El pueblo más austral de Buenos Aires: un refugio costero que cautiva con su historia y su silencio

Con menos de 30 habitantes, Villa 7 de Marzo combina playas solitarias, historia gaucha y naturaleza virgen

El pueblo más austral de Buenos Aires: un refugio costero que cautiva con su historia y su silencio
viernes 31 de octubre de 2025

Villa 7 de Marzo, una diminuta localidad costera ubicada en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires, se consolida como un destino de creciente interés para los viajeros que buscan desconexión, historia y contacto con la naturaleza. Con menos de treinta habitantes permanentes y un entorno prácticamente intacto, el lugar se presenta como una alternativa ideal frente al turismo masivo. Según publicó MDZ Online, se trata del pueblo más austral del territorio bonaerense, un enclave donde el tiempo parece haberse detenido.

Un rincón histórico frente al mar

El nombre del pueblo remite a la batalla del 7 de marzo de 1827, cuando un grupo de gauchos y vecinos locales logró detener el avance de tropas del Imperio brasileño durante la guerra con el Brasil. Aunque la zona permaneció durante décadas sin un asentamiento formal, recién en 1993 se reconoció oficialmente a Villa 7 de Marzo como localidad estable. Desde entonces, también se la conoce informalmente como Balizas, nombre con el que algunos lugareños la identifican hasta hoy.

Pese a su escala mínima, su relevancia radica tanto en su valor histórico como en su entorno natural. Situado a unos 937 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, este pueblo se erige como un símbolo de la tranquilidad bonaerense, donde el sonido predominante es el del viento y las olas del Mar Argentino.

El pueblo más austral de Buenos Aires: un refugio costero que cautiva con su historia y su silencio

Playas solitarias y naturaleza virgen

El atractivo principal de Villa 7 de Marzo es su extensa franja costera, elegida por surfistas, aficionados al kitesurf y amantes de las largas caminatas frente al océano. A diferencia de otros balnearios del Atlántico bonaerense, su costa no está urbanizada, lo que permite conservar la fisonomía natural del paisaje.

Los pescadores también encuentran allí un punto ideal para su actividad. De acuerdo con las temporadas, es posible capturar corvinas, pejerreyes, pescadillas, gatuzos, cazones, bagres de mar y lenguados. Sin embargo, la falta de infraestructura turística formal —solo hay dos despensas, una sala de primeros auxilios y un hospedaje— limita la cantidad de visitantes, lo que contribuye a mantener su calma característica.

“Es un sitio para quienes buscan silencio y desconexión, donde cada atardecer parece pintado a mano”, publicó MDZ Online al describir la atmósfera que distingue al pueblo.

Un destino para el turismo responsable

La particularidad de Villa 7 de Marzo no radica en su oferta de servicios, sino en su austera autenticidad. Las calles son de tierra, los vecinos se conocen entre todos y la mayoría de las viviendas son construcciones sencillas, algunas de ellas levantadas por pescadores o familias que eligen pasar allí los meses de verano.

Los viajeros que llegan al lugar suelen hacerlo atraídos por su aislamiento geográfico. Para acceder, es necesario partir desde Carmen de Patagones, recorrer el camino de Laguna Grande y seguir el curso del Río Negro hasta su desembocadura en el mar. El trayecto, de unos 30 kilómetros, combina vistas fluviales, médanos y zonas de pastizales costeros.

A diferencia de otros destinos turísticos de la costa atlántica, en Villa 7 de Marzo no hay bares ni paradores, y el único hospedaje disponible es de tipo familiar. Por eso, quienes visitan el pueblo suelen llevar consigo alimentos, provisiones y combustible, ya que el abastecimiento local es limitado.

El pueblo más austral de Buenos Aires: un refugio costero que cautiva con su historia y su silencio

Esta precariedad, lejos de ser una desventaja, se ha convertido en parte de su atractivo: quienes llegan lo hacen sabiendo que encontrarán tranquilidad, aire puro y mar abierto, sin más distracciones que el paisaje.

Entre la historia y el presente

La historia de Villa 7 de Marzo se vincula estrechamente con el período de las Guerras del Brasil, un conflicto que marcó la frontera sur bonaerense en el siglo XIX. La resistencia local del 7 de marzo de 1827 se transformó en símbolo de la defensa del territorio argentino y dio nombre al pueblo.

Hoy, esa memoria convive con la rutina apacible de sus habitantes. Muchos de ellos son descendientes de familias que habitaron la región durante generaciones, dedicadas a la pesca artesanal o a pequeñas tareas de mantenimiento costero. En los últimos años, algunos visitantes se sintieron tan cautivados por el entorno que decidieron instalarse de forma permanente.

“Es un lugar donde todavía se puede ver el horizonte sin cables ni edificios, algo que se ha vuelto raro en cualquier parte del mundo”, señalaron pobladores locales en declaraciones reproducidas por MDZ Online.

Turismo en equilibrio

El crecimiento del turismo en esta zona del partido de Patagones se mantiene controlado y moderado. Las autoridades locales impulsan la preservación del entorno natural como prioridad, evitando la urbanización excesiva.

Por su ubicación, el clima de Villa 7 de Marzo es templado-frío, con vientos frecuentes y una fuerte influencia oceánica. Durante el verano, las temperaturas rondan los 25 °C, aunque el viento suele ser constante. En invierno, el mar gana protagonismo y la tranquilidad alcanza su punto máximo: las playas pueden quedar completamente desiertas durante días.

Pese a la falta de infraestructura moderna, el pueblo ha comenzado a atraer a un público interesado en el turismo sustentable. Viajantes en motorhome, fotógrafos y surfistas lo eligen como parada obligada en sus recorridos por la Patagonia bonaerense.

El acceso limitado, la señal de celular intermitente y la escasez de servicios básicos hacen que la experiencia sea, más que un viaje, un regreso a lo esencial. En un contexto donde la masificación turística domina las costas argentinas, Villa 7 de Marzo se mantiene fiel a su espíritu fundacional: ser un refugio frente al ruido del mundo.

Un destino que resiste el paso del tiempo

Villa 7 de Marzo es, en definitiva, un testimonio vivo de la historia nacional y un ejemplo de cómo la vida sencilla y el respeto por la naturaleza pueden coexistir. Su gente, su entorno y su memoria colectiva lo han convertido en un símbolo de resistencia y calma dentro del mapa bonaerense.

Quienes lo conocen aseguran que, una vez que se pisa su arena, es imposible no sentir que el reloj se detiene. Y quizás esa sea su mayor virtud: en un mundo acelerado, Villa 7 de Marzo sigue siendo un lugar donde todavía se puede escuchar el silencio.



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