Por Agroempresario.com
Octubre marca un momento decisivo para el trigo argentino. El cereal se encuentra en la etapa crítica del ciclo y las condiciones agronómicas permiten proyectar un horizonte alentador: la posibilidad de alcanzar las 23 millones de toneladas, una cifra récord similar a la de la campaña 2021/22. Sin embargo, el cultivo deberá sortear varias “trampas” naturales antes de confirmar esa marca histórica.
Las lluvias abundantes del otoño y la mejora de las reservas hídricas en los suelos impulsaron una siembra de 6,9 millones de hectáreas a nivel nacional. A esto se sumaron precipitaciones excepcionales durante julio y agosto, que revirtieron escenarios de sequía y devolvieron el optimismo a los productores. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en localidades como Gancedo, Chaco, las lluvias de agosto de 2025 superaron los 115 años de registros históricos, recuperando trigos que estaban al borde del fracaso y proyectando rindes de 20 a 23 quintales por hectárea, el doble de un ciclo normal para la provincia.
En Santiago del Estero, los técnicos reportan situaciones dispares: mientras zonas como Los Juríes y Banderas aún sufren falta de agua, el resto del territorio muestra un buen panorama productivo. En Córdoba, un lote que se sembró como cultivo de cobertura después del maní “se dejó para cosecha por su excelente desarrollo”, según técnicos consultados por la BCR.
El optimismo también se extiende a Entre Ríos, donde el SIBER (Sistema de Información de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos) informó que la condición de los trigos “muy buenos” se duplicó respecto al año pasado, cuando el promedio fue de 36 qq/ha. En el norte y centro de Santa Fe, los rendimientos base superan los 40 qq/ha, y la región núcleo podría aportar cerca de una tercera parte del total nacional. La Pampa y Buenos Aires también registran lotes destacados, aunque esta última enfrenta complicaciones por excesos hídricos.
No obstante, el camino al récord no está libre de riesgos. Los especialistas advierten que el trigo es un cultivo vulnerable a factores imprevisibles: una helada tardía, los llamados “sopletes” (golpes de calor repentinos durante el llenado) o la aparición de enfermedades fúngicas pueden alterar drásticamente el resultado final. Por eso, el monitoreo sanitario se ha intensificado como nunca.
La Bolsa de Comercio de Rosario estima un rendimiento promedio nacional de 35,4 qq/ha, aunque se prevé una pérdida de 403.000 hectáreas por excesos de agua. Aun así, el balance general sigue siendo positivo y la proyección de 23 millones de toneladas mantiene su vigencia.
Buenos Aires encabeza las expectativas con rindes cercanos a 40 qq/ha, consolidándose como el motor del trigo argentino. En Córdoba, los rendimientos superarían ampliamente los 23,7 qq/ha de 2024, alcanzando 35,5 qq/ha. Santa Fe podría llegar a 38 qq/ha, mientras que Santiago del Estero y Chaco se ubican entre 20 y 22 qq/ha, con potencial de mejora a medida que avance la cosecha.
En síntesis, el trigo 2025 combina condiciones históricas con desafíos latentes. Si logra esquivar las trampas del clima y las enfermedades, Argentina podría recuperar su lugar de liderazgo en la producción triguera regional, marcando un nuevo hito para la agricultura nacional.