a magia que despiertan los Bosques del Champaquí en la provincia de Córdoba es lo más parecido a una comarca de ensueño al pie del Cerro Champaquí.
Escondido en las entrañas del Cerro Champaquí; ingresando por su abrupta ladera oeste – por el Valle de Traslasierras – la ruta provincial 14 con destino a Villa de Las Rosas y a unos cuantos kilómetros de haber cruzado el vistoso pueblo, el viaje sigue su curso hacia el este, con dirección a Los Molles.
“Por la actualidad que atraviesa la sociedad mundial, la expedición se encuentra en stand bye”
El sendero rodeado de un lugar completamente virgen y salvaje, finaliza en la“reserva natural Hueco Verde”, un inmenso bosque de tabaquillos y maitenes (característica especie de la región patagónica) y considerado como uno de los sitios boscosos más añejos de Córdoba.
Hasta las frondosas quebradas de la “reserva natural Hueco Verde”, el trekking estimado en dos días, se lleva a cabo por etapas. En el primer día, caminamos por senderos enclavados en medio del monte autóctono y después de un par de kilómetros, el paisaje cambia abruptamente, una tranquera y como un símbolo de bienvenida, un túnel de árboles “barbados” se llevan todas las miradas, al atravesarlo y con un poco de equilibrio, cruzamos un turbulento arroyo que abrirá paso a una extraña, pero hermosa y mágica “casa de brujas”: el escondido y fabuloso refugio Vaikunta, ideal para descansar y contemplar las bellas instalaciones de la casa de brujas.
Ollas panzonas, bañadas de tizne, cocina de leña, y platos tallados de troncos serán el presagio del famoso guiso de montaña. Quizás un fogón, y algunas estrellas fugaces completarán la historia de un día de senderismo inolvidable.
Inauguramos el segundo día de marcha costeando el mismo arroyo, y desafiando una de las cuestas más empinadas de la provincia. A los 2400 metros de altura del Cerro Champaquí, el gran balcón natural con majestuosas vistas hacia Villa de Las Rosas, Villa Dolores y parte de San Luis. El final del camino nos ubica entre cajones gigantes de roca, con el canto de los colibríes, saltos danzantes de agua entre las piedras, y el aroma a musgos y helechos, le dan un arquetipo de belleza único al flamante bosque de tabaquillos y maitenes.