José Antonio Kast fue electo este domingo como nuevo Presidente de la República de Chile tras imponerse con una amplia ventaja a la candidata oficialista Jeannette Jara en la segunda vuelta presidencial. El líder del Partido Republicano logró cerca del 60% de los votos, frente a poco más del 40% de su rival, en unos comicios realizados con voto obligatorio, alta participación y desarrollo mayormente normal en todo el país, lo que marca un giro político relevante hacia la derecha tras el actual gobierno.
Los resultados preliminares se conocieron poco antes de las 20:00 horas, cuando ya se había escrutado más del 57% de las mesas a nivel nacional. Según el Servicio Electoral, más de 15,7 millones de ciudadanos estaban habilitados para sufragar en una jornada que transcurrió sin incidentes graves, aunque se reportaron algunas filas y reclamos puntuales en locales de votación de Santiago. Vocales de mesa destacaron que la existencia de solo dos opciones en la papeleta permitió un conteo más rápido y ordenado, de acuerdo con testimonios recogidos por Infobae, único medio citado como fuente externa.
Kast siguió el conteo desde la sede del Partido Republicano, ubicada en la comuna de Las Condes, acompañado por su familia, su equipo de campaña y dirigentes de diversas fuerzas políticas que respaldaron su candidatura en el balotaje, entre ellas Chile Vamos, Demócratas, Amarillos, sectores socialcristianos y libertarios. Durante la tarde recibió el llamado de felicitación de Jeannette Jara y también el saludo protocolar del presidente Gabriel Boric, transmitido por cadena abierta, en un gesto institucional que marcó el inicio de la transición.
La ahora excandidata del oficialismo votó durante la mañana en la comuna de Conchalí, acompañada de su familia. Luego permaneció en su domicilio y, al cierre de las mesas, se trasladó a su centro de operaciones en el Hotel Fundador, en el centro de Santiago, donde esperó los resultados definitivos antes de reconocer la derrota. Con ello se cerró una campaña marcada por la polarización, la seguridad pública y el desempeño económico como ejes centrales del debate.
El discurso que impulsó a Kast hasta La Moneda estuvo centrado, principalmente, en el combate a la delincuencia, el control de la migración irregular, el fortalecimiento del orden público y la reactivación económica. Durante la campaña, el presidente electo prometió expulsar a más de 300 mil inmigrantes ilegales, cerrar la frontera norte y endurecer las políticas contra el crimen organizado, en un contexto en el que los delitos violentos se han convertido en la principal preocupación ciudadana.
De acuerdo con sondeos recientes, una amplia mayoría de los chilenos considera que la inseguridad es el problema más urgente del país, seguida por el bajo crecimiento económico y la crisis migratoria. En la última década, los homicidios se duplicaron y, aunque en los últimos dos años se ha registrado una leve baja, se mantiene un alza sostenida en delitos como el secuestro y la extorsión, fenómenos atribuidos en parte a la expansión de bandas criminales extranjeras.
En el plano económico y social, Kast debió moderar algunas de sus propuestas más controvertidas durante la campaña de segunda vuelta. En particular, pese a que su programa inicial planteaba revisar la Ley de 40 horas para las pequeñas y medianas empresas, el entonces candidato se comprometió públicamente a no modificar dicha normativa ni otros beneficios sociales vigentes, como el aumento del salario mínimo, la indemnización por años de servicio y la Pensión Garantizada Universal (PGU). Estas definiciones buscaron reducir temores en sectores moderados del electorado y consolidar apoyos fuera de su base tradicional.
El triunfo de Kast representa también un cambio en la orientación de la política exterior chilena. Tras votar en la mañana del balotaje, el mandatario electo anticipó que buscará mantener relaciones pragmáticas con todos los países de la región, aunque dejó entrever afinidades ideológicas con algunos gobiernos. En ese contexto, confirmó contactos previos con el presidente argentino Javier Milei, con quien afirmó compartir “grandes sueños” para mejorar las condiciones de vida de sus respectivos ciudadanos.
Kast destacó además la complementariedad económica entre Chile y Argentina, señalando que mientras el país vecino cuenta con amplias capacidades productivas, Chile puede consolidarse como una plataforma de servicios y puerta de entrada hacia el Asia-Pacífico. Estas definiciones anticipan un enfoque más liberal en lo económico y una diplomacia centrada en intereses estratégicos y comerciales.
El presidente electo asumirá oficialmente el 11 de marzo de 2026, iniciando un mandato que estará marcado por altas expectativas y desafíos complejos. Entre ellos figuran la recuperación del crecimiento, la contención del crimen organizado, la gestión de la migración y la recomposición de confianzas en un país que ha vivido intensos debates políticos y sociales durante los últimos años. Con una victoria contundente en las urnas, Kast contará con un respaldo ciudadano significativo, aunque deberá gobernar en un escenario político fragmentado y con un Congreso que será clave para la viabilidad de sus reformas.