La lechería mira con mayor optimismo el futuro, pero el consumo interno sigue bajo observación

La lechería argentina transita el cierre de 2025 con señales de mayor confianza productiva y expectativas de crecimiento en volumen, aunque todavía enfrenta desafíos estructurales vinculados a los precios y al consumo interno. Así lo reflejan los últimos resultados del Sistema de Encuestas Agropecuarias (SEA) elaborados por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, y el análisis de Jorge Olmedo, referente del sector dentro del movimiento CREA. La información fue difundida por Bichos de Campo.

El relevamiento, realizado desde hace cinco años en los meses de marzo, julio y noviembre, recoge la percepción de productores y asesores sobre la realidad y las perspectivas de cada actividad. En esta edición participaron 1.450 empresarios CREA y 2.028 técnicos, sobre un universo de 2.200 miembros, lo que le otorga una amplia cobertura territorial y diversidad productiva.

Según Olmedo, los resultados muestran un clima de mayor optimismo respecto del período previo a las elecciones. “Hay un nivel de confianza mejor ahora que antes. El 81% piensa que vamos a estar mejor dentro de un año”, señaló. Solo un 2% de los encuestados cree que estará peor y un 17% estima que su situación será similar. En ese marco, el índice de confianza del empresario CREA alcanzó el 67%, frente al 55% registrado antes de julio, con una proyección que podría llegar al 77% en el próximo año.

No obstante, el referente aclaró que ese optimismo general no se replica de la misma manera cuando se analiza exclusivamente al sector agropecuario. “Al país le va a ir mejor, pero no necesariamente al agro. En esa mirada, el sector está en 55 puntos”, explicó, marcando una diferencia entre las expectativas macroeconómicas y las propias de la actividad.

En el caso puntual de la lechería, el escenario es más favorable en términos de volumen futuro. Actualmente, el 49% de los productores se percibe en una situación similar a la del año pasado, el 22% mejor y el 29% peor. Sin embargo, a doce meses vista, el panorama cambia: el 50% espera estar mejor, el 42% igual y solo el 8% peor. En producción, las expectativas también son positivas: un 65% prevé un aumento en los próximos cuatro meses y un 78% proyecta mayor producción a un año, con incrementos promedio estimados del 5,5% y 6,9%, respectivamente.

Olmedo subrayó la confiabilidad de estas proyecciones al recordar que, un año atrás, los productores anticiparon un crecimiento del 7,5% y la producción cerró con un alza cercana al 8%. El motor principal de esta expansión es el crecimiento del rodeo propio: el 85% de quienes esperan producir más lo atribuye a la incorporación de vaquillonas y no a la compra de animales. A ello se suma una muy buena situación forrajera en la mayoría de las cuencas lecheras CREA, con un 62% de los grupos que la califican como muy buena, salvo zonas puntuales afectadas por inundaciones.

Pese a este contexto productivo favorable, el precio de la leche sigue siendo un factor de cautela. Solo el 17% de las empresas cree que el valor recibido será mejor dentro de un año. “Hay expectativa de que el negocio funcione mejor por clima, menor inflación y mayor eficiencia, pero cuando mirás precios, el optimismo es mucho menor”, advirtió Olmedo.

En el plano financiero, la encuesta muestra un bajo nivel de endeudamiento de mediano y largo plazo, equivalente a unos 50 días de leche, un registro que el referente consideró excepcional en comparación internacional. En contraste, la deuda de corto plazo con proveedores se extendió de 32 a 38 días promedio, mientras que el plazo de cobro se ubicó en torno a los 33 días, reflejando un año complejo antes de las elecciones y una incipiente normalización posterior.

Desde su experiencia cotidiana como productor, Olmedo remarcó que muchos de los problemas empresariales recientes estuvieron más ligados a la incertidumbre macroeconómica que a la lechería en sí. De cara al futuro, reconoció que persisten interrogantes y proyectos en espera de mayor claridad. “Las velas que tengo más prendidas son las del consumo interno”, afirmó, al señalar que la recuperación de la demanda será clave para consolidar el crecimiento.

El dirigente también cuestionó debates históricos dentro de la cadena, como la forma de pago de la leche. Consideró superada la discusión entre litro o sólidos y sostuvo que falta una señal clara de la industria que premie la calidad, las buenas prácticas y el bienestar animal. “Hoy no es negocio apostar por la calidad, hoy es riesgo”, sintetizó, al advertir que los incentivos actuales tienden a diluirse en promedios que no reconocen diferencias productivas.

Finalmente, Olmedo planteó la necesidad de una mayor articulación entre producción e industria para construir un negocio lácteo sostenible en el largo plazo. A su entender, sin una estrategia que permita ampliar mercados y fortalecer la demanda, la lechería seguirá dependiendo del clima para regular oferta y precios. En un contexto de buenas condiciones agronómicas y expectativas productivas en alza, el desafío pasa ahora por transformar ese potencial en rentabilidad y estabilidad para toda la cadena.