La vitivinicultura mendocina enfrenta su mayor crisis en una década: caen precios, consumo y rentabilidad

Un informe del IERAL advierte que la sobreoferta, la baja del consumo global y los costos internos golpean al corazón productivo de Mendoza

La vitivinicultura mendocina enfrenta su mayor crisis en una década: caen precios, consumo y rentabilidad
sábado 01 de noviembre de 2025

La industria vitivinícola de Mendoza atraviesa una de las peores crisis de los últimos diez años. Según un informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea, el sector enfrenta una combinación adversa de factores: caída del consumo mundial, precios deprimidos, acumulación de stocks y reducción de la superficie cultivada. El escenario impacta directamente sobre productores, bodegas y economías regionales, poniendo en riesgo el empleo y la sustentabilidad del principal complejo productivo de la provincia.

El estudio, difundido por Bichos de Campo, detalla que los precios reales de los vinos exportados se encuentran entre los más bajos de la última década, mientras que el consumo interno permanece estancado. “El exceso de oferta se refleja en la acumulación de stocks vínicos y en la pérdida de rentabilidad del productor primario”, señala el documento.

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Un mercado internacional en retroceso

El problema, según el IERAL, no es exclusivo de Argentina. Países como Chile también registran caídas en las ventas externas, aunque en menor magnitud. Sin embargo, el caso mendocino es más complejo: los precios promedio de los vinos varietales exportados acumulan una baja del 30% en dólares constantes desde 2013, lo que agrava la pérdida de competitividad.

La retracción del consumo mundial de vino explica gran parte de esta situación. “La caída del consumo global de vino se traduce no solo en menores volúmenes exportados, sino también en precios más bajos”, advierte el informe. Parte del excedente se redirige al mercado local, pero la mayor oferta interna termina presionando aún más los precios a la baja.

Mientras los vinos varietales logran sostener cierto equilibrio, los genéricos son los más afectados: sus precios se desploman y sus volúmenes de venta se reducen significativamente. Esta doble caída impacta directamente sobre los viñateros, muchos de los cuales enfrentan márgenes de rentabilidad negativos.

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Stocks en alza y abandono de viñedos

El aumento de los inventarios es otro síntoma de la crisis. Antes de 2010, las existencias de vino representaban un promedio de cuatro meses de consumo. Hoy esa cifra asciende a casi siete meses, y podría seguir creciendo hacia 2026. “Este aumento refleja el desajuste entre producción y ventas, y constituye un factor central en la caída de los precios”, subraya el estudio.

La situación también repercute sobre los precios de la uva de traslado, que descontando la inflación, se ubican entre los más bajos de la última década. El problema es estructural: la demanda global sigue cayendo, lo que empuja a muchos productores a reducir o abandonar sus viñedos. Desde 2010, la superficie cultivada en Mendoza muestra una tendencia descendente constante.

Un problema estructural más allá de las cosechas

El informe distingue entre factores coyunturales —como una cosecha abundante que derrumba los precios— y problemas estructurales que afectan la competitividad del sector. Entre estos últimos, se destaca la pérdida de mercados externos, la falta de acuerdos comerciales, la inestabilidad macroeconómica y el encarecimiento en dólares de los costos internos.

“El presente año combina una cosecha normal, que presiona los precios a la baja, con un menor consumo interno y mundial de vinos”, explica el documento. El IERAL advierte que, incluso si las próximas vendimias reducen la producción, la menor demanda global persistirá y limitará la recuperación de precios.

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La estabilidad macroeconómica como arma de doble filo

El informe señala que la política de estabilización económica impulsada por el Gobierno nacional podría tener efectos contrapuestos para el sector exportador. “Con un resultado electoral favorable al oficialismo, continuaría la política de reducir la inflación, siendo una de sus consecuencias un dólar barato, es decir, costos argentinos en dólares más altos”, sostiene el texto. Esa dinámica, explican los economistas del IERAL, podría erosionar la competitividad internacional del vino argentino frente a otros productores con monedas más depreciadas.

En este contexto, la competencia global entre países vitivinícolas será cada vez más intensa. Aquellos que logren combinar estabilidad macroeconómica, acuerdos comerciales y cercanía con los principales centros consumidores contarán con ventajas significativas. En casi todos esos aspectos, Mendoza parte de una posición más desfavorable.

Protestas y reclamos en el corazón de la vitivinicultura

La situación no es solo económica, sino también social. En las últimas semanas, productores mendocinos se movilizaron para reclamar por la baja de precios y el aumento de los costos productivos, que según denuncian, los están llevando “a la indigencia”. Estas protestas reflejan el deterioro creciente del sector y la falta de respuestas efectivas a nivel provincial y nacional.

La historia reciente de la vitivinicultura argentina muestra tres etapas claras: una crisis severa en los años 80, que derivó en la erradicación masiva de viñedos; una recuperación y expansión durante los 90 y 2000, impulsada por las exportaciones y el tipo de cambio competitivo; y finalmente, una década de estancamiento y ajuste marcada por la pérdida de dinamismo del mercado.

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Propuestas y desafíos hacia el futuro

El informe del IERAL concluye con una advertencia y una hoja de ruta. Si nada cambia, continuará el abandono de viñedos y la pérdida de empleos rurales. Como alternativa, los economistas sugieren diseñar una “transición menos traumática” para los productores, que combine asistencia técnica, alivio fiscal y programas de reconversión productiva.

“Mendoza cuenta con un potencial significativo en su principal sector productivo. La cuestión central será cómo el sector vitivinícola enfrenta los desafíos actuales para sostener su competitividad y generar crecimiento”, concluye el informe de la Fundación Mediterránea, citado por Bichos de Campo.

En un contexto global adverso y con la economía argentina en proceso de ajuste, el desafío de recuperar la competitividad del vino argentino será clave para evitar que la crisis actual marque el inicio de una nueva etapa de retroceso estructural en la provincia



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