiene las condiciones tecnológicas, de conocimiento y superficie para dar un salto de escala, pero carece de un marco político y económico que acompañe ese potencial.
“Necesitamos dejar de tener una actitud defensiva. No podemos seguir celebrando récords magros. Hay que pensar en una agricultura que apunte a las 200 millones de toneladas”, remarcó Costa.
El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, coincidió con el diagnóstico y apuntó directamente a las decisiones políticas:
“No es que los productores seamos malos. La producción está encorsetada por los gobiernos, por impuestos y regulaciones que la asfixian”, afirmó.
Con cada modificación en el esquema de retenciones o nuevos tributos provinciales, el sector pierde competitividad. Y mientras tanto, el mundo avanza a alta velocidad, dejando al agro argentino en una posición cada vez más rezagada.
Costa fue contundente en su cierre: “Hay que decidir si queremos enorgullecernos de tener una agricultura resiliente que apenas sobrevive, o pasar a una en verdadera expansión”.
El agro argentino no es un sector más: es el motor económico del país, y su crecimiento sostenido podría significar un impacto directo en el desarrollo nacional. Pero para eso, hace falta más que clima favorable y tecnología: se necesitan decisiones políticas firmes que liberen su potencial.