La arveja vuelve a destacarse en la escena agrícola argentina. Aun con márgenes económicos estrechos, el cultivo consolida su lugar en las rotaciones gracias a su aporte a la fertilidad del suelo, su bajo requerimiento de insumos y sus posibilidades de inserción internacional. Así lo señala un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), elaborado por Florencia Poeta, Carina Frattini y Julio Calzada, que describe un escenario de expansión sostenida en la región núcleo.
De acuerdo con el reporte, la arveja “vuelve a cobrar protagonismo gracias a su aporte en la rotación, la fijación biológica de nitrógeno y las oportunidades comerciales que ofrece en el mercado internacional”.
En particular, Santa Fe se consolida como el segundo polo productivo del país, concentrando gran parte de la actividad en los departamentos Constitución, Rosario y San Jerónimo.
Esta posición estratégica está acompañada por el trabajo de la Mesa de Legumbres de Santa Fe, que junto con la BCR impulsa la profesionalización y expansión del cultivo dentro de un esquema productivo sustentable.
El INTA Arroyo Seco estima que en la campaña 2025/26 el área sembrada con arveja —tanto verde como amarilla— superó las 120.000 hectáreas, lo que podría derivar en un récord productivo superior a las 300.000 toneladas, si el clima acompaña durante octubre, etapa crítica de floración y formación de grano.
En el núcleo arvejero nacional, predomina la variedad verde, que representa cerca del 75% del total sembrado, frente al 25% de la amarilla. Este predominio responde a la demanda de los mercados latinoamericanos y europeos, mientras que la amarilla se destina principalmente a Asia y a la industria de proteínas vegetales.
Si bien la arveja amarilla muestra una tendencia creciente por su uso industrial, la verde sigue siendo la más elegida por su valor comercial y su rol dentro de las rotaciones agrícolas.
El seguimiento de los técnicos de Arroyo Seco, Godoy, Coronel Bogado, Uranga, Santa Teresa, Villa Mugueta y Acebal confirma un panorama general positivo. “Las arvejas están en muy buenas condiciones”, aseguran, aunque aclaran que algunos lotes bajos sufrieron exceso de agua tras lluvias recurrentes.
En el noreste bonaerense, particularmente en San Pedro y Baradero, la situación es similar. Pese a las pérdidas puntuales por humedad excesiva, los técnicos describen “una foto muy buena” en general, con cultivos vigorosos y buena floración.
El análisis económico realizado por la BCR muestra que la arveja verde presenta márgenes positivos pero acotados, especialmente en campos arrendados. En un planteo de 150 hectáreas, con labores tercerizadas y un alquiler de 15 quintales por hectárea, los resultados dependen directamente del rinde.
Con un precio a cosecha de US$280 por tonelada, los márgenes son favorables solo si se alcanzan buenos niveles de productividad.
Los costos de producción de la arveja verde muestran una fuerte concentración en la semilla, que representa el 47% del gasto en insumos y el 29% del costo total de la campaña.
Con una densidad de siembra de 250 kilos por hectárea para lograr unas 100 plantas/m², el costo ronda los US$170 por hectárea.
En comparación, este peso es entre dos y tres veces superior al que tiene la semilla en cultivos como trigo, soja o maíz. Por eso, la optimización de la siembra y el uso de semilla de calidad se vuelve clave para mejorar la rentabilidad.
Más allá de su rentabilidad directa, el mayor aporte de la arveja está en su rol agronómico dentro de las rotaciones. Los técnicos destacan que la rotación arveja/maíz de segunda puede elevar el rendimiento del cereal hasta un 20%, gracias a la mejora en la estructura y fertilidad del suelo.
Considerando rindes promedios de 25 qq/ha para arveja y 75 qq/ha para maíz, la renta combinada asciende a US$394/ha en campo propio. Si los rindes mejoran a 30 y 80 qq/ha, respectivamente, el margen trepa a US$511/ha en propio y US$108/ha en arrendado.
El clásico esquema trigo/soja aún mantiene una leve ventaja en resultados económicos, con US$411/ha en campo propio frente a US$394/ha del sistema arveja/maíz. Sin embargo, cuando se consideran los beneficios ambientales y de sustentabilidad, la arveja se posiciona como una alternativa estratégica para diversificar los planteos agrícolas.
Su capacidad de fijar nitrógeno, mejorar la estructura del suelo y reducir la presión de enfermedades la convierte en una opción cada vez más valorada, especialmente en zonas donde el trigo pierde atractivo por costos o clima.
El resurgimiento de la arveja muestra cómo los cultivos de invierno alternativos pueden jugar un papel clave en el equilibrio productivo. Aunque los márgenes sigan siendo ajustados, la combinación de sustentabilidad, diversificación y valor agregado le da al cultivo una nueva oportunidad en el corazón agrícola argentino.