El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, reclamó una agenda microeconómica para 2026 que apunte a reducir la presión impositiva, corregir distorsiones de costos y frenar la competencia desleal que enfrenta la industria nacional. Lo hizo en una entrevista publicada por BAE Negocios, en la que advirtió que el sector productivo “no puede competir con una mochila llena de piedras”, en referencia a la elevada carga fiscal y regulatoria. Las definiciones llegan en un momento de debilidad de la actividad manufacturera, caída del consumo y debate abierto sobre el rumbo productivo del próximo año.
Rappallini asumió la conducción de la UIA a fines de abril, cuando los indicadores del Indec mostraban un escenario algo más favorable: crecimiento interanual, saldo acumulado positivo y la mayoría de las ramas industriales en terreno de expansión. Ese cuadro, sin embargo, se revirtió en los meses siguientes, atravesados por tensiones inflacionarias y cambiarias que alteraron las proyecciones del sector. La última encuesta de la UIA refleja ese deterioro: el 40% de las empresas redujo su producción y el 20% ajustó su dotación de personal.
En ese contexto, el titular de la entidad empresaria sostuvo que la industria acompaña el proceso de ordenamiento macroeconómico y desinflación, pero advirtió que el esfuerzo no será sostenible sin una agenda específica de competitividad. “Queremos ser parte de una economía ordenada y sin inflación, pero hoy tenemos un récord de presión fiscal del 52%. En la Argentina es más caro producir, distribuir y vender que en otros países de la región, y esas distorsiones nos impactan de lleno”, señaló.
El eje impositivo aparece como uno de los principales reclamos. Para Rappallini, la reducción de la carga tributaria requiere un acuerdo amplio entre Nación, provincias y municipios, que permita aliviar a los sectores que compiten a escala global. “Hablamos de un nuevo contrato productivo. No se puede pedir competitividad si al mismo tiempo se cargan impuestos en cada eslabón de la cadena”, planteó.
Consultado sobre la apertura comercial impulsada por el Gobierno, el presidente de la UIA rechazó la idea de que la industria se oponga a competir. Por el contrario, sostuvo que el problema no es la competencia sino las condiciones en las que se da. “¿Cuándo se ataca más a la industria: cuando la ponés a competir o cuando la cargás de impuestos? Nos dicen que salgamos a jugar un partido internacional con una mochila llena de piedras. Queremos jugar, pero nadie podría hacerlo así”, afirmó, en una frase que se convirtió en el eje de su diagnóstico público.
En esa línea, remarcó que la discusión no pasa por cerrar o abrir importaciones, sino por garantizar una competencia leal. Señaló que muchos países con los que compite la industria argentina subsidian exportaciones o cuentan con esquemas de apoyo estatal, mientras que en el plano local se exportan impuestos. “China tiene un promedio de 15% de subsidios a la exportación. En la Argentina, en lugar de devolver impuestos, cobramos. Eso terminó inviabilizando el crecimiento industrial”, afirmó.
El dirigente empresario también pidió fortalecer los controles para combatir el contrabando, la subfacturación y el dumping, fenómenos que, según advirtió, crecieron en los últimos meses y afectan de manera directa a las empresas formales. Desde la UIA consideran necesario mirar con lupa lo que ingresa al país y establecer mecanismos de referencia que permitan detectar prácticas desleales sin caer en esquemas de proteccionismo. “No queremos proteccionismo; queremos igualdad de condiciones. Un país competitivo, pero no ingenuo”, resumió.

Otro de los ejes centrales del planteo industrial es la reactivación del consumo y la actividad, una condición clave para sostener el empleo. Rappallini sostuvo que esa recuperación debería darse por una combinación de mejora salarial y acceso al crédito, en un marco de estabilidad macro. “Las empresas bancaron estos dos años acompañando la estrategia del Gobierno. La etapa que viene tiene que enfocarse en la microeconomía, en bajar costos y distorsiones, y en poner en marcha la demanda”, explicó.
En materia laboral, el presidente de la UIA valoró el primer paso dado en el Congreso con la creación del Fondo de Asistencia Laboral (FAL), al que consideró una herramienta que puede incentivar la formalización y brindar previsibilidad al empleador. Sin embargo, advirtió que el principal problema del sistema es la alta litigiosidad. “No hay pyme que no haya tenido un juicio laboral. Tenemos casi 640.000 juicios, lo que equivale a cerca del 10% del empleo formal”, señaló.
Rappallini destacó que, pese a una fuerte reducción de la accidentología laboral en las últimas décadas, la litigiosidad creció de manera sostenida. En ese marco, respaldó la discusión sobre comisiones médicas, estandarización de certificados y límites claros a los juicios por despido, con el objetivo de dar mayor certidumbre. “El sistema fracasó: bajaron los accidentes, pero aumentaron los juicios”, afirmó.
Sobre el diálogo con los sindicatos, el titular de la UIA aseguró mantener una relación fluida con la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT), aunque reconoció diferencias en la forma de alcanzar los objetivos. “Tenemos miradas distintas, pero un mismo fin: más empleo de calidad y mejor remunerado”, dijo.
La relación con el Gobierno también ocupa un lugar central en la agenda empresaria. La semana pasada, la UIA fue recibida por el ministro de Economía, Luis Caputo, a quien le plantearon la preocupación por el avance del contrabando y la competencia desleal. Según Rappallini, el Ejecutivo comparte los objetivos macroeconómicos y se abre ahora un debate fuerte en 2026 sobre cómo reducir el “costo argentino” sin comprometer el orden fiscal. “No nos gusta la postura de víctimas; queremos llevar propuestas concretas”, afirmó.
Finalmente, el presidente de la UIA relativizó los cuestionamientos sobre el tipo de cambio y sostuvo que el principal problema de competitividad no es el dólar, sino los costos internos. Recordó que, pese a las proyecciones de devaluación, el escenario cambiario cerró 2025 sin sobresaltos mayores, mientras otros países de la región ajustaron sus monedas. “No tenemos un problema de tipo de cambio; tenemos un problema de costos”, concluyó.
Con la mirada puesta en 2026, Rappallini aseguró que su desafío como presidente de la UIA será lograr que se concreten las reformas necesarias para que la industria pueda competir en igualdad de condiciones. “Queremos ser parte de la etapa que viene. Si no se quitan las piedras de la mochila, habrá que sentarse a discutir cómo seguir”, advirtió.