Maíz en el extremo sur: ensayos del INTA buscan correr la frontera agrícola hasta Santa Cruz

Especialistas evalúan híbridos en cinco localidades santacruceñas para medir adaptación y rindes, con la luz del verano como ventaja clave

Maíz en el extremo sur: ensayos del INTA buscan correr la frontera agrícola hasta Santa Cruz
domingo 28 de diciembre de 2025

Por primera vez en años, el cultivo de maíz volvió a sembrarse de manera experimental en distintas zonas de Santa Cruz, con el objetivo de responder una pregunta estratégica para la producción agropecuaria argentina: hasta dónde puede extenderse la frontera agrícola del cereal hacia el sur del país. La iniciativa, impulsada por técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), comenzó en noviembre de 2025, se desarrolla en cinco localidades de la provincia y despierta expectativas por una ventaja diferencial del territorio: la gran cantidad de horas de luz durante el verano, que favorece la fotosíntesis. La experiencia fue dada a conocer por La Nación y resulta relevante porque podría abrir nuevas alternativas productivas y forrajeras en una región históricamente limitada por el clima.

Los ensayos están a cargo de la Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz del INTA y se realizan en Perito Moreno, Gobernador Gregores, Puerto Santa Cruz, Comandante Luis Piedrabuena y Río Gallegos, ambientes contrastantes que combinan suelos áridos, fuertes vientos y riesgo de heladas, pero también valles con disponibilidad de agua. En total, se evalúan once híbridos de maíz, con el foco puesto en su adaptación, desarrollo, resistencia al vuelco y rendimiento potencial.

Maíz en el extremo sur: ensayos del INTA buscan correr la frontera agrícola hasta Santa Cruz

Según explicaron los técnicos, el objetivo central es generar información local, algo clave para decidir si el maíz puede convertirse en una alternativa viable en la Patagonia austral. “La idea es aportar datos concretos que permitan diversificar los sistemas productivos y fortalecer a la ganadería, que hoy enfrenta una oferta forrajera insuficiente”, indicaron desde el organismo.

El coordinador de investigación del INTA Santa Cruz, Santiago Toledo, señaló en diálogo con La Nación que la experiencia se inscribe en un proceso más amplio. “Hace años venimos probando cultivos pensando en apoyar a la ganadería; los forrajes naturales ya no alcanzan a cubrir la demanda”, explicó. En ese marco, recordó que ya hubo antecedentes en la región, con resultados dispares, pero que el desarrollo de nuevos híbridos de ciclos más cortos volvió a abrir la discusión.

El interés por avanzar con estos ensayos se potenció luego de experiencias recientes en Chubut y Río Negro, donde pruebas realizadas en 2024 arrojaron resultados alentadores. A partir de esas evidencias, y del impulso de la Red Maizar, surgió la inquietud de trasladar la evaluación a Santa Cruz. En esta campaña, empresas semilleras aportaron materiales especialmente seleccionados, mientras que una firma francesa sumó híbridos desarrollados para climas fríos, probados previamente en países del hemisferio norte.

Uno de los factores que juega a favor del cultivo en estas latitudes es la extensión del fotoperíodo estival. Durante el verano, las largas jornadas de luz permiten más horas de fotosíntesis, un aspecto clave para el crecimiento del maíz. A esto se suman menores presiones de plagas y la presencia de valles irrigados, aunque el desafío sigue siendo completar el ciclo antes de las primeras heladas.

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La ventana productiva es acotada. La siembra se realiza a mediados de noviembre, una vez superado el riesgo de heladas tardías, y el cultivo debe finalizar su ciclo entre febrero y marzo, cuando comienzan a aparecer las primeras heladas del año siguiente. Esto implica un período efectivo de entre 120 y 150 días, por lo que los ensayos priorizan híbridos de ciclo corto, con la expectativa de alcanzar cosechas tempranas.

Además del rendimiento, los técnicos evalúan la resistencia al viento, un factor determinante en la región. “Medimos el vuelco: cuántas plantas se doblan sin quebrarse y cuántas no resisten. Es un dato clave para pensar en la viabilidad del cultivo”, detalló Toledo. Para estimar rindes, se realizan cortes por metro cuadrado que permiten proyectar la producción potencial en cada ambiente.

El interés por el maíz en Santa Cruz está directamente ligado a la ganadería extensiva, principalmente ovina y, en menor medida, bovina, que domina gran parte del territorio provincial. La baja oferta forrajera de los pastizales naturales limita hoy la mejora productiva, por lo que el maíz aparece como un cultivo estratégico por su aporte de energía, proteína y fibra, ya sea como grano o como planta entera para silaje.

Maíz en el extremo sur: ensayos del INTA buscan correr la frontera agrícola hasta Santa Cruz

Desde el INTA remarcan que no se trata de reemplazar sistemas existentes, sino de sumar herramientas que permitan cubrir baches de oferta forrajera en otoño e invierno y reducir costos de suplementación. En ese sentido, aun cuando no todos los híbridos evaluados logren adaptarse, la información generada será clave para orientar futuras pruebas y selecciones.

La experiencia cuenta con el apoyo de diversas instituciones locales y provinciales, entre ellas el Consejo Agrario Provincial, Fomicruz y la Municipalidad de Perito Moreno, que colaboran con infraestructura, logística y manejo de parcelas. El monitoreo es permanente y sigue protocolos técnicos específicos para asegurar comparabilidad entre los sitios.

Los primeros datos de campo alimentan el optimismo. En localidades como Gobernador Gregores y Perito Moreno, los técnicos observaron un buen desarrollo inicial de los cultivos en las primeras semanas posteriores a la siembra. “Hay lugares prometedores; Gregores podría ser un sitio interesante para avanzar”, señaló Toledo, al referirse al valle fértil ubicado en el centro de la provincia.

El ensayo representa un paso clave para redefinir los límites productivos del maíz en la Argentina. Si los resultados confirman la adaptación de algunos híbridos, Santa Cruz podría incorporar un cultivo históricamente ajeno a su matriz productiva, con impacto directo en la diversificación agrícola y el fortalecimiento de la ganadería patagónica. Mientras tanto, la respuesta a la pregunta sobre la frontera sur del maíz comenzará a construirse con datos, parcela por parcela, en uno de los ambientes más desafiantes del país.



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