mediados de 2010, Esteban y Nicolás Barbero empezaron a soñar con una empresa familiar propia. Con pocos recursos, pero con gran dedicación, empezaron de a poco a sentar las bases y aprovecharon cada oportunidad que se les presentó para crecer. “Ambos teníamos experiencia en el ámbito agropecuario por haber trabajado en la empresa de nuestro padre, pero tener una propia fue todo un desafío”, cuenta Nicolás.
Antsan S. A. es una firma que pertenece al grupo CREA Laguna Larga, integrante de la región Córdoba Norte. Esteban y Nicolás fueron quienes gestaron el proyecto, pero a los pocos años, su hermana menor –María Elena– también comenzó a participar activamente. “Comencé a trabajar dentro de la sociedad cuando abrimos una veterinaria en Laguna Larga, donde empecé a desarrollarme profesionalmente en lo que había estudiado. Luego de dos años, abrimos Reggio, nuestra propia marca de salames y salazones; entonces, empezamos a plantearnos una reestructuración de roles. A partir de ese momento, empecé a dedicarle medio tiempo a la granja y medio tiempo a la veterinaria, hasta que poco después decidimos cerrar esta última y pasé a constituirme en gerente de producción porcina de la granja”, indica María Elena.
Dentro de la sociedad hay diversos negocios: agricultura, ganadería y la fábrica de salames y salazones. Empezaron su desarrollo en la localidad de Laguna Larga, donde tuvieron sus primeros campos. Luego se expandieron a Oncativo, donde hoy funciona la fábrica y la administración de la empresa. Recientemente, adquirieron un campo en Chaco donde se capitalizan en terneros.
“Al principio, nuestra apuesta consistió en alquilar campos a nuestro padre para realizar cultivos de soja y maíz. Después, al detectar que existía un galpón de engorde viejo en desuso, surgió la idea de invertir en la cría, recría y terminación de cerdos totalmente confinada, que años después daría lugar al surgimiento de Reggio”, explica Esteban.
En el año 2018, en virtud del crecimiento experimentado por la empresa, los hermanos Barbero debieron enfrentar algunos problemas típicos de las empresas familiares, por lo que decidieron contratar a un profesional para que los ayudara a resolverlos, aunque también recibieron el aporte de su grupo y del asesor CREA, Gustavo Zamora. “En ese momento, los tres éramos jefes y no nos parecía la situación ideal. Si bien conformamos una empresa familiar, queríamos asemejarnos a cualquier otra empresa, ya que considerábamos que ese era el mejor camino para avanzar. Ahora, cada uno es gerente de un área distinta de la empresa, y yo soy el gerente general; de esa manera, se ordenaron mucho las cosas. Además, estamos por empezar a trabajar con un protocolo familiar”, cuenta Esteban.
A su turno, Nicolás destaca las ventajas de pertenecer a un grupo CREA en ese proceso de transición hacia la profesionalización de la empresa: “Gracias al grupo pudimos escuchar y conocer la experiencia de otras organizaciones que pasaron por lo mismo. Ese ejercicio nos resultó muy útil. Puede ocurrir que no siempre alguien de tu mismo grupo haya vivido una experiencia similar, pero cuando eso ocurre, el asesor se encarga de buscar por otro lado y nos acerca el testimonio de miembros que conocen la situación que estás atravesando”.
“Con todas estas reestructuraciones, 2018 estuvo atravesado por algunos chispazos entre nosotros, pero nunca al extremo de llegar a una pelea. Fue, sí, el primer año en que tuvimos discusiones por diferencias de opinión. Sin embargo, tenemos un vínculo fraternal muy sólido, el cual priorizamos en todo momento porque creemos que conservarlo es lo más importante. Es uno de los valores centrales para nosotros”, expresa María Elena.
Luego de 10 años de trabajo incansable, los hermanos lograron un crecimiento enorme en su sociedad, donde llegaron a cumplir uno de sus más grandes objetivos: llevar su maíz y su soja a las góndolas de Córdoba con los embutidos que fabrican. “Creemos que pertenecer a CREA nos dio ese plus de ir a la vanguardia en algunos aspectos, que nos permiten marcar una diferencia con respecto al resto de las empresas del rubro”, concluye Nicolás. Y aclara: “Hoy Antsan es una gran familia integrada por 25 colaboradores y cinco asesores externos”.
En 2016, los hermanos Barbero comenzaron a desarrollar su propia marca de salames y salazones en Oncativo, provincia de Córdoba. Aunque empezaron a comercializar el producto en un momento en que el mercado no crecía, supieron sacarle provecho y lograron más de lo esperado. “Nos enfocamos en el desarrollo de la marca y nos fue muy bien. Hoy, a pesar de que el mercado está estancado, tenemos una participación mayor de la esperada. En mayo de 2018 logramos, incluso, duplicar nuestras ventas, y hoy seguimos en pleno proceso de inversión con el objetivo de exportar un 15% de nuestra producción. Por ello hoy estamos en vías de renovar nuestra visión, porque la que teníamos ya la alcanzamos”, explica Esteban.
Por la alta calidad de sus embutidos, la empresa pasó a formar parte del Clúster de la Cadena Porcina de Oncativo, que reúne a varias empresas asociadas de la zona en un área de influencia de 120.000 hectáreas, donde se producen anualmente unas 150.000 toneladas de maíz, 60.000 toneladas de sorgo y 200.000 toneladas de soja. Oncativo es una localidad de Córdoba que, junto con Caroya (también en la provincia mediterránea), Tandil y Mercedes (Buenos Aires), se caracteriza por la producción de salame de la mejor calidad.
CREA