s un ave corredora, y es un símbolo de las pampas, pero también está presente en los campos misioneros y las sabanas chaqueñas de nuestro país. A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera.
El Ñandú, perteneciente a la familia Rheidae. El significado de su nombre proviene de los guaraníes, quienes habitaban la misma región que el ave, es decir Brasil, Paraguay, Uruguay, norte y centro de Argentina, ellos lo asociaban a una “Araña”, debido a que, en su comportamiento de alerta, este ejemplar abre sus enormes alas y se asemeja a una araña en su tela, lo llamaban Ñandú Guazú (araña grande).
Son aves esbeltas, no forman parte de las aves que vuelan, sino que se las clasifica como aves corredoras. Sus alas son pequeñas en relación a su cuerpo, sus patas son de gran tamaño, muy largas. Su cuello es extenso y la cabeza pequeña.
La coloración es grisácea y se mimetiza con el ambiente y pasa desapercibido. El macho tiene más negro en el cuello. Su velocidad es admirable, llegando a unos 40 km / h, incluso corriendo en zigzag. Suelen verse en grandes grupos, compuestos por un macho y varias hembras con juveniles.
La danza de cortejo es muy particular mostrándose frente a las hembras que lo rodean, con las alas extendidas y elegantes pasos. Es una exhibición de fuerza y destreza la que realiza. La reproducción es bien particular: un macho se aparea con varias hembras que conforman una especie de harén (en general entre 5 y 7) y todas ponen en un mismo nido comunal que mayormente contiene entre 30 y 40 huevos. El mismo macho es el que incuba y quien tiene un rol clave en la vigilancia de las crías, también llamadas charitos. En las pampas, los peludos pueden cavar alrededor de los nidos para que éstos se desmoronen y así aprovechar sus huevos.
Actualmente las áreas donde habita se encuentran parceladas a través de alambres que restringen su andar, son muy perseguidos por sus plumas y vulnerables a la caza furtiva. La transformación de los pastizales pone en jaque a la especie, que es considerada Vulnerable a nivel nacional.
Argentina Forestal