Después de más de dos décadas de negociaciones, el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur parece estar más cerca que nunca de concretarse. Según estimaciones de expertos, podría avanzar a su aprobación general antes de fin de noviembre, con la posibilidad de implementación parcial a partir del primer semestre de 2026. El tratado es relevante para Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, así como para los países europeos, por su impacto en la apertura de mercados y la convergencia regulatoria entre ambos bloques.
El acuerdo prevé la eliminación de aranceles sobre el 90% del comercio bilateral, con mayores plazos de desgravación que los concedidos a otros socios de la UE. Esto beneficiará especialmente a los sectores de agroindustria, energía y minerales críticos, tanto en términos de exportaciones como de inversión extranjera. Según fuentes europeas, la región del Mercosur podría sumar alrededor de 10.000 millones de dólares en exportaciones anuales, mientras que los países de la UE incrementarían sus ventas en casi 60.000 millones de dólares.
Desde la Comisión Europea, la presidenta Ursula von der Leyen elevó el acuerdo al Consejo Europeo. Francia, uno de los opositores históricos del tratado, se abstendría, lo que permitiría a Bruselas avanzar con las facultades delegadas, que abarcan cerca del 70% de la apertura comercial prevista. Posteriormente, cada país europeo deberá ratificar el acuerdo en sus parlamentos nacionales, mientras que el Mercosur, bajo la presidencia pro-tempore de Paraguay, proyecta completar su aprobación en el primer semestre de 2026, también sujeta al voto en las legislaturas de los países miembros.
Para Argentina, el tratado es considerado estratégico por el gobierno de Javier Milei, que promueve una agenda de apertura económica internacional. En diálogo con Infobae, Gustavo Perego, de la consultora Abeceb, afirmó: "El acuerdo tiene mucha ventaja para el Mercosur y hay otro punto importante que es la incorporación de la institucionalidad europea: reglas claras, estabilidad y no poder sacar ‘los pies del plato’ después que entrar al acuerdo. Eso es algo muy bueno para Argentina".
Perego destacó que la apertura del mercado europeo será más rápida en comparación con la regional, y que el sector agrícola tendrá una mejora significativa, mientras que el industrial tendrá plazos de desgravación más graduales. Según el especialista, la nueva geopolítica global, marcada por tensiones entre Estados Unidos y China y la guerra de Ucrania, ha incentivado a la UE a diversificar sus alianzas y a reconsiderar su estrategia frente a bloques emergentes.
Marcelo Elizondo, consultor y especialista en negocios internacionales, subrayó: "Argentina apoya el acuerdo y es muy importante que salga porque le va a cambiar la matriz al Mercosur, que dejaría de ser un bloque endocéntrico y pasaría a ser uno integrado, el área geográfica de libre comercio más grande del mundo". Elizondo explicó que la relación exportaciones/PBI de la región es baja, alrededor del 15%, frente a bloques como la Unión Europea o ASEAN, donde alcanza el 33%. Por eso, la implementación del acuerdo podría incrementar la integración externa y fomentar la inversión extranjera europea, que es la más relevante en Argentina.

En paralelo, este fin de semana se celebra la IV Cumbre Celac-UE en Santa Marta, Colombia, un evento donde se esperaba discutir, aunque de manera no vinculante, el avance del acuerdo. La cumbre contó con menor asistencia de presidentes de lo previsto; entre las ausencias destacan los mandatarios de Chile, México y Uruguay, así como Nicolás Maduro. La UE también tuvo ausencias notables, como Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron y Friedrich Merz, mientras que sí asistieron líderes de España, Portugal y países del norte de Europa.
Analistas coinciden en que Celac-UE no será un foro decisivo para el acuerdo. Un experto consultado en Santa Marta indicó que “la UE intenta tener un poco más de presencia en la región, pero termina siendo un foro ultra soft, sin ningún tipo de obligación. Uno más de estos foros que se crearon que no obligan nada a nadie”.
El tratado, según Abeceb, funciona también como herramienta de modernización institucional y convergencia regulatoria, con enfoque en desarrollo sostenible y gobernanza. Esto implica que futuros gobiernos de Argentina o el Mercosur tendrán límites claros sobre la reversibilidad de los compromisos, asegurando cierta estabilidad jurídica y previsibilidad económica.

Elizondo agregó que factores geopolíticos han impulsado el avance del acuerdo. La disponibilidad energética de la región, la necesidad de la UE de diversificar su abastecimiento y la presión de China y Estados Unidos han generado incentivos para que los países del Mercosur concreten este tratado. Jorge Vasconcelos, del IERAL-Fundación Mediterránea, explicó que “la geopolítica está introduciendo fuerzas centrífugas en el seno del Mercosur, antes que las potenciales fuerzas centrípetas del acuerdo se hayan podido institucionalizar”.
Históricamente, el Mercosur ha visto una reducción de su relevancia como bloque exportador. Mientras que en 2010 los socios capturaban el 25,1% de las exportaciones argentinas, actualmente esa cifra descendió al 17%. Vasconcelos y otros expertos coinciden en que políticas proteccionistas serían contraproducentes para Argentina, y que la inserción en acuerdos internacionales es clave para revertir estancamientos económicos.
El acuerdo UE-Mercosur también podría tener efectos indirectos positivos en otros tratados que Argentina negocia con Estados Unidos y países asiáticos como Vietnam e Indonesia. Según Perego, la lógica de apertura de Milei se ve reforzada por estos avances, mientras que la UE asegura mayor presencia estratégica en América Latina, garantizando abastecimiento de alimentos, energía y minerales críticos. Como informó Infobae, de concretarse, este tratado cambiaría de manera significativa la matriz comercial de Argentina y del Mercosur, abriendo nuevas oportunidades de exportación e inversión, fortaleciendo la institucionalidad del bloque y adaptando la región a la compleja geopolítica global actual.