Un equipo interdisciplinario del Instituto de Ingeniería Rural (IIR) y del Instituto de Floricultura (IF) del INTA comprobó que la solarización del suelo, una técnica simple y de bajo costo que utiliza la radiación solar, puede reducir a la mitad la aparición de malezas y mejorar el desarrollo de plantas nativas en agroecosistemas.
La investigación se desarrolló en el INTA Castelar durante cinco meses, bajo la coordinación de las especialistas Genoveva Pignataro, Analía Puerta y Paula Leva, quienes evaluaron distintos tipos de plásticos utilizados para cubrir el suelo y potenciar el efecto del calor solar.
Según explicó Pignataro, del Instituto de Ingeniería Rural, “la solarización es una práctica muy eficaz para la desinfección de suelos y sustratos que aprovecha la energía solar para controlar las malezas presentes”.
La técnica consiste en preparar el suelo con la humedad adecuada, cubrirlo con polietileno transparente y dejarlo expuesto al sol durante los meses más cálidos. Este procedimiento eleva la temperatura del suelo y elimina semillas y microorganismos no deseados.
Por su parte, Analía Puerta, del Instituto de Floricultura, detalló que el tratamiento debe mantenerse entre 30 y 45 días durante el verano. “El plástico transparente permite el ingreso de los rayos solares que elevan la temperatura del suelo, activando un proceso natural de control de malezas”, señaló.
El equipo de investigación realizó ensayos en tres tipos de parcelas: unas cubiertas con polietileno transparente, otras con plástico de silo-bolsa reutilizado y un grupo testigo sin solarización.
“Durante el verano mantuvimos los suelos cubiertos y, en marzo, retiramos los plásticos para implantar las especies nativas. Luego registramos periódicamente el crecimiento de malezas”, explicó Pignataro.
Los resultados fueron contundentes: las parcelas solarizadas con plástico transparente presentaron menos del 50 % de cobertura de malezas después de cinco meses, mientras que las testigo y las tratadas con silo-bolsa alcanzaron una cobertura total en menos de dos meses.
Además, el crecimiento de las plantas nativas fue significativamente mayor en los sectores tratados con plástico transparente. En cambio, las parcelas con silo-bolsa o sin tratamiento mostraron un desarrollo intermedio o bajo.
Paula Leva destacó que los resultados son “muy alentadores” y que esta alternativa ofrece “un modo simple y económico para implantar especies nativas en espacios destinados a la conservación de la biodiversidad en agroecosistemas”.
El proyecto, iniciado en 2023, busca enriquecer áreas de biodiversidad y explorar nuevas estrategias para reducir la competencia entre malezas y plantas nativas.
“Estamos ante una práctica que combina sustentabilidad, bajo costo y posibilidad de aplicar economía circular, reutilizando materiales agrícolas dentro del propio establecimiento”, subrayó Pignataro.
Además de las tres investigadoras principales, el equipo está integrado por Leonardo Venturelli (IIR), Santiago Stancanelli y Marina Tornatore (IF), quienes contribuyen a fortalecer el conocimiento sobre prácticas sostenibles de manejo de suelos poco exploradas en el país.