egún datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las plantas constituyen el 80 por ciento de los alimentos que comemos y producen el 98 por ciento del oxígeno que respiramos. Sin embargo, pocos actuamos consecuentemente y ni siquiera nos interesamos por preservar su salud, amenazada de manera constante y creciente por plagas y enfermedades.
Los trabajadores fitosanitarios enfrentan cada día ese desafío, a pesar de incomprensiones y menosprecios por una profesión muchas veces relegada. No en balde la ONU ha declarado este 2020 como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal (SV), con el fin de concienciar a nivel mundial sobre cómo la protección de las plantas puede ayudar a erradicar el hambre, reducir la pobreza, proteger el medio ambiente e impulsar el desarrollo económico.
En ese escenario, Escambray dialoga con el ingeniero Ruperto Gómez Iznaga, quien ha dedicado más de 40 años a este oficio y cuya sabiduría le ha merecido el reconocimiento de los productores agrícolas, de sus compañeros en el Departamento de SV de la Delegación Provincial de la Agricultura donde labora actualmente, así como de instituciones y empresas estatales del territorio.
“Soy trinitario, pero vivo en Banao hace 42 años, adonde vine por razones de trabajo. Estudié en la Universidad Central Ingeniería Agrónoma, especializada en Sanidad Vegetal. Fuimos el primer curso que hizo esa especialidad. Me gradué en 1977 y comencé a ocupar el cargo de Jefe de esa área en Banao, que cuando aquello era una gran empresa y donde estuve varios años”, cuenta el experto.
Y a seguidas enumera sus otros puestos de trabajo, siempre fiel a esta profesión: como especialista de pruebas de productos biológicos, homeopáticos y químicos en el Laboratorio Provincial de SV en Cienfuegos; en la dirección municipal del sector campesino en Sancti Spíritus; el regreso durante el período especial a la Empresa Cultivos Varios Banao; su desempeño en la Estación Territorial de protección de plantas en esa localidad; y los dos años de misión en Venezuela como asesor técnico.
Durante años el ingeniero Ruperto Gómez ha asesorado a productores estatales y privados.
“Cuando regresé en el 2008 ya estaba en edad de jubilación, me convencieron que viniera para acá a enseñar a la gente y empecé a ordenar todo eso. Llevo 12 años aquí, atiendo la parte de educación, de divulgación, la comunicación, la imagen corporativa del sistema, sin dejar atrás a un agricultor cuando me plantea un problema o aparece una dificultad en una empresa. Nunca he renunciado ni renunciaré a la parte técnica, estoy enamorado del trabajo. Tengo 72 años y estoy jubilado, pero me mantengo contratado. En mi vida no he dejado de ser fitosanitario, siempre me ha gustado la parte de capacitación, de llevar el conocimiento a los demás, la labor ambientalista de cuidado del medio”.
Para él la SV resulta un concepto bien amplio que suma no solo al personal científico técnico, sino también a los activistas; e incluye desde la elección del área para sembrar, el tratamiento a la semilla y las labores culturales, hasta el medio ambiente, la formación vocacional para cultivar generaciones conocedoras de esta materia y la actividad de postcosecha, con el traslado y la conservación en los almacenes.
Dentro de las muchas ramas de la Agricultura algunos aprecian a la SV en un segundo plano, ¿cómo argumentaría el significado real de este sector para demostrar lo contrario?
“El desconocimiento lleva a la incapacidad. Existe desconocimiento en la Agricultura y en general en los directivos —incluso en su alto mando— de la Sanidad Vegetal. Quizá en los últimos años se viene hablando de sus funciones y un poco se ha aclarado su papel, aunque todavía muchas veces no se le presta atención.
“Por ejemplo, hoy los Centros de Reproducción de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE) no funcionan por un problema de desconocimiento. Los directivos oyen decir que los medios biológicos son importantes, pero no saben más que eso. En este tiempo de pandemia me he dedicado a preparar materiales para llevarlos a los municipios, a los Consejos de Dirección, pero el director manda al segundo y a ese no le interesa y caemos en el bandazo de que la agricultura funciona de manera intermitente.
“La agricultura no es sembrar maticas y roturar tierras, es algo mucho más complicado. También estamos tratando de rescatar espacios en los medios. Muchos problemas que tiene la agricultura en las bases productivas pudieran resolverse con más conocimiento sobre la Sanidad Vegetal”.
