Jesús Leguiza: "Argentina tiene posibilidad de ser el supermercado del mundo"

En el camino hacia la transformación en supermercado del mundo, el contexto macroeconómico cumple un rol de importancia. Jesús Leguiza, secretario de Valor Agregado y Competitividad Agropecuaria del Ministerio de Producción de Corrientes, planteó esta cuestión en “Argentina Supermercado del Mundo”, congreso audiovisual organizado por Multimedios Agroempresario en el Hotel Sheraton de Buenos Aires. “Todos los esfuerzos individuales de las personas, empresas e industrias caen en saco roto cuando las condiciones macroeconómicas no lo permiten”, expuso y presentó la macroeconomía como una amenaza.

En ese sentido, explicó que, desde hace varios años, en Argentina se fue formando una opinión colectiva en torno a la idea de que el Estado tiene un rol fundamental y debe dar mucho más de lo que puede brindar. “Nuestro sector trabajador ha sido protegido por las leyes laborales y hoy las empresas, sobre todo las pymes, no están en condiciones de flexibilización laboral”, ejemplificó Leguiza.

“En los años 90, la Argentina, aunque todavía no nos demos cuenta, ha avanzado a pasos agigantados, sobre todo después de la hiperinflación de ‘89 y después de la convertibilidad. Aunque yo no soy defensor, ha logrado estabilidad macroeconómica y cinco años de aranceles 0 de importación, tasas impositivas razonables, equilibrio de las cuentas fiscales”, explicó Leguiza enfatizando en que el ambiente estable generó inversiones e innovaciones tecnológicas, como por ejemplo, la soja transgénica. “Esto ha permitido que el país pueda pasar de las 40 millones de toneladas de cosecha gruesa a 80 millones de toneladas en diez años”, señaló. Asimismo, remarcó que hoy “superamos la cifra y estamos en condiciones de superar mucho más”. Por lo cual, “Argentina puede ser supermercado del mundo con dos clases de productos, no solo con commodities, sino también con productos de altísimo valor agregado, aunque no hayan pasado por el proceso de producción industrial”. En esa línea, Leguiza desmintió el mito de que el agregado de valor se logra solamente con “fierros y máquinas” en fábricas, sino que “existen productos primarios de mínima elaboración que tienen un altísimo valor agregado”.  

En una revisión de la producción a lo largo de la historia, Leguiza enumeró tres grandes revoluciones que alteraron la forma de provisión de alimentos en los humanos: en primer lugar, la revolución agrícola marcó el momento en el que el hombre dejó de ser un recolector al descubrir el poder germinativo de la semilla; así nació la agricultura.

En una segunda instancia, la revolución industrial cambió sustancialmente el estilo de vida de las personas y la estructura económica de las sociedades. Junto con este salto, cayó la teoría malthusiana que sostenía que “la población crecía en términos geométricos y la producción solo podía crecer en términos aritméticos; en aquel momento se iba a producir una crisis entre población y producción”, lo cual no sucedió porque ocurrió la revolución industrial, describió Leguiza. Con el nacimiento de las industrias, se conformaron las ciudades y “el señor de campo pasó a ser ciudadano, luego asalariado y, entonces, consumidor”, explicó el secretario y economista aludiendo al masivo cambio cultural.

La tercera revolución es la que estamos transitando actualmente y, por lo tanto, aún no tiene un nombre que la defina; de todas formas, podemos denominarla tecnológica o de la comunicación. Esta nueva era comenzó tras la Segunda Guerra Mundial y se caracteriza por que “el trabajador de traje y corbata pasa a ser superior, en número, al trabajador de fábrica”. “El mundo está cambiando y, la Argentina, dentro de este mundo cambiante, está a la expectativa. Si bien es un país con mucha superficie, es un país con poca población y poco mercado interno; por eso hay muchos sectores de la producción primaria que tienden a especializarse en la exportación”, remarcó Leguiza y describió la situación correntina: la provincia es “la primera productora de arroz del país y el 80% de la producción está destinada a más de 20 países del mundo, por lo cual es un sector exclusivamente exportador”.

Retomando el concepto de valor agregado sin necesidad de intervención fabril, el secretario de Valor Agregado y Competitividad Agropecuaria explicó que la teoría del argentino Raúl Prebisch, que sostenía que los precios y los productos industrializados pasaban por las fábricas, dejó de tener validez en el mundo actual ya que el agregado de valor está asociado únicamente a la cadena total; es por ello que, como explicó Leguiza, hay productos que tienen un precio mayor a aquellos salidos de las fábricas: “Por ejemplo, en un restaurant de alta calidad en un país europeo, el equivalente a kilo de un bife de lomo de 400 gramos vale más que un kilo de BMW”.

Existen tres grandes políticas macroeconómicas que son las siguientes: fiscal, cambiaria y monetaria.  Leguiza explicó, haciendo una analogía con la biología, que el Banco Central de la República Argentina “es un bombeador (corazón) de moneda. Expulsa moneda al mercado cuando el cuerpo económico necesita más velocidad de circulación de moneda y extrae del mercado moneda cuando sobra, sobre todo cuando ingresan divisas”.

Globalmente, Leguiza destacó que “la producción a nivel población está equilibrada hace bastantes años. Tenemos tres granos básicos que son la base del 65% de la alimentación mundial”; en orden de importancia lidera el arroz y le siguen el trigo, el maíz y la soja. “En el mundo no existen problemas de escasez de alimentos, existen problemas de distribución de la riqueza porque el 80% de lo que se produce en el mundo se consume en el 20% de los países”, subrayó.

Finalmente, haciendo hincapié en el rol de las políticas económicas, Leguiza concluyó: “Argentina tiene posibilidad de ser el supermercado del mundo; lo que tiene que hacer es cuidar su casa, cuidar la macroeconomía”.