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esde hace 20 años el ámbito rural de la Argentina se vio desfavorecido por las políticas públicas agropecuarias, los cambios permanentes en mercado mundial de alimentos, y también, por los cambios climáticos que generan modificaciones parciales, y en muchos casos totales, en el sistema de producción agropecuario de las diversas regiones de nuestro país.
En ese marco, es que se comenzaron a analizar diversas estrategias vinculadas a las políticas de desarrollo rural, impulsando principalmente que los habitantes del campo puedan seguir viviendo en él, que los jóvenes se puedan quedar, y que las familias generen un ingreso sostenible que les permita sustentar y mejorar su calidad de vida.
Entre las nuevas políticas de ruralidad se destacó el Turismo Rural, principalmente por contar, de manera general, con los principales recursos para desarrollar el turismo, es decir, instalaciones, edificios, casonas o estancias, cocinas y espacios de recreación y aprendizaje. Tal es así que, para el principal consumidor de los espacios rurales, que es el hombre urbano, el principal interés y atractivo encontrado en el campo fue el aire limpio, fresco, el contacto con la naturaleza y en el mejor de los casos los sistemas de producción agrarios.
Así es que los productores agropecuarios, que poseían inestabilidades constantes en su principal actividad económica que era la agricultura, pasaron a obtener ingresos secundarios al alquilar habitaciones, otorgar días de campo con comida casera, realizar cabalgatas, e invitar a los turistas a conocer cómo se siembra la tierra y cómo se realizan otras actividades cotidianas.
El turismo rural entonces logro dos objetivos. El primero generar ingresos para las familias rurales, ya que la actividad turística empleaba a todos los miembros; el segundo fue lograr que el habitante urbano pudiera disfrutar de la naturaleza, del descanso y de la comodidad, cerca de su ciudad y con toda la familia.
En los últimos 20 años el turismo rural fue creciendo y expandiéndose, desarrollándose cientos de emprendimientos rurales con diversas visiones y objetivos el extenso territorio argentino.
Bajo esta historia es que por medio del “CONCURSO NACIONAL DE TURISMO RURAL” organizado por el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se otorgaron galardones a aquellos emprendedores que destacaron por sus servicios, creatividad e innovación.
El Concurso Nacional de Turismo Rural posee como objetivo central reconocer emprendimientos de Turismo Rural que tengan como premisas la inclusión social, la sustentabilidad ambiental, cultural y económica, y el desarrollo turístico; destacando su carácter identitario y particularidades regionales únicas.
La categoría Agroturismo fue liderada por la Posada Cavieres Wine Farm, en Maipú, provincia de Mendoza. La posada se emplaza en el conocido camino del Vino, permite el contacto directo del visitante con la producción vitivinícola, y las plantaciones olivícolas. Es un espacio natural, artesanal y familiar único y desde sus instalaciones se pueden recorrer en bicicleta siete viñedos más.
La categoría de servicios al turista en el espacio rural tuvo como primer emprendimiento destacado a Caravana de Llamas, en las Salinas Grandes de Jujuy. Es un emprendimiento de Turismo Comunitario que rescata históricamente a la llama como animal de carga, y recupera su valor de servicio para poder desarrollar de esta manera un emprendimiento innovador y único, esencialmente por su filosofía, supo encontrar de manera creativa la unión entre lo nativo, lo histórico y lo actual, utilizando como hilo conductor a la llama como animal milenario.
En cuanto a las experiencias asociativas de turismo rural sobresalió la Ruta del vino de Río Negro, en la zona de General Roca, provincia de Río Negro. La Ruta del Vino en dicha provincia nació por el 2006 con el fin de integrar los recursos y servicios turísticos de interés en la zona vitivinícola y promover así dicha cultural y producción en torno a esta bebida. La Ruta está compuesta por bodegas, pero también por hoteles, cámaras comerciales, instituciones gubernamentales, organismos técnicos, y otros.
En la última categoría, Turismo rural comunitario, sentó precedencia la Red y Cooperativa de trabajo de Turismo Aborigen Espejo de Sal, en la provincia de Jujuy. La Red está formada por 32 familias de las comunidades aborígenes de Rinconadillas, San Francisco de Alfarcito, Sausalito, Santa Ana, Barrancas, Susques y Cerro Negro. La iniciativa buscó promover un ingreso económico complementario a la actividad principal de las comunidades que se basaban en la ganadería de camélidos y las artesanías en fibra de llama.
En cada categoría hubo premios menores pero que reconocen la labor en Turismo Rural. Los proyectos distinguidos fueron: Red de Turismo Comunitario Cultura Rural Patagónica, Dto. Pilcaniyeu, Río Negro. Cooperativa “Huellas de San Francisco”, Río Hondo, Santiago del Estero. Tintihuili kanay ken, Lavalle, Mendoza. Grupo de turismo rural LAISHÍ, rincón de turismo, Formosa, Formosa. Sierras y Pampas Sudoeste Buenos Aires, Pigüé, Buenos Aires. Selvas del Río, Bermejo, Chaco. Asamblea Rural de Jáchal, Jáchal, San Juan. Meseta Infinita, Los Menucos, Río Negro. Posada Las Perdices de Junta de los Ríos S.A, El Manzano, Córdoba. Bosque Petrificado Florentino Ameghino Custodio Rural, Gaiman, Chubut. CERNE, vida y monte, Puerto Piray, Misiones. Maroma cabalgatas, Tucumán. Los Franco Suizos, San José, Entre Ríos. Hierbas Peraqua, El Challao, Mendoza. Telar de Suriara, Santa Rosa, Catamarca. Finca Santa Anita, Coronel Moldes, Salta.
El turismo rural es una actividad creciente en Argentina y cada día se suman intenciones y proyectos que impulsan las economías regionales, que despiertan el interés de los pueblos, y que ofrecen alternativas variadas a los turistas. Los premios y distinciones, más allá de constituir acciones en sí mismos, renuevan las energías y animan a otros a pensar en turismo contemplando a las comunidades y a los productores locales.
Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos
