El presidente Javier Milei aseguró que la inflación mensual convergerá a valores cercanos a cero hacia agosto de 2026, al argumentar que la política monetaria opera con rezagos más largos de lo estimado inicialmente. La definición, realizada en un programa de streaming y retomada luego en entrevistas, vuelve a colocar el combate a la inflación en el centro de la agenda económica del Gobierno, que desde diciembre de 2023 adoptó un esquema de fuerte disciplina fiscal y control de la emisión. La información fue publicada por Infobae.
El planteo presidencial se apoya en la hipótesis de que los efectos plenos de la política monetaria tardan alrededor de 26 meses en impactar sobre los precios. Milei citó estudios académicos y sostuvo que, una vez saneado el balance del Banco Central y fijada la cantidad de dinero, el proceso desinflacionario se profundiza de manera sostenida. En ese marco, afirmó que hacia la segunda mitad de 2026 el Índice de Precios al Consumidor (IPC) debería ubicarse en niveles muy bajos.
La inflación fue un eje de campaña y una prioridad de gestión. Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) muestran una desaceleración marcada a lo largo del último año, con una baja consistente de los registros mensuales. El interrogante que domina el debate es cuándo el IPC logrará perforar el umbral del 1% mensual, una referencia simbólica para evaluar la normalización de precios en la economía argentina.
En declaraciones públicas, el Presidente explicó que la cantidad de dinero funciona como ancla nominal del sistema y que el tipo de cambio es “un precio más” determinado por esa lógica. También subrayó que la formación de expectativas en el país está condicionada por décadas de inestabilidad monetaria y episodios de alta inflación, con una excepción histórica durante los años de convertibilidad. Según su razonamiento, una vez transcurrido el rezago completo de la política monetaria aplicada desde el inicio de su mandato, la inflación tenderá a desaparecer.
La reacción del mercado es un componente clave para evaluar la credibilidad del pronóstico oficial. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) publica mensualmente el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que recoge proyecciones de consultoras, entidades financieras y economistas. El último informe, con datos a noviembre, confirma que los analistas esperan una continuidad en la desaceleración durante los próximos meses.
Según el REM, diciembre sería el último mes con inflación por encima del 2%, mientras que a partir de enero el IPC se ubicaría por debajo de ese nivel. Para mayo, las expectativas del mercado apuntan a un registro cercano al 1,5% mensual. Sin embargo, el relevamiento aún no incluye proyecciones específicas para junio, julio y agosto, los meses señalados por Milei como el punto de quiebre hacia valores inferiores al 1%.
Las estimaciones anuales también reflejan prudencia. Para 2026, el mercado proyecta una inflación acumulada de 19,6%, lo que implica un promedio mensual superior al 1%. Ese dato no invalida, de todos modos, la posibilidad de registros muy bajos en la segunda mitad del año, aunque introduce un margen de incertidumbre respecto de la velocidad y consistencia del proceso desinflacionario.
Las consultoras privadas aportan matices al diagnóstico. EconViews, la firma que dirige Miguel Kiguel, señaló en su último informe que el dato de inflación de noviembre encendió una señal de advertencia. Si bien aclaró que el escenario no es alarmante, remarcó que la tendencia de los últimos seis meses mostró una leve aceleración. En particular, destacó que la inflación núcleo subió a 2,6%, el nivel más alto desde abril, y que la variación interanual se aceleró por primera vez durante la actual administración.
El análisis de EconViews también puso el foco en el rol del tipo de cambio. Según la consultora, el dólar inicialmente se atrasó y ayudó a contener la inflación, pero luego corrigió a partir de julio, lo que explicó parte del rebote de los precios. En ese contexto, advirtió que volver a atrasar el tipo de cambio para frenar la inflación podría generar efectos negativos de mediano plazo y sostener la inercia inflacionaria.
Otro indicador seguido de cerca por los analistas es la inflación mayorista, medida por el Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM). Para noviembre, el IPIM registró una suba de 1,6%, un dato que suele anticipar movimientos del IPC. Para Lucio Garay Méndez, economista de Eco Go, el comportamiento del índice mostró señales mixtas que no confirman aún una desinflación firme.
Por un lado, los precios de los productos importados descendieron en promedio, impulsados por la evolución del tipo de cambio. Por otro, los manufacturados, considerados insumos clave de la economía, aumentaron 2,3%, mientras que la energía eléctrica subió 1,5%. Según Garay Méndez, estos movimientos sugieren la persistencia de una inercia inflacionaria que podría mantener al IPC por encima del 2% en los próximos meses.
El contraste entre el optimismo oficial y la cautela del mercado se explica, en parte, por la complejidad del proceso de estabilización. La desaceleración de precios convive con ajustes relativos, correcciones de tarifas y recomposición de costos, factores que pueden introducir volatilidad en el corto plazo. Aun así, el consenso entre analistas es que la tendencia general es descendente, en línea con el cambio de régimen macroeconómico.
Desde el Gobierno, la lectura es que la consistencia fiscal y monetaria es condición necesaria y suficiente para consolidar la baja de la inflación. Milei insiste en que el saneamiento del Banco Central y la eliminación del financiamiento monetario del déficit sentaron las bases para un proceso duradero. En esa línea, sostiene que las expectativas terminarán alineándose con los fundamentos una vez que se complete el rezago de la política aplicada.
El mercado, en cambio, pide evidencia adicional. La historia reciente de la economía argentina, marcada por episodios de desinflación interrumpidos, explica la prudencia de las proyecciones. Para los analistas, la clave estará en la capacidad del Gobierno para sostener el equilibrio fiscal, administrar el esquema cambiario y evitar shocks que reaviven la dinámica de precios.
En definitiva, el pronóstico presidencial fijó una fecha concreta para un hito largamente esperado: una inflación mensual inferior al 1%. Los datos disponibles avalan una desaceleración sostenida y refuerzan la expectativa de menores registros en 2026, pero también muestran que el camino hacia valores cercanos a cero aún enfrenta desafíos. La convergencia final dependerá de la consistencia de la política económica y de la reacción de expectativas en una economía acostumbrada a convivir con la inflación.