Santiago Saenz Valiente: "La presión fiscal afecta el desarrollo de los negocios y la competitividad internacional"

Tenemos una estructura tributaria deficiente. Tenemos impuestos regresivos. Tenemos impuestos distorsivos. Tenemos un régimen de coparticipación federal totalmente injusto. No se cumplen los principios constitucionales en los tributos. Se está afectando el empleo y se está destruyendo la economía. Es preocupante el nivel de situación actual y la imperiosa necesidad de una reforma tributaria inmediata”, comenzó Santiago Saenz Valiente, socio en SSV y Asociados, en el Congreso “Argentina Supermercado del Mundo”.

En este contexto, los emprendedores y las pymes, motores del desarrollo y crecimiento económico, se ven limitados. “La Argentina tiene cantidad de gente que tiene muchas ganas de hacer negocios, de crecer. Es muy importante que a esos incipientes empresarios se les den ventajas tributarias que hagan que sigan en el negocio y que lo haga crecer”, señaló Saenz Valiente.

Los impuestos en Argentina se dividen según  sean nacionales, provinciales y municipales. Cada persona física o jurídica debe pagar los correspondientes al territorio que ocupa (los nacionales aplican a todos los argentinos y los provinciales y municipales son variables). Saenz Valiente explicó algunos de ellos y detalló porqué deben modificarse para no seguir dañando la economía:

Tasas municipales.  Surgen ante la necesidad de las municipalidades de tener un ingreso propio que no se desprenda directamente de la coparticipación provincial. Estas tasas se destinan a, por ejemplo, la construcción de obras públicas. Sin embargo, muchas veces no prestan tales servicios. “Estas tasas, si se cobran y no hay una contraprestación, son un impuesto. Son una mayor carga social”, manifestó.

Impuesto inmobiliario. Aquí aparece lo denominado “multipropietario”. “Un día me enteré que tenía tres propiedades. Creía que tenía una sola. Era mi departamento, la baulera y la cochera. De golpe, Rentas me dice: ‘Sos rico. Tenés tres propiedades’”,  comentó y explicó que lo mismo ocurrió con su campo, el cual fue dividido en distintas parcelas, convirtiendo una unidad productiva en varias propiedades. Por consiguiente, se acumulan los valores y se potencia la alícuota.

Impuesto al sello. “Afecta directamente la seguridad jurídica. Yo hago un contrato y lo sello para poder hacerlo valer en un juicio. Si yo me quiero proteger de la seguridad jurídica, tengo que pagar un 1%, 2% o 5% en la compra de un inmueble”, explicó.

Ingresos brutos. En el 2001, no se aplicaba a la ganadería y agricultura porque un análisis determinó que era actividad productiva y no debía aplicarse el impuesto en esa etapa. De todas formas, dicha exención no se mantuvo. Es “un impuesto acumulativo en las distintas etapas, que se termina exportando costo impositivo dentro del precio del producto. Esto es algo muy dañino porque no podemos competir”, declaró.

Impuesto a la herencia y donaciones. La tasa llega a 14%; no obstante, la recaudación que se obtiene es muy baja.

Retenciones. “¿Por qué le dicen ‘retenciones’ a los derechos de exportación? Yo no lo entiendo. Si a mí me retienen una botella de agua y me la van a devolver, me la retuvieron. Si no, me la robaron. Entonces, la verdad es que estos derechos de exportación, que son de recaudación nacional exclusiva, son fondos recaudados que no se coparticipan”, expresó.

Impuesto patrimonial. “Es ilógico, injusto, inconstitucional, inequitativo”, opinó y ejemplificó la falta de consideración de los pasivos de la siguiente manera: “Dos personas viven en el mismo edificio; uno lo compró en el 2001 y lo declaró a valor pesos. El otro lo compró ahora y lo declara a valor dólar. Pagan un impuesto totalmente distinto y, en realidad, el bien que tienen, la riqueza patrimonial, es idéntica”.

Impuesto a las ganancias. “El problema es la acumulación de estas cargas fiscales, de esta inflación año a año. Y ni hablar cuando se produce la venta de un bien de capital, como puede ser un campo, donde el costo queda a valor cero”, indicó.

En el caso de la ganancia mínima presunta, la denominó como el “engendro argentino” y la definió como “un reconocimiento a la dificultad de control por parte del fisco”. Explicó que, a nivel internacional, los impuestos deben “aplicarse sobre rentas o patrimonios reales, no sobre presunciones”.

A nivel general, Saenz Valiente remarcó que “la presión fiscal es altísima”, ya que, “en términos reales, por las distorsiones que hablamos, puede llegar arriba del 40% del producto bruto interno”. Como contrapartida, presentó el caso de Irlanda que bajó la tasa de ganancias a 14% y comenzaron a abundar los negocios. “La presión fiscal afecta el desarrollo de los negocios y afecta la competitividad internacional. Yo no puedo competir con otro país si estoy exportando impuestos contenidos en el precio”, aseveró el socio de SSV y Asociados. 

“La inflación es como el diablo: muestra las apariencias y esconde las realidades”, expresó Saenz Valiente y explicó que afecta la sustentabilidad de una estructura tributaria sana; para que ésta ocurra, es necesario mantener “la razonabilidad en su texto de las normativas, respetando la legalidad siempre, la equidad y la capacidad de contribuir”. Por el contrario, “hoy tenemos una estructura tributaria deficiente”, señaló, ya que se realizan impuestos a las ganancias sobre rentas ficticias, las situaciones de inequidad son frecuentes y hay posturas contrarias a la razonabilidad.

Como conclusión, lo que debería hacerse, según Saenz Valiente es “incentivar el crecimiento de la actividad y que haya educación tributaria” con equidad para bajar la evasión fiscal. Así, se logrará una mayor recaudación, aún con tasas impositivas menores. Hoy, “no se cumplen los principios tributarios esenciales ni constitucionales; las provincias están perjudicadas y los productores dedican su tiempo a cumplir obligaciones fiscales formales todo el tiempo, con alto riesgo. Y  faltan medidas fiscales que incentiven el desarrollo de la actividad económica”, concluyó Saenz Valiente.