Argentina oficializó la actualización de su Reglamento Técnico de Identidad y Calidad de la Frutilla, una modificación publicada por el Senasa a través de la Resolución 877/2025. La medida, que se incorporó al ordenamiento jurídico nacional y entró en vigencia con su publicación en el Boletín Oficial, establece la homologación plena con los estándares de calidad del Mercosur, habilitando el reconocimiento automático del producto argentino en todos los países miembros del bloque. El cambio es relevante porque busca reducir barreras técnicas, mejorar la competitividad del sector y fortalecer la inserción comercial de una producción clave para distintas economías regionales.
La actualización se enmarca en una decisión más amplia del bloque sudamericano: el Reglamento Técnico aprobado por la Resolución GMC N.º 11 del 15 de junio de 2023, que fijó nuevas pautas para unificar criterios de clasificación, presentación y calidad de la frutilla que circula entre los Estados Parte. Con la adopción de esta normativa, Argentina deja sin efecto el esquema previo definido por el Reglamento Técnico de Calidad e Identidad de frutilla GMC Mercosur N.º 85/96, vigente desde 1996. Es un salto regulatorio que alinea al país con parámetros consolidados a nivel regional y que ofrece mayor previsibilidad para los operadores comerciales, tanto en el mercado interno como en las exportaciones.
El Senasa informó que, tras esta actualización, toda frutilla producida bajo normativa argentina será automáticamente reconocida por los países del Mercosur, lo que simplifica trámites, evita reinterpretaciones técnicas y despeja obstáculos que históricamente afectaron la fluidez comercial. En la práctica, implica que los envíos del producto fresco contarán con un aval normativo común, lo que reduce costos y agiliza el ingreso en mercados vecinos como Brasil, Uruguay y Paraguay. Para las empresas exportadoras, significa también un respaldo adicional frente a los controles de frontera, ya que operarán bajo un conjunto de reglas armonizadas que disminuye la posibilidad de rechazos por criterios divergentes de calidad.
La frutilla es un cultivo extendido en distintas provincias argentinas, entre ellas Buenos Aires, Tucumán, Santa Fe, Córdoba y Corrientes, donde representa una fuente de ingresos clave para productores pequeños y medianos. Su comercialización, históricamente dependiente de estándares sanitarios rigurosos, suele enfrentar dificultades cuando las normativas no coinciden entre países. La nueva resolución del Senasa, por lo tanto, apunta a dar respuesta a uno de los pedidos recurrentes del sector: contar con reglas claras y equivalentes al resto de los socios del Mercosur para garantizar que el producto argentino fluya sin trabas dentro del mercado ampliado del bloque.
La adopción del reglamento actualizado también refuerza el posicionamiento del país en materia de calidad alimentaria. El documento establece parámetros para la clasificación de la fruta según su integridad, frescura, coloración, firmeza, calibre y otros atributos vinculados a la presentación comercial. Asimismo, incorpora criterios sobre tolerancias de defectos y condiciones de envase, factores que son esenciales para mantener la trazabilidad y garantizar que la producción local cumpla con los estándares internacionales que exigen los consumidores y las cadenas comerciales. La actualización técnica también beneficia a los compradores finales, ya que permite contar con un producto más homogéneo y con mayores garantías de calidad.

En el plano institucional, la resolución se suma a una serie de modificaciones normativas impulsadas por el Senasa en los últimos años con el objetivo de modernizar reglamentos que databan de décadas anteriores. En este caso, la derogación del reglamento de 1996 y su reemplazo por un marco actualizado responde a la necesidad de adecuarse a nuevas exigencias tecnológicas, comerciales y sanitarias que surgieron en las últimas décadas. La normalización del comercio intrabloque es un capítulo central en esta política, dado que el Mercosur mantiene acuerdos de circulación de alimentos que requieren una base técnica común para funcionar plenamente.
El sector frutihortícola en general, y el de la frutilla en particular, ha insistido en que la falta de armonización regulatoria implica costos adicionales, duplicación de certificaciones y un margen de incertidumbre sobre los requisitos de ingreso a cada país. Con la actualización, Argentina apunta a resolver parte de esos problemas y mejorar la competitividad de un producto que, si bien no se encuentra entre los principales complejos exportadores, sí tiene potencial de crecimiento en mercados regionales y en determinados nichos de exportación fuera del Mercosur, donde la calidad certificada es un atributo distintivo.
Otro aspecto importante es la disminución de barreras técnicas al comercio, uno de los objetivos históricos del bloque. En este sentido, la resolución permite que la cadena productiva local opere con criterios más previsibles y, al mismo tiempo, ofrece un incentivo para elevar la calidad en origen. Esto es particularmente relevante en productos perecederos como la frutilla, donde la logística y la correcta manipulación tienen un efecto directo sobre el precio y la aceptación del producto en destino. Contar con estándares homologados también aumenta la confianza de los mercados externos en los procesos y controles aplicados en el país.
La medida, además, contribuye a mejorar la posición argentina dentro de las negociaciones regionales y globales en materia de sanidad y calidad. Al adoptar el reglamento vigente del Mercosur, el país fortalece su alineamiento con procesos de armonización técnica que son centrales para expandir el comercio y evitar controversias. Esta sincronización también facilita la fiscalización interna, ya que las normas son claras y uniformes para todas las partes involucradas, desde productores hasta exportadores y organismos de control.

Si bien la resolución no incorpora declaraciones directas de funcionarios o referentes del sector, su impacto es valorado por especialistas que siguen de cerca la evolución de la normativa agroalimentaria. Para ellos, la actualización es un paso necesario en la construcción de una oferta exportable competitiva, particularmente en un escenario regional donde la calidad y la certificación cobran un rol cada vez más decisivo. También destacan que la convergencia normativa contribuye a fortalecer la reputación del agro argentino, un elemento que influye en la apertura de nuevos mercados y en la consolidación de los existentes.
En un contexto donde las economías regionales buscan incrementar su presencia en el comercio exterior, la actualización del Reglamento Técnico de Identidad y Calidad de la Frutilla se presenta como una herramienta estratégica. Permite ordenar la producción, garantizar estándares, simplificar procesos y acercar al país a las reglas del comercio moderno. Con esto, Argentina se integra de manera más sólida a la dinámica del Mercosur, refuerza su marco regulatorio y crea condiciones para que la cadena frutillera pueda ampliar su desarrollo en los próximos años.