Por Agroempresario.com
En el marco del III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, Pablo Cervi, actual diputado nacional y referente del sector frutícola, compartió su análisis sobre los desafíos estructurales que enfrentan las economías regionales en Argentina, su experiencia como productor y la necesidad urgente de reformas para recuperar competitividad y viabilidad.
Desde su doble rol, como empresario del Alto Valle de los ríos Negro y Neuquén y como legislador en la Cámara de Diputados, Cervi dejó en claro que la política puede y debe ser una herramienta para mejorar el entorno donde se desarrolla la producción, y que sin un entorno favorable, la mejora interna de las cadenas de valor tiene un techo limitado.
Cervi, ingeniero agrónomo y empresario frutícola, relató sus inicios en la actividad privada: “Vengo de una familia de productores de frutas en Neuquén. Estamos radicados en el Alto Valle de los ríos Negro y Neuquén, integrando desde la producción hasta la exportación. Trabajé durante 23 años en todas las áreas de la empresa y participé activamente en instituciones como la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados, la Agencia de Desarrollo de Neuquén y el Consejo Regional del INTA”.
Su experiencia lo llevó a asumir roles de liderazgo en el sector privado y luego dar el salto a la función pública, convencido de que el entorno económico y político influye en un 70% en la competitividad de cualquier actividad productiva. “Un colaborador me habló de la regla del 70/30: solo el 30% depende de la eficiencia interna. El 70% lo determina el entorno”, afirmó.
Uno de los principales ejes de la exposición de Cervi fue el impacto de la presión fiscal en las economías regionales. “Tenemos impuestos acumulativos como Ingresos Brutos, que castigan el agregado de valor y nos hacen menos competitivos frente a países como Chile”, explicó.
Además, los municipios han incrementado su participación recaudatoria con tasas que muchas veces no tienen contraprestación. “La licencia comercial se convirtió en un Ingreso Bruto encubierto, y hay municipios que cobran tasas viales sin mantener los caminos rurales”, agregó.
También se refirió a los salarios y cargas laborales, donde Argentina presenta un alto costo comparado con competidores directos. “En promedio, los aportes y contribuciones llegan al 33%, mientras que Chile tiene solo un 3,5% y Sudáfrica un 2%. Esto impacta directamente en el precio final de nuestros productos en el puerto”, detalló.
Cervi insistió en que sin una reforma tributaria profunda, será difícil sostener el empleo formal y promover nuevas inversiones. También advirtió sobre el riesgo que implica la informalidad: “Con el 40% de la economía en negro, el sistema previsional no es sostenible. Hay 1,4 jubilados por cada aportante”.
En esa línea, criticó la falta de debates reales en el Congreso: “Se termina politizando todo. La discusión es quién gana, no cómo se financia lo que se propone. Un ejemplo fue la ley vetada recientemente, donde un artículo perjudicaba a las Sociedades de Garantía Recíproca, que son clave para financiar a una de cada tres pymes en Argentina”.
La falta de financiamiento accesible es otro obstáculo para mejorar la competitividad. “Tecnologías como la tela antigranizo pueden reducir pérdidas por granizo y radiación solar, pero requieren una inversión de 15.000 dólares por hectárea”, señaló Cervi. Agregó que la incorporación de tecnologías mecánicas permite la participación de mujeres en el trabajo rural y mejora las condiciones laborales.
También destacó el impacto positivo que puede tener una Ley de Semillas moderna. “Hoy no tenemos acceso a muchas mejoras genéticas porque no ofrecemos garantías a los obtentores. Necesitamos una legislación que permita el acceso a variedades competitivas”.
La protección industrial sin escalas adecuadas genera distorsiones. “Un tractor o una herramienta de poda cuesta el doble en Argentina que en Chile, y además tenemos barreras arancelarias cuando exportamos productos con agregado de valor. Un jugo de fruta paga el triple de arancel que la fruta fresca”.
Este sistema perjudica la exportación de productos elaborados, justo en un momento donde el país necesita generar divisas y empleo genuino. “Nos castigan por agregar valor, cuando eso es precisamente lo que deberíamos incentivar”, sentenció.
Cervi cerró su presentación en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía” con una reflexión clara:
“Pensando como empresario, la mejor inversión sería apostar a que se consolide la transformación de nuestro país en una economía de mercado, abierta y competitiva”.
Con su visión desde ambos lados del mostrador —la producción y la política—, Cervi dejó un mensaje potente para quienes integran el ecosistema agroindustrial argentino: sin reformas estructurales, sin previsibilidad y sin un entorno que fomente el valor agregado, será imposible competir en el mercado global.