El sen del campo, una especie nativa conocida científicamente como Senna corymbosa, fue recomendada en diciembre por especialistas en botánica y organismos técnicos como una opción ideal para jardines argentinos debido a su notable resistencia al calor, su capacidad de crecimiento rápido y su bajo requerimiento de agua, según informó TN. La planta, originaria de varias regiones del país, se destaca especialmente durante los meses de mayor temperatura, cuando la disponibilidad de humedad disminuye y el estrés hídrico afecta a la mayoría de las especies ornamentales.
En plena temporada estival, cuando las altas temperaturas desafían tanto a cultivos como a plantas de uso urbano, el sen del campo aparece como una alternativa atractiva para quienes buscan especies resistentes que aporten verde y estructura al paisaje sin demandar cuidados intensivos. Su comportamiento en condiciones de calor extremo, su adaptabilidad a suelos pobres y su capacidad de rebrotar con rapidez tras podas fuertes lo convierten en una opción valorada por profesionales del paisajismo y por aficionados a la jardinería.
El interés por esta especie nativa se incrementó en los últimos años, en parte por el cambio climático y en parte por la búsqueda de soluciones de bajo mantenimiento para espacios verdes. Estudios del Instituto de Botánica Darwinion, citados por TN, indican que el sen del campo puede superar el metro de altura durante su primer año de desarrollo, siempre que reciba sol pleno y riegos moderados durante su establecimiento. Ese comportamiento lo distingue de otros arbustos tradicionales que requieren más tiempo o cuidados para alcanzar una presencia visible en jardines y veredas.

Además de su velocidad de crecimiento, el arbusto destaca por su estructura ramificada y su follaje de color verde intenso, características que lo vuelven útil como pantalla visual, seto informal o acompañamiento en borduras. A eso se suma su tolerancia al viento, su capacidad de recuperación y su resistencia a plagas habituales en ambientes urbanos, lo que reduce la necesidad de intervenciones químicas o tratamientos costosos.
Uno de los motivos por los cuales diciembre es considerado el mes ideal para plantarlo tiene que ver con el ritmo natural de su crecimiento. Especialistas del INTA San Pedro, consultados por TN, explican que este período coincide con el máximo de actividad vegetativa del sen del campo, por lo que la planta se establece con mayor rapidez antes de que lleguen los días más intensos de enero. Este comportamiento le permite desarrollar un sistema radicular profundo, capaz de aprovechar la humedad del suelo y de sostener la planta incluso en condiciones de calor extremo, que en muchas provincias argentinas superan los 38°C o incluso 40°C.
A diferencia de otras especies ornamentales que requieren riego frecuente para mantener su estructura y color, el sen del campo resiste largos períodos sin agua, algo especialmente valorado en contextos donde el consumo responsable de recursos hídricos es cada vez más relevante. Los especialistas remarcan que, una vez establecida, la planta puede mantenerse con un régimen de riego mínimo, lo que la vuelve apta para jardines domésticos, espacios públicos y proyectos de urbanización que buscan optimizar el uso del agua.

Otro rasgo distintivo de esta especie es su capacidad de atraer polinizadores. Durante los meses cálidos, el sen del campo produce racimos de flores amarillas que forman parte del paisaje natural de varias regiones del país. Estas flores atraen abejas, mariposas y otros insectos benéficos, lo que contribuye al fortalecimiento de los corredores verdes urbanos y favorece la biodiversidad en zonas densamente pobladas. En un contexto global donde la presencia de polinizadores está en declive, cada especie que favorece su actividad adquiere un valor adicional para los sistemas ecológicos urbanos.
Los especialistas apuntan también a su versatilidad. El sen del campo puede utilizarse como arbusto independiente, como parte de un cerco o como componente de jardines secos, un tipo de diseño que gana popularidad en áreas donde las lluvias son escasas o irregulares. Su tolerancia a suelos arcillosos, arenosos o pobres permite que pueda implantarse en zonas donde otras especies ornamentales no prosperan sin enmiendas o cuidados intensivos.
En cuanto al mantenimiento, paisajistas y técnicos coinciden en que el sen del campo requiere cuidados mínimos. Para fomentar su crecimiento equilibrado y mantener su estructura, recomiendan realizar una poda ligera en otoño, que ayuda a renovar el follaje y a guiar la forma del arbusto. Más allá de esa intervención ocasional, rara vez necesita tratamientos adicionales, dado que su resistencia natural lo protege de la mayoría de las plagas comunes en jardines domésticos.
El aumento de su popularidad también está relacionado con tendencias contemporáneas de diseño paisajístico que priorizan especies nativas. Estas plantas no solo están adaptadas al clima local, sino que también requieren menos recursos, favorecen la fauna propia de cada región y presentan una mayor resiliencia frente a las variaciones climáticas extremas. En ese marco, el sen del campo se volvió protagonista de propuestas que combinan estética, funcionalidad y sostenibilidad.
El crecimiento acelerado de esta especie permite resultados visibles en poco tiempo, algo muy valorado en proyectos urbanos o domésticos que buscan impacto rápido sin depender de ciclos largos de desarrollo. A su vez, su floración estival añade un componente visual atractivo, con tonos amarillos intensos que contrastan con el verde del follaje y aportan luminosidad al jardín durante los meses más calurosos.

Para quienes buscan alternativas resistentes para el verano, los especialistas ofrecen una serie de cuidados simples que garantizan un desempeño óptimo:
Sol pleno, condición fundamental para su desarrollo vigoroso.
Riego moderado, una o dos veces por semana durante los primeros meses.
Suelo con buen drenaje, aunque tolera variaciones amplias de estructura.
Poda ligera en otoño, para mantener forma y estimular brotes nuevos.
Mínima incidencia de plagas, lo que reduce la necesidad de tratamientos.
En un escenario en el que el cambio climático exige repensar los criterios tradicionales de paisajismo y jardinería, el sen del campo se posiciona como una alternativa eficiente y adaptable. Plantarlo en diciembre, como recomiendan los especialistas consultados por TN, permite aprovechar su ritmo natural de crecimiento y asegurar un jardín resistente, verde y florido incluso en los días más exigentes del verano argentino.