¿Qué más podría aportar hoy la SV para que aumentaran las producciones agrícolas en la provincia?
“Mucha capacitación, mucha educación fitosanitaria y ambientalista, mucha comunicación y por supuesto divulgación”.
Si contribuyéramos a la producción de medios biológicos se elevarían las producciones agrícolas, afirma Ruperto
¿Qué peso implican dentro de la SV los medios biológicos?
“Hoy somos un país bloqueado como nunca antes. La agricultura hasta el año 60 no se parece a la de los últimos 20 años. Ha cambiado todo: el escenario productivo, el clima, las generaciones de agricultores, hoy no hay agricultores analfabetos, sino ávidos de información que no les llega. En la Agricultura los que menos transporte tienen somos nosotros, nos cuesta trabajo vincularnos con otros departamentos para salir a las bases productivas, eso nos ha limitado mucho, hacía falta más apoyo.
“Los productos químicos se han reducido, pero además la vida ha demostrado que estos no son la total solución de los problemas de las plagas hoy en día. Ese espacio lo ocupan los medios biológicos como alternativas de regulación, entre ellos existen insecticidas, fungicidas, son una alternativa eficaz con menos costos, con menos consecuencias medioambientales y que no dañan la salud del hombre ni de las plantas. Si contribuyéramos a la producción de medios biológicos se elevarían las producciones agrícolas”.
¿Cuáles horizontes pretenden alcanzar en este año internacional de la SV?
“Entre otras cosas capacitar, preparar para que las personas conozcan el porqué del surgimiento de la Sanidad Vegetal, su utilidad e importancia, por qué deben apoyarla, revertir ese desconocimiento que hoy existe. Hemos tenido en contra la pandemia de la COVID-19, que nos ha limitado las actividades previstas. En lo que nos queda de año tenemos que enfilar los cañones en función de estos temas, hay que aprovechar esta oportunidad única e irrepetible”.
¿A qué problemas fundamentales se enfrenta hoy la SV en el territorio?, ¿qué peligros acechan más a plantas y cosechas?
“Por ejemplo, al tabaco, que es un rubro de exportación importante, lo afectan el moho azul, el cogollero. Hay otros problemas como la concentración de ozono que hace bastante daño y una enfermedad en el suelo, la Phytophthora parasítica, que destruye una plantación.
“En el caso del frijol, que es un cultivo importante, hoy la mosca blanca y el Megalurothrips lo afectan, no sabemos cómo será su comportamiento en esta campaña porque las plagas tienen sus mecanismos, muchas veces cuesta trabajo descubrir ese mecanismo, su parte débil. En el tomate y la cebolla son las mismas, como tendencia de plagas”.
Y el caracol gigante africano que ha provocado tanto ruido, ¿cuáles perjuicios ocasiona?
“Es una plaga que ataca a más de 200 plantas cultivables, aquí la hemos visto en el plátano y otros cultivos, pero no atacando. No nos ha hecho daño. En un futuro, las condiciones del clima o los malos manejos quizás la obliguen a atacar, por eso no nos podemos desentender del caracol gigante, hay que seguirlo. Hace rato que en el mundo se está hablando de que la sanidad animal, la sanidad vegetal y la sanidad humana deben sentarse a negociar en una misma mesa sobre diferentes temas.
“Ante la situación cambiante del mundo tenemos que estar alertas, no descuidarnos. Hay que hacer llegar los conocimientos y los resultados a los que trabajan la tierra. Esa es una preocupación que tengo, me cuesta horas de sueño, desgaste físico, pero no me pesa, no podemos estar quietos porque todo se puede lograr”.
Las plagas de las plantas son responsables de la pérdida de hasta el 40 por ciento de los cultivos alimentarios mundiales y de mermas comerciales en productos agrícolas que superan los 220 000 millones de USD en un año.
El valor anual del comercio en productos agrícolas casi se ha triplicado en la última década, principalmente en las economías emergentes y en los países en desarrollo, alcanzando los 1.7 billones de USD.
La FAO estima que la producción agrícola debe aumentar en un 60 por ciento para el año 2050, con el fin de alimentar a una población mayor.
Escambray