El maíz es uno de los pilares de la producción agrícola argentina, base de la alimentación animal y de la cadena ganadera. Sin embargo, este cultivo enfrenta una seria amenaza: el hongo Stenocarpella maydis, responsable de pérdidas en rendimiento y de una enfermedad neurotóxica en el ganado conocida como diplodiosis, causada por el consumo de maíz contaminado.
Durante la campaña 2023/2024, este patógeno fue detectado en lotes de Chaco y Corrientes, encendiendo las alarmas entre productores y técnicos. Ante esta situación, un equipo de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) decidió explorar una alternativa natural de control biológico.
La investigación, presentada en el VI Congreso de Microbiología Agrícola y Ambiental en la Ciudad de Buenos Aires, fue desarrollada por la ingeniera agrónoma (Mgter.) Celsa Balbi, la doctora Susana Gutiérrez y el estudiante Nelson Monasterio, quienes evaluaron el antagonismo in vitro de tres aislados de Trichoderma sobre Stenocarpella maydis.
El Trichoderma es un hongo benéfico ampliamente estudiado por su capacidad de competir, invadir y destruir a otros hongos patógenos. El equipo trabajó con tres variedades: Ts y Tr, obtenidas de silos y restos de maíz de la región, y Tv (Trichoderma virens), proveniente de suelos arroceros.
En condiciones controladas de laboratorio, se cultivaron ambas especies para observar su comportamiento. Los resultados fueron contundentes: las tres variedades lograron inhibir el crecimiento del hongo dañino, con niveles de control del 75,8% para Ts, 73,7% para Tr y 63,4% para Tv.
Además de medir la eficacia, los investigadores analizaron el mecanismo de acción. La variedad Ts penetró directamente las células del patógeno, mientras que Tr lo rodeó hasta inmovilizarlo. En ambos casos, se observó deterioro estructural y formación de vacuolas en el hongo perjudicial.
Las variedades Ts y Tr establecieron contacto con Stenocarpella maydis en 48 horas, mientras que Tv lo hizo a las 72 horas, demostrando diferencias en la velocidad de respuesta.
Los resultados preliminares ofrecen una alternativa sustentable para el manejo de enfermedades en maíz. El uso de Trichoderma como agente de biocontrol podría aplicarse directamente en el campo, reduciendo los focos de infección y el riesgo de intoxicación en el ganado bovino.
Este avance científico, surgido desde el Nordeste argentino, representa una esperanza para los productores que buscan soluciones naturales, eficaces y seguras, en línea con un modelo de agricultura más sustentable y con menor dependencia de agroquímicos.