Por Agroempresario.com
En el marco del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, Enrique Bertini, Presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), brindó un discurso que combinó historia personal, reflexiones filosóficas e hitos internacionales para defender un principio contundente: la industria es el corazón del desarrollo nacional y el empleo su expresión más digna.
Hijo de inmigrantes italianos del norte, fundador de una empresa de maquinaria agrícola y formado en el mundo metalúrgico, Bertini habló desde la experiencia. “Ser industrial no es solo administrar una fábrica ni producir bienes. Ser industrial es transformar insumos en productos que mejoran la vida de las personas. Es generar trabajo, identidad, dignidad y sentido de pertenencia”, señaló.
Su mensaje caló profundo en una audiencia compuesta por referentes del agro, la política y la industria, porque no sólo reivindicó al sector productivo, sino que también llamó a la construcción de un modelo argentino de industrialización tecnológica, culturalmente propio y ecológicamente sustentable.
Bertini dejó en claro que la industria trasciende lo económico. La definió como un compromiso social y político. “El bien común no es un concepto abstracto, es la suma de acciones que mejoran la calidad de vida de la población. Cuando se genera empleo industrial, se contribuye al engrandecimiento del país y, al mismo tiempo, se dignifica la vida de los trabajadores y sus familias”.
Para el presidente de CAFMA, el desarrollo industrial requiere de un Estado presente, que marque un rumbo, acompañe a los empresarios, arbitre cuando sea necesario y trace un horizonte compartido. “La macroeconomía y las proyecciones de inversión son necesarias, pero no suficientes. El Estado debe ser socio estratégico del industrial y de la sociedad”, afirmó.
El discurso incluyó un recorrido por distintos ejemplos históricos y actuales. Alemania, devastada tras la Segunda Guerra Mundial, eligió reconstruir su industria y hoy sostiene a toda Europa gracias a su fortaleza industrial. Corea del Sur, hace 60 años un país agrícola y empobrecido, apostó a la educación, la tecnología y la industria, convirtiéndose en líder mundial en innovación. Japón, tras la guerra, emergió desde las cenizas priorizando calidad y productividad industrial.
También mencionó a China, que bajo un capitalismo de Estado planificado logró sacar de la pobreza a cientos de millones, en contraste con Cuba, que optó por un modelo sin industria competitiva, estancando su economía.
En América Latina, Bertini señaló los casos de Brasil y México, donde a pesar de dificultades económicas, la industria es columna vertebral de sus modelos de desarrollo. “El mensaje es contundente: no hay nación desarrollada sin industria fuerte, sin un Estado que acompañe y sin empresarios que se animen a invertir y arriesgar”, sostuvo.
Bertini sintetizó su visión con una fórmula clara: “Competencia donde sea posible, planificación donde sea necesaria”. Según explicó, el Estado no debe ni ausentarse ni asfixiar, sino convertirse en un socio estratégico que permita a la industria florecer y, con ella, a toda la comunidad.
Este equilibrio, señaló, es el que permitió a países exitosos consolidar modelos industriales sólidos, capaces de resistir crisis y sostener el crecimiento. “Un país sin industria es un país sin destino. La industria convierte a una nación en sujeto de la historia”, subrayó.
Otro eje central fue la identidad nacional en los productos. Para Bertini, un bien no lleva el sello de un país solo por los insumos o la mano de obra, sino por la investigación, la innovación, la creatividad y la cultura que contiene.
“No se trata únicamente de cumplir con porcentajes de valor agregado. Se trata de que el producto refleje el talento y el esfuerzo de nuestra gente. Eso es lo que da identidad y competitividad en un mundo globalizado”, explicó.
El industrial agregó que las cadenas de valor son claves para generar oportunidades. “No se puede distribuir riqueza que no se genera. Pero sí se pueden distribuir oportunidades para que cada persona sea protagonista de su propio bienestar. El trabajo dignifica al hombre, y la industria es la mayor fuente de empleos de calidad que podemos ofrecer”, remarcó.
En su exposición, Bertini destacó el papel fundamental de las pymes en la estructura industrial argentina. “Las pymes abastecen nichos que las grandes corporaciones ignoran, atomizan riesgos, multiplican puestos de trabajo y sostienen la economía local”, dijo.
En un mercado global sobreofertado de productos masivos y baratos, las pymes argentinas aportan identidad, diferenciación y arraigo territorial. “Las pequeñas y medianas empresas son las que garantizan diversidad, resiliencia y competitividad con rostro humano”, subrayó.
Bertini también se apoyó en los aportes del autor argentino Marcelo Gullo y su concepto de “insubordinación fundante”, que explica cómo las grandes potencias históricas lograron desarrollarse rechazando las lógicas del statu quo internacional y apostando por la industrialización autónoma.
Ejemplos como la revolución Meiji en Japón, la industrialización alemana o el desarrollo de Estados Unidos en el siglo XIX muestran que la clave está en impulsar industrias propias, compatibles con valores culturales y sustentables en lo ecológico.
“Necesitamos una industrialización tecnológica, culturalmente nuestra y sustentable. No se trata de copiar modelos, sino de construir uno que refleje nuestras fortalezas y potencialidades”, afirmó.
El presidente de CAFMA fue crítico con la historia económica argentina, marcada por vaivenes ideológicos y modelos antagónicos. “Nuestra historia penduló entre procesos opuestos, pero nunca la industria ocupó el papel central que debía tener en el desarrollo nacional. Ese es el gran desafío pendiente”, expresó.
Bertini hizo un llamado a la clase dirigente para reconocer que el éxito de Argentina depende de consolidar un modelo de desarrollo con base en la industria. “Es necesario que la política comprenda que sin industria no hay futuro. La industria debe ser columna basal del progreso nacional”, sentenció.
En la parte final de su discurso, Bertini hizo un homenaje a los industriales argentinos que, desde el anonimato, sostienen el aparato productivo. “Quiero reconocer a las mujeres y hombres que todos los días se levantan para abrir fábricas, talleres y oficios. Que ponen el cuerpo a la incertidumbre y creen en el futuro, aun en las coyunturas más difíciles”, expresó con emoción.
Para él, ser industrial no es un título ni una etiqueta, sino un compromiso con el país. “Es trabajar para producir, pero también para construir una Argentina más justa, próspera y feliz para todos”, concluyó, generando un fuerte aplauso del auditorio.