El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, defendió su gestión económica en un discurso a la nación transmitido en horario estelar desde la Casa Blanca, en el que aseguró que el país está “a punto de un auge como el mundo nunca ha visto”. El mensaje, de fuerte tono político, apuntó a responder a la frustración ciudadana por el aumento de los precios y la desaceleración del mercado laboral, fenómenos que se profundizaron tras la implementación de nuevos aranceles comerciales. La información fue difundida por Infobae.
El discurso se produjo en la antesala de las celebraciones navideñas y tuvo lugar en la Sala de Recepción Diplomática, con Trump flanqueado por árboles de Navidad y un retrato de George Washington a sus espaldas. Lejos de buscar un mensaje de unidad, el mandatario centró buena parte de su intervención en atribuir los problemas económicos a la herencia de la administración demócrata, en particular a su antecesor, Joe Biden.
“Hace 11 meses heredé un desastre y lo estoy arreglando”, afirmó Trump durante su alocución. En ese marco, prometió una recuperación acelerada de la economía y sostuvo: “Estamos a punto de un auge económico, como el mundo nunca ha visto”, según consignó Infobae.
El presidente combinó su defensa de la política económica con el anuncio de un bono extraordinario de 1.776 dólares para 1,45 millones de miembros de las fuerzas armadas, que será abonado antes de Navidad. El pago, que implicará un desembolso total cercano a los 2.600 millones de dólares, fue presentado como un reconocimiento al servicio militar y como una medida para aliviar las tensiones financieras en muchos hogares. Trump explicó que la cifra elegida hace referencia al año 1776, cuando se firmó la Declaración de Independencia, cuyo 250 aniversario se celebrará en 2026. “Los cheques ya están en camino”, aseguró.
En general, los discursos presidenciales televisados suelen adoptar un tono menos partidista que los actos de campaña. Sin embargo, la intervención de Trump fue leída como una versión condensada de su retórica política habitual, con críticas directas a los demócratas y un énfasis marcado en la confrontación. El presidente habló a un ritmo acelerado y, en varios pasajes, con un tono que rozó la irritación.
El mensaje buscó responder a un contexto económico complejo. Trump ha insistido en que sus políticas derivarán en un crecimiento sostenido, pero los indicadores recientes muestran un escenario más ambiguo. La inflación, que había descendido tras alcanzar máximos históricos durante el mandato de Biden en 2022, volvió a acelerarse luego de que Trump anunciara una serie de aranceles a las importaciones en abril pasado. Actualmente, el índice de precios al consumidor crece a una tasa anual cercana al 3%, frente al 2,3% registrado meses atrás.
El mercado laboral también muestra señales de debilidad. Desde el denominado “Día de la Liberación”, cuando el presidente anunció los nuevos impuestos a las importaciones —medidas que luego fueron parcialmente suspendidas y ajustadas—, las contrataciones mensuales promedian apenas 17.000 nuevos empleos. En paralelo, la tasa de desempleo subió del 4% en enero al 4,6% en la actualidad, un dato que alimenta la percepción de estancamiento entre amplios sectores de la población.
En su discurso, Trump intentó contrarrestar esos números con gráficos y datos que, según dijo, demuestran que la economía se encuentra en una trayectoria positiva. Afirmó que los ingresos están aumentando, que la inflación comenzará a ceder y que las inversiones extranjeras en nuevas fábricas impulsarán el empleo manufacturero. También aseguró que distintos líderes internacionales le han manifestado que Estados Unidos es “el país más atractivo del mundo” para invertir, una frase que suele repetir en actos públicos.
El mandatario prometió, además, que las tasas hipotecarias bajarán y que anunciará “algunos de los planes de reforma de vivienda más agresivos en la historia de Estados Unidos”, aunque no ofreció detalles concretos sobre esas iniciativas. También sostuvo que el consumo se verá impulsado el próximo año por mayores reembolsos impositivos para las familias.
Pese a estos argumentos, las encuestas reflejan un deterioro en la aprobación presidencial. De acuerdo con sondeos recientes, una mayoría de los adultos en Estados Unidos expresa descontento con la gestión económica, en particular por el encarecimiento de alimentos, vivienda y servicios básicos. Esa percepción contrasta con algunos indicadores positivos, como el buen desempeño del mercado bursátil, la baja en los precios de la gasolina y las fuertes inversiones de las empresas tecnológicas en inteligencia artificial.
El discurso también tuvo una lectura política de mediano plazo. En 2026, Trump y el Partido Republicano enfrentarán las elecciones de mitad de mandato, que definirán el control de la Cámara de Representantes y el Senado. El presidente es consciente de que esos comicios funcionarán como un referéndum sobre su liderazgo, en un contexto marcado por derrotas republicanas recientes que sembraron dudas sobre la solidez de su coalición electoral.
Más allá de la economía, Trump enfrenta otros frentes de desgaste. Sus políticas de deportaciones masivas de inmigrantes han generado rechazo en amplios sectores, aun cuando una parte de la opinión pública valora el endurecimiento del control fronterizo. En política exterior, sus intentos por poner fin a conflictos internacionales y sus acciones contra embarcaciones sospechosas de traficar drogas cerca de Venezuela no han logrado modificar sustancialmente la percepción pública sobre su gestión.
En materia de salud, el presidente intentó responsabilizar a los demócratas por un eventual aumento en las primas de los seguros médicos, ante la posible expiración de subsidios vinculados a la Ley de Cuidado de Salud Asequible de 2010. Si bien legisladores de ambos partidos analizan alternativas, Trump solo esbozó la idea de que cualquier ayuda estatal debería llegar directamente a las familias y no a las aseguradoras, sin comprometerse con un proyecto legislativo concreto.
Al finalizar el discurso, y ya fuera de la transmisión televisiva, Trump se dirigió a sus asesores presentes en la sala para preguntarles qué les había parecido su intervención. Según relató posteriormente, recibió elogios inmediatos. Luego comentó que la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, le había sugerido dirigirse a la nación y que, tras concluir, volvió a consultarle su opinión. “Te dije 20 minutos y lo hiciste exactamente en 20 minutos”, le respondió Wiles.
El mensaje presidencial dejó en claro que Trump apuesta a redoblar su narrativa económica para recuperar apoyo político, aun cuando los datos duros y la percepción ciudadana muestran un escenario más complejo. Con promesas de crecimiento acelerado, anuncios simbólicos y un marcado tono confrontativo, el presidente busca posicionarse de cara a un año decisivo para su futuro político. Según informó Infobae, el desafío central será si esas promesas logran traducirse en mejoras tangibles que modifiquen el ánimo de un electorado cada vez más escéptico.
